La imagen en blanco y negro proyecta a Salvador Allende en guardia, con brío, preocupado. Lleva un fusil Kaláshnikov colgado al hombro, casco militar y el mentón arriba, mientras sus custodios del GAP vigilan las cornisas de los edificios que rodean la Plaza Bulnes.
Nos imaginamos el ambiente que envuelve al líder de la Unidad Popular: los disparos de fondo, las turbinas de los aviones sobrevolando el palacio presidencial, la incertidumbre que acaba de resolver en su discurso final, desde esa grabación en que la voz del expresidente resuena como la de un poeta beat.
En 1974, la imagen fue postulada por The New York Times al World Press Photo, donde resultó vencedora como "foto del año".
El diario estadounidense había comprado los negativos solo días después del golpe de Estado, pero se reservó el nombre del fotógrafo porque esa información podía matarlo.
Cuarenta y dos años después, la foto fue seleccionada por la revista Time como una de las cien más influyentes de la historia. Un drama que, como escribió García Márquez, "ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre".
El relato oficial dice que la mañana del martes 11 de septiembre de 1973, "cuando el palacio presidencial era bombardeado, Luis Orlando Lagos, fotógrafo oficial de Allende, capturó uno de sus momentos finales".
Sin embargo, el doctor en filosofía Hermes Benítez tiene otra versión.
Una historia familiar
En su libro Pensando a Allende: escritos interpretativos y de investigación, Hermes Benítez explica que el autor de la imagen no fue Lagos, sino que Leopoldo Vargas, especialista en fotografía aérea de la FACh fallecido en 2011.
En 1964, Vargas había sido asignado para trabajar como fotógrafo de la Presidencia, donde además de Allende sirvió a los presidentes Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva.
A través de un artículo publicado en 2012, titulado "Leopoldo Víctor Vargas: el fotógrafo de las últimas horas de Allende en La Moneda", Benítez da a conocer que "los hijos de aquel fotógrafo desconocido han decidido romper su largo silencio y relatar las precisas circunstancias en que su padre tomó, ocultó y reveló los negativos".
Según el autor de más de una veintena de ensayos y artículos en revistas especializadas, Vargas se preocupó de aclarar a sus hijos por qué tomó apenas seis fotos a pesar del carácter histórico que revestía la jornada: "Para responder a esa interrogante habría que considerar el ambiente de inquietud y nerviosismo que se vivía en ese momento al interior del Palacio de la Moneda".
Era tanta la tensión que "el presidente o cualquier miembro del GAP hubiera disparado contra cualquier persona que se interpusiera de forma sorpresiva".
La presencia de Vargas en La Moneda es confirmada por el documental Más fuerte que el fuego, las últimas horas en La Moneda, donde el médico Danilo Bartulín, que aparece de bigote en la fotografía, pone en contexto la imagen.
Poco después de las nueve de la mañana, cuando concluye su último discurso a través de Radio Magallanes y los aviones Hawker Hunter sobrevuelan los techos, Allende comienza una inspección de La Moneda.
"En este recorrido, un reportero de La Moneda tomó varias fotografías", dice Bartulín en el registro de los directores alemanes Walter Heynowski, Gerhard Scheumann y Peter Hellmich.
Historia a la venta
Según la información revelada por Benítez, Vargas disparó seis tiros y consiguió sacar el negativo a través de un colega: "Se había dado cuenta que la guardia de Palacio no estaba en sus puestos y que la puerta por la que había ingresado se encontraba semiabierta. Es entonces cuando decide aprovechar quizás la última oportunidad que tiene de abandonar el Palacio".
El fotógrafo utilizó su TIFA (Tarjeta de Identificación de la Fuerza Aérea) para correr y escapar hacia el Ministerio de Defensa. Y cinco días después, con los negativos en su poder, decidió ocultarlos en su casa de Maipú y esperar.
"Será posteriormente, en el laboratorio fotográfico del Edificio Diego Portales, al que (Vargas) había sido asignado después del golpe, donde, completamente solo, procederá a revelar y sacar las primeras copias de aquellas seis fotografías históricas del Presidente Allende", escribe Benítez.
Tiempo después, a través de Enrique Mella, "hombre de toda su confianza y a quien conocía por muchos años", Vargas vendió los negativos a un norteamericano —"probablemente Jonathan Kandell o uno de sus colaboradores", explica Benítez sobre el jefe de la oficina del NYT en Santiago—, a cambio de tres mil dólares.
Luego de la transacción, el último fotógrafo de Allende continuó trabajando para la Junta Militar en el edificio Diego Portales.
Un hombre de paz
No es la única polémica que rodea a la premiada foto de Allende. En 2008, el argentino Horacio Villalobos difundió una nueva imagen de La Moneda tomada el 11 de septiembre de 1973.
En la foto se ve al expresidente en el balcón del segundo piso del Palacio de La Moneda, saludando con el brazo derecho a un grupo de estudiantes que lo aplauden.
La Fundación Salvador Allende dijo a La Tercera en 2013 que la imagen de Villalobos es la última del líder socialista con vida.
Según el reportero gráfico, su foto "muestra a Allende realmente como era, un hombre de paz".