Las autoridades rusas están montando un verdadero cerco de seguridad en torno a la ciudad de Sochi, donde se celebrarán, del 7 al 23 de febrero, los Juegos Olímpicos de Invierno. Eso, porque el Presidente Vladimir Putin quiere impedir a toda costa cualquier acto de violencia -como los dos atentados de la semana pasada en Volgogrado, que dejaron 34 muertos- que empañe este evento deportivo, que apuesta a ser una carta de presentación de la actual Rusia en el mundo y que podría definir el legado del mandatario.
Con ese fin, las fuerzas rusas ya se encuentran esta semana en alerta de combate, endurecieron las restricciones de acceso a la localidad del mar Negro y limitaron el movimiento de sus residentes. La prensa rusa ha relacionado las medidas preventivas con la amenaza de los extremistas islámicos del Cáucaso Norte.
Las autoridades han desplegado un amplio contingente de 30.000 policías y tropas del Ministerio del Interior adicionales en Sochi, con lo que el personal de seguridad para los Juegos Olímpicos se eleva a unos 37.000 oficiales, según fuentes rusas. Sin embargo, al momento del evento deportivo habrá 70.000 hombres responsables de la seguridad, entre los que se incluyen agentes de las Fuerzas Armadas y del gobierno.
Las medidas de seguridad especiales, ordenadas por Putin en un decreto en agosto, regirán hasta el 21 de marzo. Sobre la base de ese decreto, los únicos vehículos terrestres que podrán ingresar a Sochi serán los registrados oficialmente en la ciudad o acreditados para los JJ.OO. o servicios esenciales. Hasta ahora han sido autorizados a transitar 12.000 vehículos. Por este motivo, los negocios recibieron órdenes de abastecerse para subsistir sin envíos externos por algunas semanas. Además, los visitantes tendrán un plazo de tres días para registrarse ante las autoridades locales o ser expulsados.
Los movimientos serán controlados con más fuerza en varias zonas de alta seguridad, a las que sólo podrán ingresar las personas acreditadas para los Juegos. Las zonas incluyen una gran extensión, que alcanza la frontera sur del país con Abjasia, en la vecina Georgia, a unos 40 kilómetros.
Habrá vigilancia satelital y decenas de drones y cazabombarderos sobrevolarán la zona. También se han desplegado tropas y baterías antiaéreas para proteger el evento ante un posible ataque aéreo. La costa estará siendo patrullada por embarcaciones militares y submarinos.
El inédito dispositivo de seguridad en la historia olímpica, que tendrá un costo de US$ 3.000 millones, se suma al récord ya existente que transformará a Sochi 2014 en los Juegos más costosos, con un gasto superior a los US$ 50 mil millones. El plan será coordinado por el Servicio Secreto local (FSB), que podrá interceptar todas las comunicaciones telefónicas y por internet. En toda la ciudad han sido instaladas 1.400 cámaras de video.