La epidemia del ébola que avanza imparable en África Occidental desde hace siete meses ha comenzado a desbordar los límites de la emergencia sanitaria y amenaza con sumir en una honda crisis política y económica a los países más afectados, Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry.
El peor brote de ébola conocido en la historia ha matado ya a 3.879 personas de 8.033 contagios registrados, principalmente en estos tres países de África Occidental, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud.
El virus se ha cebado especialmente con Liberia, país donde la epidemia ha causado al menos 2.210 muertes, mientras no consigue mejorar su respuesta sanitaria, con solo 620 camas de hospital, el 21 % de las que necesita el país.
La crisis sanitaria de Liberia ha adquirido una dimensión política después de que la presidenta, Ellen Johnson-Sirleaf, haya solicitado al Parlamento la suspensión de las elecciones al Senado, previstas para el próximo día 14.
El estado de emergencia justifica, a su juicio, el retraso de los comicios hasta que Liberia haya superado el caos, o al menos haya recuperado la atmósfera política "libre, abierta y transparente" que debe imperar ante la celebración de unos comicios, argumenta.
Sin embargo, la oposición ha acusado a la mandataria de haber abierto "una guerra clara contra la libertad civil del pueblo de Liberia", según el presidente de las Juventudes del opositor Congreso para el Cambio Democrático, Jefferson Koijee.
"La carta de la presidenta interpreta que estamos al borde del caos. Queremos advertir de que cualquier acción que amenace los derechos del pueblo de Liberia provocará un gran enfado", avisó Koijee, en declaraciones recogidas hoy por la prensa local.
También el Consejo Nacional de la Sociedad Civil de Liberia (NCSCL) cree que la solicitud presidencial "amenaza la libertad civil, la estabilidad del Estado, y ataca al centro del sistema democrático".
Según el activista y abogado experto en derechos humanos Tiawon Gongloe, el Senado actual no tendrá mayoría suficiente para actuar en nombre del Estado, y cualquier decisión que adopte será ilegal.
Lo cierto es que la Comisión Electoral no ha podido actualizar el censo electoral, ni reclutar a vocales para los colegios y ni siquiera importar las papeletas para ejercer el voto por las restricciones de contactos y viajes.
En Sierra Leona, también con una ínfima capacidad hospitalaria (del 26 %), el problema estos días no han sido tanto los enfermos como los muertos, cuyos cadáveres han sido abandonados en casas y calles por la huelga de enterradores.
La cifra de muertes (1.148) podría multiplicarse por el efecto de los cuerpos en descomposición que no fueron evacuados entre el lunes y el miércoles debido a los paros del equipo gubernamental de enterradores, que exigían el pago del salario de la última semana.
Guinea Conakry, cuna del brote, ha registrado sin embargo menos fallecidos (768) que sus vecinas meridionales, aunque lucha todavía para convencer a su población de la existencia real del ébola.
El presidente del Parlamento guineano, Claude Kory Kondiano, responsabilizó a "ciertas elites" de fomentar las reticencias contra las medidas adoptadas para combatir el virus, según recoge el diario local "Guinée News".
Son, dijo, "pirómanos" que alientan sucesos como la muerte de una misión de sensibilización con profesionales sanitarios y periodistas el pasado septiembre en N'Zérékoré (sureste).
La inestabilidad política en la zona podría exacerbarse por la debacle económica: el ébola costará 32.000 millones de dólares a finales de 2015 si se extiende por el resto de la región, según el Banco Mundial.
Los temidos efectos económicos llevaron recientemente a la Unión Africana a pedir que se levantara la prohibición de viajar a los afectados por la epidemia, medida apoyada también por analistas como de International Crisis Group.
Esta organización cree que Liberia, Sierra Leona y Guinea Conakry se enfrentan a un potencial "colapso", como consecuencia de una desintegración social "tal vez imposible de manejar".