"Nos habría llevado mucho más, muchísimo más recuperar esto si no hubiera sido por los ataques aéreos", decía un comandante peshmerga (fuerzas kurdas en Irak), mientras avanzaba entre los escombros.
Estaba en el hospital en obra en la ciudad de Rabia, donde combatientes del grupo autodenominado Estado Islámico (EI) consiguieron resistir tres días los ataques de las fuerzas kurdas que intentaban recuperar la ciudad fronteriza la semana pasada.
Por Rabia pasa la principal carretera que une las dos más importantes ciudades del norte del mundo árabe: Mosul en Irak y Alepo en siria.
La batalla por el hospital en el que se habían apostado los combatientes de EI da cuenta de la efectividad de los ataques aéreos que, dicen los kurdos, aceleraron su operación y posiblemente les permitió evitar perder más hombres.
Pero las limitaciones del apoyo de la coalición encabezada por Estados Unidos a los kurdos quedaron patentes tan sólo 10 km al este, en la carretera que va desde Tal Afar (en manos de EI) y Mosul.
COCHES BOMBA
El día en que cayó Rabia, los kurdos dicen que una barricada que habían levantado en el camino para prevenir que EI trajera refuerzos fue atacada por no menos de siete coches bomba suicidas.
Varios de los ataques fueron repelidos cuando los peshmerga dispararon y mataron a los atacantes que viajaban en vehículos civiles antes de que pudieran detonar las bombas.
Pero un cambión cisterna con cabina blindada desafió todo lo que le lanzaron los kurdos.
Chocó contra la barricada, golpeando uno de los coches bomba y causando una explosión que destrozó varios vehículos peshmerga.
Entre los diez miembros de las fuerzas especiales de elite kurdas que murieron en la explosión estaba uno de sus comandantes, el general Shaikh Omar Babkai, a quien un equipo de la BBC había grabado tan sólo dos semanas antes, durante una visita del presidente de Kurdistán, Masoud Barzani, al frente de batalla.
UN JOVEN DE 17 AÑOS
Tras la muerte de Babkai, un veterano peshmerga que fue herido cinco veces durante los años en que combatió contra las fuerzas de Sadam Hussein, viajamos hacia su pueblo natal, Mamola, en el montañoso norte del país, cerca de la frontera con Turquía, donde hablamos con su hermano Samad.
Samad también forma parte de la peshmerga y el único hijo de Babkai, Mir Khan, de 17 años, se está preparando para unirse a sus filas cuando termine sus estudios.
"Estamos orgullosos de que se haya martirizado así y estamos listos para ofrecer más sacrificios para proteger y liberar Kurdistán", dijo Samad.
"Pero hay una deficiencia en nuestras armas. Si hubiera tenido armas más avanzadas mi hermano no habría muerto y el enemigo habría sido aplastado mucho más rápido".
"Sólo la peshmerga es seria en el combate contra EI", agregó.
"Si tuviéramos las armas que se le dieron al ejército iraquí, habríamos destruido a los terroristas hace tiempo".
DESAFIANDO A LA MUERTE
En Mazne, un pueblo cercano en esta región kurda, un sobreviviente de los ataques suicidas a Rabia se hacía eco de esas palabras.
Nabih Hassan estaba con otros tres peshmerga, todos de la misma familia de Mazne, en uno de los vehículos destruidos por la explosión.
Fue gravemente herido y el único sobreviviente de los cuatro.
"Si hubiéramos tenido armas más sofisticadas, como misiles capaces de penetrar blindajes, podríamos haber volado el camión cisterna mientras todavía estaba lejos, antes de que nos alcanzara", dijo.
ARMAS EFECTIVAS
"Están preparados para morir, aman la muerte y es difícil detener a un enemigo que quiere morir", dijo Masrour Barzani, jefe de seguridad e inteligencia del Kurdistán iraquí, acerca de los combatientes de Estado Islámico.
"Este es el enemigo al que nos enfrentamos, aman matar, aman morir y, desafortunadamente, tienen acceso a las armas que necesitan para combatir".
"El problema es que ahora el tipo de apoyo y armamento que recibimos no está al nivel en que pueda servir a la peshmerga a combatir contra su enemigo, especialmente cuando tienen vehículos blindados".
"No hemos pedido fuerzas terrestres. Nuestras fuerzas peshmerga están aquí, dando sus vidas y todo lo que necesitamos del resto del mundo es que nos ayuden con armas efectivas a proteger a esa gente que pelea en su nombre, combatiendo a estos terroristas que vienen de todo el mundo".
EL FUTURO
Los líderes kurdos dicen que, además de armas capaces de penetrar blindajes que podrían detener a atacantes suicidas y otros ataques con blindaje, creen que una mejora en sus tanques y helicópteros les daría una mejor oportunidad de vencer a los extremistas.
Reconocen que para usar esas armas requerirían un profundo entrenamiento, algo que llevaría tiempo.
"Pero si no comenzamos ya no las tendremos el año próximo, cuando todavía seguirá esta guerra y las necesitaremos", dijo un alto funcionario.
"Será una lucha muy dura y perderemos gente", agregó Barzani.
"No estamos recibiendo lo que necesitamos. Los ataques aéreos son muy efectivos, estamos agradecidos y esperamos que continúen y se expandan, pero definitivamente hay mucho más por hacer, especialmente sobre el terreno".
Hasta ahora la mayoría de las armas que le llegaron a los kurdos desde el comienzo de la actual crisis se limitaron a armas ligeras y municiones, aunque Reino Unido envió 40 ametralladoras pesadas y Alemania está entrenando a la peshmerga en el uso de cohetes antitanques Milan.
*Este artículo está basado en un texto de Jim Muir, enviado de la BBC a la frontera entre Siria e Irak