Hasta la mañana del viernes 7 de octubre de 2016, sólo 22 chilenos se habían coronado campeones mundiales en algún tipo de deporte. Ese día, sin embargo, y en el desierto de Marruecos, Pablo Quintanilla engrosó el listado. El piloto (Valparaíso, 1986) llegó hasta la quinta y última fecha del Mundial de Rally liderando la tabla y se enfrentó al mismo escenario que en 2015.
Esta vez, y a diferencia del año anterior, Quintanilla no se cayó ni cometió errores. Hizo, diría luego, una carrera moderada, aceleró con prudencia y se sintió un hombre maduro. Así, sin caer en excesos, el porteño llegó tercero y sumó los puntos necesarios para pasar a la historia: campeón mundial de cross country y el chileno 23° en alcanzar un título planetario.
El hito generó en Chile una atención inusitada para el motociclismo, acaparó portadas e, incluso, un cúmulo de reporteros y cámaras de TV llegó al día siguiente al aeropuerto para recibirlo.
Antes del tercer lugar en Marruecos, Quintanilla había conseguido un tercer puesto en Emiratos Árabes, el segundo lugar en Qatar y el triunfo en el rally de Atacama. Eso, sumado al podio en África, le valió el título. "Llamé a mí polola, después a mis papás para agradecerles. Creo que fue el día más feliz de mi vida", dijo Quintanilla.
El título mundial fue para el piloto la coronación de una carrera breve pero exitosa: ya sumaba una serie de triunfos en el circuito nacional de motocross y buenas actuaciones en mundiales; en rally, en tanto, había ganado el Desafío del Desierto en Iquique; mientras que en el Dakar se había adjudicado más de una etapa y siendo tercero en 2016.
Después del Mundial, en el horizonte de Quintanilla aparece la edición 2017 del Dakar. Confiesa que, actualmente, es su gran obsesión y, quizás, lo único que le falta por ganar. Y aunque no se fija el título como una obligación, sí piensa en superar el tercer lugar obtenido en 2016. "Este año voy como favorito absoluto, hay más nervios. Pero uno tiene que aprender a llevar estas cosas para que no te afecten", avisó el piloto. Sin caer en la falsa modestia, además, reconoció que se siente entre los mejores pilotos chilenos de la historia: "Soy uno de los referentes del motociclismo en Chile y recién tengo 29 años. Todavía me quedan muchas cosas por aprender".