Han pasado ya varios días desde que estalló el conflicto por la repartición de los premios por la clasificación a Brasil 2014 y, hasta ahora, ninguna voz del plantel ha dado una sola explicación convincente. Las acusaciones de varios ex seleccionados se han multiplicado con el correr de las horas, amenazando la convivencia de un grupo que siempre, bajo el mando de Jorge Sampaoli, pareció alineado bajo una sola idea. Los argumentos que se han expuestos bien podrían pensar que el ambiente dentro del camarín de la Roja está complejo.

Sin embargo, en ninguna comida se ha tratado el tema. Menos en una reunión en la que todos hayan participado. Ni en Juan Pinto Durán ni tampoco en Talcahuano, donde anoche la Selección jugó con Venezuela. Todo un sello de este grupo, muy unido en la cancha, pero que al tomar las decisiones importantes, sólo una pequeña cantidad de jugadores participa.

Así viene ocurriendo desde la etapa pos Marcelo Bielsa. Tanto con Claudio Borghi como con Sampaoli se consolidó el liderazgo del grupo que precisamente estuvo presente en las clasificatorias a Sudáfrica y que hasta el día de hoy continúa en la Roja. Encabezados por Claudio Bravo, allí se alinean también Gary Medel, Arturo Vidal, Jorge Valdivia, Gonzalo Jara y Jean Beausejour. En su mayoría, con más de siete años en la Roja.

De todos ellos, los dos primeros son sin lugar a duda los que más peso tienen dentro y fuera de la cancha. Son los principales capitanes del equipo y quienes al mismo tiempo llevan la voz cantante ante los problemas. No fue casualidad que ambos, en septiembre pasado, ocuparan twitter para acusar a la marca deportiva que viste a la Selección de enviar indumentaria no oficial. Por si fuera poco, tienen muy buena relación con Sergio Jadue, presidente de la ANFP.

Además de ser los mayores, son quienes negociaron los incentivos económicos con los dirigentes en las eliminatorias pasadas y son el puente con Sampaoli al intentar flexibilizar las concentraciones. Fue precisamente éste el grupo que cambió el sistema de repartición de los premios por clasificar a Brasil y que hoy los tiene en la mira de varios ex seleccionados, más allá de que alguno de sus participantes, como Beausejour, fueron contrarios a tal decisión.

Lo que deciden, como en el caso de la nueva repartición de premios, no se vota. El resto sólo acata. O como Beausejour, realiza una queja privada. Este grupo, en el que también se integran con frecuencia Mauricio Pinilla, Fabián Orellana y Rodrigo Millar, revisa todo lo relacionado con el plantel a través de un whatsapp común. Incluso, allí se decide cuándo hablar o no con la prensa, y quiénes deben hacerlo. Aunque saben que no pueden controlar a todos.

La tribu Azul

En esa línea directa no participa ningún integrante de los denominados Hijos de Sampaoli. Ahí están, entre otros, José Rojas, Marcelo Díaz, Johnny Herrera, Eugenio Mena, Charles Aránguiz y Eduardo Vargas. Pese a que la mayoría es titular, ninguno participa de las decisiones. Sólo se les comunica lo que determinó el grupo dominante.

A ellos los une el paso por la U bajo la dirección del actual técnico de la Roja. Vivieron en carne propia durante la etapa de Claudio Borghi ser mirados de reojo, porque eran del riñón de Sampaoli, entonces enemigo público del ex seleccionador. Quizás por eso siempre se mantienen al margen del grupo dominante, más allá de que la convivencia interna es buena con ellos.

"Ese grupo tiene vida propia. Son más rebeldes. Se llevan bien con todos, pero marcan distancia. Hablan en la cancha y la verdad es que así son felices", cuenta un integrante de la Selección, quien sostiene que a este grupo se le suele sumar Mauricio Isla, uno de los que prefiere vivir en su propio mundo. También participa Miiko Albornoz, muy cercano a Rojas tras compartir habitación en Belo Horizonte.

Algo similar a lo que pasa con Alexis Sánchez, que pese a tener un peso específico, por ser el mejor del equipo, no se siente representado por ningún grupo. Participa poco y nada de las actividades fuera de la cancha que se llevan a cabo en la concentración. Sólo piensa en jugar y jugar, y levanta la voz cuando algo le molesta. Como sucedió en el Bautizazo, cuando encaró a los protagonistas del episodio, y después del partido con Bolivia, cuando, enojado por el rendimiento del equipo, pidió la vuelta de Jorge Valdivia.

Habrá que ver si la polémica originada por la repartición de los premios cambia la forma de relacionarse entre los jugadores en la Selección. Quedó claro que la forma de llevar al grupo involucró a todos en un problema ante los ojos de los hinchas. La decisión está en manos de un plantel que en la cancha está muy unido, pero que afuera parece tener algunas grietas.