Un litro y medio de bebidas alcohólicas, por semana, ingiere un bebedor joven en Chile.

Y si hubiera que describir parte de su perfil, se podría afirmar que pertenece a un nivel socioeconómico alto y reside en grandes ciudades de la zona central y sur del país.

Estos son algunos de los datos que arroja la Encuesta Nacional del Consumo de Alimentos, entregada esta semana por el Ministerio de Salud, que analizó los hábitos alimenticios de la población en el país e incluyó al alcohol dentro de estudio.

En el trabajo se consultó sobre la cantidad y frecuencia con que se bebió durante el último mes. Se descubrió que un 56,9% del grupo entre los 19 y 29 años dijo consumir estos productos y, a partir de esa edad, se aprecia una tendencia a la baja, fundamentalmente alrededor de los 50 años (ver infografía).

Esta conducta ya había sido reflejada en la Encuesta Nacional de Salud, en 2011, la que dio cuenta de que los menores de 24 años presentan la más alta ingesta de alcohol en la población, con un promedio de 124 gramos por semana, muy por sobre otros segmentos etarios, que beben entre 74 y 95 gramos en el mismo período.

Precisamente, en la Encuesta Alimentaria, los adolescentes entre los 14 y 18 años aseguraron ingerir casi 150 mililitros por día (un vaso o unidad estándar), lo que implica -de acuerdo a la investigación- que se consume un litro de bebidas alcohólicas por semana.

La medición también abordó la conducta según nivel socioeconómico de la población: el sector alto aparece como el que declara una mayor prevalencia (42,1% afirma que lo hace), mientras que en el nivel socioeconómico bajo, se llega a 30%. Según expertos, preocupa este último sector: allí se consume una mayor cantidad de bebidas, si se compara con el resto de los grupos.

DIFERENTES EFECTOS

Lorena Rodríguez, jefa de Nutrición de la cartera sanitaria, advirtió sobre otro antecedente: uno de los grupo que más ingiere, también es uno de los que más nutrientes críticos come, entre los que se cuentan azúcar, sodio y grasas saturadas, lo que lleva a desarrollar enfermedades crónicas en la vida adulta.

"Un gramo de alcohol otorga nueve calorías por gramo, es decir, más que cualquiera de esas sustancias, y desde el punto de vista de la obesidad también es importante", añadió la autoridad.

Pablo Norambuena, asesor del Departamento de Salud Mental de la cartera de Salud, afirmó que preocupa el consumo excesivo en jóvenes, pues "tomar alcohol genera un efecto negativo en la salud, especialmente en el sistema nervioso central, es un riesgo sicológico y físico".

Añadió que existe un problema adicional para los adolescentes: "cuanto toman en exceso tienden a ser discriminados, especialmente las mujeres". Agregó que en la atención primaria existe un plan de detección de bebedores en 132 comunas, para el grupo entre los 15 y 44 años, donde se les realizan intervenciones, que incluyen conversación con un profesional y la advertencia sobre los eventuales peligros.

Norambuena señaló que la prevención que pueden hacer las familias se contrapone a organizaciones que se han visto en las últimas semanas, que se oponen a la restricción a la venta de alcohol en algunas comunas: "¿Cómo se le puede explicar a un adolescente que no puede tomar, cuando hay personas que defienden que haya locales abiertos para comprar?".

PRECIO Y DIFUSIÓN

Otro antecedente que mostró la investigación es el lugar donde ingiere más alcohol. El 36,8% de los habitantes de zonas urbanas afirma que consume, mientras que en el área rural, un 25,7%  declara beber y en mayor cantidad.

¿Por qué hay un consumo tan alto de estas bebidas en el país? Paula Margozzini, investigadora del Departamento de Salud Pública de la U. Católica, explicó que hay varios factores que inciden. Uno de los más relevantes es el bajo precio del alcohol y la gran cantidad de locales y horarios de venta, como supermercados, estaciones de servicio y botillerías, entre otros.

Destacó que los chilenos son sensibles al costo de este producto, lo que se refleja -según la encuesta- en que la población de altos ingresos consume más frecuentemente. Sin embargo, añadió que "el mayor daño que hace el alcohol es a los más pobres, porque tienen mayores factores de riesgo adicionales, como obesidad, depresión e hipertensión, entre otros". Agregó que la edad a la que se puede adquirir licor (18 años) y la publicidad enfocada en menores en el deporte, generan una alta aceptación del consumo a nivel social. En contraste, en otros países no se permite avisar en eventos relacionados con la actividad física.

Nelly Alvarado, coordinadora de Salud Pública de la U. Diego Portales, señaló que en el sector público no hay una cobertura integral de las enfermedades ligadas al exceso de estas bebidas: "Muchas veces no son abordadas en el tiempo que corresponde y hay listas de espera. Muchos abandonan los tratamientos".

El consumo perjudicial en menores de 20 años está incluido en el Plan Auge, con atención garantizada, aunque no hay cifras de cuántos pacientes están aguardando ser atendidos. Añadió que debe haber un programa con financiamiento.  Margozzini, en tanto, apuntó a que en la sociedad chilena existe una aceptación a beber, lo que se denomina "estrategia de afrontamiento global": "Se tiene este hábito, para celebrar o para los malos momentos. En diversas experiencias se incorpora la ingesta de alcohol".