Non bis in idem, dice en latín el concepto en derecho en el que una persona no puede ser juzgada dos veces por la misma causa. Sin embargo, eso no se le aplicó al líder de la oposición rusa, Alexei Navalny, quien fue condenado ayer a cinco años de prisión en suspenso por desvío de fondos y a pagar una multa de 500.000 rublos (US$ 8.440).
El reconocido bloguero está acusado de haber organizado en 2009 el desvío de unos US$ 500.000 en detrimento de una empresa pública de explotación forestal, cuando era consultor del gobernador liberal de la región de Kirov, a 900 km al este de Moscú. Navalny ya había sido condenado y juzgado por el mismo proceso en 2013, pero el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo lo invalidó en 2016, por irregularidades de procedimiento. El dictamen de ayer llega justo cuatro días después de que abriera su primera oficina regional de campaña en San Petersburgo de cara a las elecciones de marzo de 2018.
Para los analistas la sentencia pone en suspenso la participación del líder de 40 años en los comicios que tiene como objetivo desafiar al candidato del Kremlin, que aún no está definido. Esto porque -según explica la BBC- queda en entredicho la legalidad de su candidatura ya que bajo la ley rusa se prohíbe que cualquier persona se presente como candidato para la presidencia si es condenado por un crimen serio. También se prohíbe la participación en la elección a alguien que está físicamente en prisión, aunque en este caso Navalny cumplirá libertad condicional.
El portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, desestimó las preocupaciones sobre la ausencia de Navalny y la legitimidad de la elección. "Creemos que cualquier preocupación sobre esto son inapropiadas", dijo.
"A partir de mañana, el Kremlin comenzará a cantar su melodía, según la cual no tengo derecho a participar en la campaña. Pero la Constitución reza que todo aquel que no se encuentre en prisión tiene derecho a presentarse", dijo Navalny.
El político se convirtió en uno de los más prominentes opositores en 2008 cuando comenzó a denunciar en un blog las malas prácticas y la corrupción en las empresas estatales. Luego su figura alcanzó preponderancia en las protestas de 2011 y 2012 y desde entonces ha sido uno de los mayores críticos del Presidente Vladimir Putin.
En 2013, se presentó como candidato a alcalde de Moscú obteniendo 27,3% de los votos, lo que fue considerado el mayor éxito de la oposición en la era Putin, según el diario The Moscow Times.
La sentencia de Navalny llega en un momento complejo para la oposición. Otro de sus líderes, Vladimir Kara-Murza, se encuentra en coma, causado por un veneno desconocido, dijo el lunes su esposa.
Kara-Murza se enfermó el jueves de la semana pasada -según el diario The New York Times- desconcertando a los médicos sobre sus síntomas, al tiempo que lo mantienen vivo con respirador artificial. El hombre de 35 años presentó similares síntomas en 2015 y después señaló que lo habían envenenado. Por ese entonces, un laboratorio francés encontró niveles elevados de metales pesados en su sangre, pero no pudieron determinar el veneno. De hecho, los doctores concluyeron que la causa de su estado fue "una aguda intoxicación por una sustancia no identificada".
Antes de enfermarse, se encontraba en Rusia viajando por distintas ciudades para promocionar el documental sobre Boris Nemtsov, líder opositor que fue asesinado a tiros en un puente cerca del Kremlin, hace dos años.
The Times dice que el mes pasado, Kara-Murza le envió una carta al Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos durante las audiencias de confirmación de Rex Tillerson para secretario de Estado. "Existen mayores riesgos que la difamación o la cárcel para aquellos que se oponen al régimen", señaló.
Según CNN, el caso recuerda la muerte en Londres del ex agente ruso Alexander Litvinenko en 2006. Una investigación británica encontró que dos ex agentes rusos eran responsables de envenenarlo con isótopo de polonio-210. Su reporte final concluyó que Putin estaba "probablemente" informado de la operación.
La Cancillería rusa descartó la investigación británica y señaló que tenía motivaciones políticas y el Kremlin sostuvo que Rusia no estaba implicada.