"Las primeras dos y tres semanas lo único que veíamos eran helicópteros volando, enjambres de helicópteros, como si fueran abejas. Pero no bajaba nada de esos helicópteros, no los veíamos bajar, no hemos visto personas", cuenta Carmen Velasco-Roman, escritora puertorriqueña de 54 años, al describir la situación en Puerto Rico a un mes del devastador paso del huracán María, que azotó a la isla a partir del 20 de septiembre, provocando 48 muertos.

La catástrofe, la mayor en la historia contemporánea de este estado libre asociado a Estados Unidos, dejó, además, a prácticamente la totalidad de sus 3,3 millones de habitantes sin energía eléctrica ni agua potable. Pero también María generó una ola de indignación ciudadana y una creciente sensación de abandono respecto del gobierno de Donald Trump.

El propio Presidente norteamericano viajó a la isla 13 días después de la tragedia. Para muchos puertorriqueños, la visita llegó demasiado tarde. Más encima, su paso por San Juan provocó aún más cuestionamientos cuando visitó un refugio y en vez de consolar a las víctimas se puso a lanzar papel higiénico, como si fuesen bolas de béisbol. Pero además Trump no anunció ninguna medida concreta y minimizó el daño causado por María.

A un mes del huracán, el 79% de los puertorriqueños no tiene luz, el 30% aún no cuenta con agua potable, mientras que el 61% de los servicios de telecomunicaciones fueron restablecidos y el 78% de las gasolineras funcionan con regularidad.

A pesar de estos lentos avances, informados por el gobierno puertorriqueño, la sensación de la población es diferente. "El sentimiento de mucha gente es que a un mes del evento no hemos visto mejoría alguna", cuenta a La Tercera Jonathan Lebrón, periodista del diario digital puertorriqueño NotiCel. Lebrón agrega que "el gobierno dice que está mejorando la cosa, pero generalmente no es así. Entonces la gente no siente que hay una mejoría y eso provoca desesperación y ansiedad".

Para Carmen Velasco-Roman la sensación es parecida. "A un mes la situación sigue bastante igual, muy, muy lenta. Lo que hemos recibido ha sido por la iniciativa de artistas (Luis Fonsi, Ricky Martin, Chayanne, Daddy Yankee) y personas no ligadas al gobierno", asegura la escritora a La Tercera. A Carmen aún no le reponen el servicio de agua potable, pese a que vive en la zona urbana de Arecibo, al norte de la isla. Para beber y bañarse utiliza agua de lluvia, además de comprar agua destilada e ir a casa de familiares a llenar botellas, porque asegura que tampoco hay un servicio constante de camiones cisternas. "Ando con mis potes vacíos en el auto. Y tan pronto voy a algún lugar, pregunto si tienen agua y si me dejan tomar un poco. Así que estamos sujetos a la providencia de otras personas. Yo no tengo idea de cuándo voy a tener restablecida el agua", se queja.

El periodista Jonathan Lebrón sostiene que la falta de agua podría provocar una catástrofe mayor. "Se está deteriorando la salud pública por la falta de agua potable en muchas zonas. Y eso está provocando que aparezcan enfermedades que no necesariamente estaban erradicadas, pero que sí estaban controladas".

La falta de luz eléctrica es lo que más ha demorado. Sin embargo, durante la semana el gobierno de Puerto Rico informó que para mediados de diciembre, antes de Navidad, esperan tener el 95% de la generación total operativa.

"Despegarse de los amores"

Otro de los servicios que se ha visto afectado es el de telecomunicaciones. Cuatro de cada 10 puertorriqueños aún no se puede comunicar por celular. Maricelis Rivera, de 45 años, es una de ellas. "La mayor parte de las personas que tiene acceso a teléfono con conexión es gente de la zona metropolitana de San Juan. Pero la mayor parte de los pueblos al interior de la isla no tienen servicio telefónico", cuenta Rivera, que trabaja como asesora comunicacional en la isla y vive en la ciudad de Bayamon, cercana a San Juan.

Eso sí, Rivera tiene agua potable, ya que vive en una zona cercana a hoteles y hospitales. Esta profesional se siente privilegiada por vivir en la zona metropolitana, puesto que asegura que la mayor parte de la gente del resto de la isla, especialmente en las zonas rurales no tiene conexión.

Velasco-Román comparte este diagnóstico. "Este domingo mis hijos y yo vamos a visitar un área más rural, que es Utuado, donde tengo grandes amigos y apenas he podido saber de ellos", cuenta.

"Estoy en este momento en un tapón de autos en San Juan para poder comprar algo de carne. Esto es algo de todos los días", cuenta al teléfono Raúl Armando López, ingeniero eléctrico de 58 años.

La falta de alimentos es otro de los problemas que aqueja a los puertorriqueños. "No hay frutas, no hay vegetales, no hay carne fresca, solo hay cosas enlatadas y se raciona. Aún en el área metropolitana, donde yo vivo, el supermercado nos raciona los alimentos", sostiene Maricelis Rivera. "Nos gustaría poder comer otras cosas además de la salchicha y la jamonilla, que no son alimentos saludables. Eso afecta a las personas que padecemos de colesterol alto", acota Velasco-Roman.

Para esta escritora, "lo más difícil ha sido despegarse de los amores. Dejar ir a la madre, al hijo, en el aeropuerto, porque ellos también exploran otras opciones. Eso es lo que más ha dolido", cuenta. Su madre se fue a EE.UU. ante la dificultad de recibir atención médica y su hijo tomó el mismo camino para buscar trabajo. Según cifras de Florida, 58.000 puertorriqueños han dejado la isla para instalarse en ese estado. Pero se esperan más, muchos más.