Murió de tuberculosis por consumir leche no pasteurizada o fue a causa de una complicación hormonal conocida como la enfermedad de Addison. Otros dicen que murió de cáncer... Con el paso de los años -y los siglos- la causa del deceso de la escritora Jane Austen (1775-1817) se vuelve al mismo tiempo más intrigante y más compleja de determinar.
Con solo 41 años escribió su testamento, en el que legó todo a su "queridísima hermana Cassandra", quien además se convertiría en la albacea de su obra. Sus últimas palabras fueron: "No deseo nada más que la muerte". En ese entonces su causa de fallecimiento ya era un misterio y se estableció como indeterminada. Han pasado 200 años y tanto su obra, que incluye célebres títulos como Orgullo y prejuicio (1813), Emma (1815) y Persuasión (1818, obra póstuma), como el misterio en torno a su muerte siguen vigentes.
La investigadora Sandra Tuppen, curadora de los archivos y manuscritos de la British Library (Biblioteca Británica), trabajó con la ayuda del oftalmólogo Simon Barnard para examinar tres pares de anteojos que pertenecieron a Austen y que se conservan junto a otros objetos de su legado. A través de esta investigación, Tuppen llegó a la conclusión de que la autora habría muerto por una intoxicación accidental con arsénico.
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Escritorio portátil y tres pares de anteojos que pertenecieron a Jane Austen.[/caption]
Según Barnard consignó a The New York Times, la visión de la escritora se fue deteriorando exponencialmente en sus últimos años de vida, cuestión que se condice con la correspondencia que se guarda de ella, en la que relata a su hermana sus problemas de visión. A partir de las gafas, que tienen diferentes grados de corrección, el especialista cree que Jane Austen sufría de cataratas. A raíz de este descubrimiento Tuppen afirma que "las cataratas son indicativas de un envenenamiento por arsénico".
Se consideró la posibilidad de que las cataratas hayan sido causadas por diabetes, pero fue descartada, ya que tendría que estar muy avanzada, y, posiblemente, la autora no habría sobrevivido el tiempo suficiente para tener diferentes grados de gafas.
Barnard sugiere entonces que, si Austen tuvo cataratas, la enfermedad fue causada por un envenenamiento accidental por algún metal pesado, como el arsénico, ya que la sustancia era común en los remedios, en el agua e incluso en el papel mural de la época.
Ya en 2011 la novelista Lindsay Ashford había planteado la posibilidad de la muerte por arsénico en su libro La misteriosa muerte de la señorita Austen. Esta autora, que se mudó a la casa de Jane Austen, descubrió cartas escritas por la autora en que relataba que tenía manchas negras y blancas en la piel, síntomas que causa el envenenamiento por arsénico. Ashford, eso sí, sugirió que el envenenamiento había sido intencional, y no accidental como Tuppen plantea esta vez.