Dijo que no quería la división de Ucrania, pero recalcó que Crimea será a partir de ahora "parte integral de Rusia, como lo ha sido siempre". En un desafío a Occidente y apenas dos días después del referendo en la república autónoma ucraniana, el Presidente ruso, Vladimir Putin, firmó ayer un decreto histórico para que Crimea se anexe a la Federación Rusa. En una sesión conjunta del Parlamento en el salón San Jorge del Kremlin, conocido por sus colores oro y blanco, Putin dijo que el nuevo gobierno de Ucrania ignoró los derechos de los rusos étnicos e insistió en que la consulta se apegó al derecho internacional y al derecho a la autodeterminación.
"Es un día de alegría, de fiesta. Después de una larga, difícil y agotadora travesía, Crimea y Sebastopol vuelven a las orillas de la patria", afirmó Putin, quien fue ovacionado por unas 120 mil personas reunidas en la Plaza Roja. Crimea, donde Moscú tiene su flota naval del Mar Negro, ha sido parte de Rusia desde el siglo XVIII. Pero en 1954 el entonces líder soviético Nikita Kruschev, transfirió esta península a Ucrania. Según Putin, aquello fue un "error histórico".
"Hay tumbas de soldados rusos cuya valentía hizo que Crimea se integrara al imperio ruso en 1783", agregó Putin, quien tocó la fibra de la sensibilidad rusa para defender la reintegración, según la agencia France Presse. Poco después, el Ministerio de Defensa de Ucrania autorizó el uso de la fuerza en Crimea tras la muerte de un soldado ucraniano en la base de Simferopol. Así, el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, dijo que el conflicto había pasado de la "fase política a la militar". A su vez, la cadena CNN señaló que Putin podría concretar sanciones contra funcionarios estadounidenses.
La ocupación de Crimea por parte de Moscú ha provocado la mayor crisis entre "Este y Occidente" desde el final de la Guerra Fría en los 90. En una fuerte reacción, la Casa Blanca calificó el accionar de Putin como "una amenaza para la paz", mientras que la Unión Europea advirtió que "ni reconoce ni reconocerá" la anexión de Crimea. Si el año pasado la situación en Siria ya había agregado más tensión a la delicada relación entre Estados Unidos y Rusia, lo ocurrido en Crimea sitúa los lazos a un momento sin precedentes desde el colapso de la Unión Soviética. "Este es probablemente el momento más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba (1962). La clave es si Putin intenta moverse en el resto de Ucrania", señaló a La Tercera el analista estadounidense Clyde Wilcox, de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.
Para John Pitney, del Claremont McKenna College de California, "a estas alturas, Estados Unidos puede hacer muy poco. Putin tiene la ventaja de ser local. Los estadounidenses no tienen apetito para una intervención militar. Y hay límites a las sanciones económicas debido a que muchos norteamericanos se benefician de los intercambios comerciales con Rusia".
Otra visión posee William B. Allen, de la Michigan State University. Este cientista político afirmó a La Tercera que "esto no es Serbia en 1914", aludiendo al origen de la Primera Guerra Mundial. "Ni EE.UU. ni Europa tienen la voluntad de reaccionar seriamente al movimiento ruso. El deseo ruso de anexar Crimea era completamente previsible. No hubo ningún intento de Occidente para advertir a Moscú hasta que Rusia actuó. Occidente no podrá interponer ningún obstáculo grave para los procedimientos de Rusia", señaló Allen, quien señala que "los lazos económicos tienen un papel en esta dinámica, pero la falla más grave es el declive militar de Occidente, que no tiene la capacidad de contener a Rusia y Putin lo sabe".