El 23 de octubre de 2003, apenas cuatro meses después de la muerte de Foé en Lyon, Manuel Mondaca Silva, un joven arquero de la serie Sub 17 de Unión Española, perdió el conocimiento durante una práctica. Fue trasladado de urgencia a la Clínica Dávila, pero murió de camino.
Once años después, el 3 de septiembre de 2014, el futbolista Carlos Barra, del modesto Deportes Maipo Quilicura, sufrió una insuficiencia cardíaca durante un amistoso ante Palestino. Los servicios médicos trataron de reanimarlo, pero el jugador de 23 años falleció en un costado de la cancha. El fútbol chileno también sabe lo que es vestirse de luto. Como cualquiera. Como todos. Pero 14 años después del deceso de Foé, y de Manuel, y de Carlos, las bases del campeonato nacional promulgadas por la ANFP no hacen referencia explícita en ninguna parte a los protocolos de emergencia médica, ni a los requisitos mínimos instrumentales, ni a los hipotéticos paros cardiorrespiratorios, ni a los desfibriladores.
El artículo 7.2, relativo a las inscripciones de los jugadores, menciona la obligatoriedad de presentar un "certificado médico completo" de cada futbolista. El 20.2, referente a los "estadios, partidos y programaciones", alude someramente al hecho de que los clubes locales "deben disponer de una ambulancia equipada debidamente y con la asistencia de un médico de turno" (sin entrar en detalles a propósitos de dicho equipamiento). El 32.1 se limita a advertir a los clubes de que deben designar "a un director de turno para hacer cumplir y completar el checklist del partido". Una reglamentación más bien parca y difusa, máxime cuando el artículo 5 deja bien claro que los torneos deben atenerse a la regulación "de los estatutos y reglamentos de la FIFA". Como la de contar con desfibriladores en cada club profesional y recinto deportivo.
"Todos los clubes tenían desfibrilador cuando yo hacía el checklist. Al margen de la ambulancia, que es un servicio extra. En Chile siempre se cumplió con esa normativa FIFA. Absolutamente", asegura al respecto Waldo Arriagada, comisario de la ANFP hasta 2013, antes de que dicha figura fuese relegada por la del actual "director de turno", designado por cada entidad local.
Una tesis que corrobora hoy Rafael Gutiérrez, médico de Colo Colo: "Aquí tenemos desfibriladores. Lo tiene el primer plantel, el fútbol joven y el fútbol femenino. Y el Monumental tiene dos, ubicados en dos puntos estratégicos, para atender urgencias en el público. Y en los últimos cinco años todos los estudios cardiovasculares en deportistas se han intensificado".
Y también Sebastián Barrientos, prometedor delantero de la UC que debió abandonar el fútbol con apenas 20 años tras sufrir dos tromboembolismos pulmonares. Y quien hoy se desempeña como técnico en las divisiones menores cruzadas: "La primera trombosis me dio en una amistoso, en Coquimbo, y la segunda, entrenando en San Carlos, pero son afecciones tan específicas que son difíciles de identificar aunque se realicen los exámenes que pide la FIFA. No sé cómo será en otros clubes, pero aquí, por suerte, tenemos desfibriladores en todas las divisiones, y también en el estadio. Recibimos cursos de primeros auxilios anualmente y cualquier funcionario tiene el certificado y está preparado para realizar una reanimación cardiopulmonar".
Unas tesis que contrastan con el testimonio de José Ganadarillas, presidente de Deportes Valdivia, que no cuenta todavía con un desfibrilador para intervenir en caso de emergencia cardiorrespiratoria: "Para ser bien honesto, lo vamos a comprar ahora, pero el costo es de millones de pesos por que hemos estado cotizando. Para los partidos uno llama a la ambulancia, que siempre está pendiente, pero uno en propiedad del club aún no lo tiene".
En opinión de Luis Vergara, médico de la UC, el fútbol chileno tiene ahora más conciencia en materia de realizar chequeos médicos pre participativos, pero sigue adoleciendo de educación y formación: "Aún no estamos plenamente concienciados de lo que significa prevenir la muerte súbita. En otros lugares, como Europa o Norteamérica,hay más conciencia, hay desfibriladores, protocolos de emergencia. Son muy pocos los clubes preparados para atender una emergencia de ese tipo. No hemos tenido todavía un caso mediático en el fútbol chileno para generar más conciencia, y ojalá no se produzca, pero todavía estamos al debe. Hay quienes ven aún un desfibrilador como un gasto innecesario y no como una herramienta para evitar muertes".
Según un estudio, entre 2002 y 2010 se registraron en Chile más de 300 casos de muerte súbita entre la población de 12 a 35 años. 47 de ellas practicando deporte. Que la muerte súbita deje de sorprender al fútbol sigue estando al alcance de la mano.