En lo que podría ser una prueba de parte de Moscú para saber hasta dónde puede llegar ahora que Donald Trump está en la Casa Blanca, el diario The New York Times aseguró que Rusia desplegó en secreto un misil de crucero pese a que Estados Unidos considera que supone una violación de un tratado sobre control de armas firmado por ambos países hace tres décadas.
Se trata de un programa de misiles de medio alcance que Rusia lleva probando desde hace al menos tres años y que ahora ya está en fase "operativa", según fuentes de inteligencia estadounidenses. El Times sostuvo que el programa ruso tiene ya dos escuadrones de esos misiles, uno de los cuales fue desplegado recientemente a un punto no identificado de ese país, mientras que el otro permanece en el polígono militar Kapustin Yar, en la región de Astrajan.
Para la Casa Blanca, el despliegue de ese misil de crucero supone una clara violación del Tratado INF para la eliminación de misiles nucleares de mediano y corto alcance, firmado en 1987 por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.
Según The New York Times cada uno de los escuadrones cuenta con cuatro plataformas de lanzamiento móviles y un "amplio" suministro de misiles. De confirmarse el programa ruso supondría una gran preocupación para el Pentágono, que baraja varias opciones de respuesta, como el despliegue de defensas antimisiles adicionales en Europa o de misiles de crucero de base terrestre o aérea.
El despliegue del misil supone una prueba para Donald Trump, eso porque el mandatario republicano aboga por un acercamiento al Presidente ruso, Vladimir Putin, y por lograr nuevos acuerdos de reducción armamentística.
Además el movimiento se conoce en plena crisis en el gobierno de Trump, por la renuncia de Michael Flynn como consejero de Seguridad Nacional tras conocerse que, tras las elecciones y antes de asumir el cargo, tuvo contactos con el Kremlin, conversó con funcionarios rusos sobre las sanciones impuestas contra Moscú y que mintió al respecto a altos cargos de la Administración.
El vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo este martes que el Presidente Trump sabía hace semanas que Flynn no le había dicho la verdad sobre sus conversaciones con el embajador de Rusia, y le solicitó la renuncia después de confirmar que no podía confiar en él.
La salida de Flynn demuestra que las viejas reglas de la política en Washington siguen válidas pese a la llegada de un gobernante con un estilo menos tradicional en la Casa Blanca.