A punto de subirse al escenario de la Quinta Vergara para las que podrían ser sus últimas noches como animador del Festival, Rafael Araneda se ve más tranquilo que en los años anteriores. Instalado en el restaurante del Hotel del Mar, donde está alojando, se sienta con calma a hacer un balance de los cuatro años que lleva conduciendo el evento y que se cierran esta noche, la última bajo la actual licitación.
Este año se le ha visto más suelto, con un mejor desempeño ¿Ha tenido esa sensación?
No estoy en esa vereda para hacer ese análisis. En estos cuatro años he intentado -siempre en la medida de mis posibilidades-, dar mi 100%. Y este año no ha sido una excepción. No observo mayores cambios. Quizás como equipo agarramos un muy buen rodaje con el tiempo y eso se ha notado. Eso se va transmitiendo y finalmente el equipo va adquiriendo un grado de madurez relevante.
También ha tenido el papel de apoyar a Carolina de Moras, que se ha visto nerviosa a momentos, ¿Cómo ha sido el trabajo con ella?
Encontré en Carolina una profesional dispuesta al trabajo, a sumarse a un equipo ya rodado y la disposición a recibir apoyo y alguna recomendación. Ella siempre me está preguntando. Uno siempre quiere entregar a las personas con las que trabaja, pero también quiere sentir el ánimo de recibirlo y ella ha sido súper receptiva y se nota. Ha crecido mucho en estos días.
¿Sintió que tenía que estar para apuntalarla?
Ella me lo pidió y yo gustoso la apoyo. Pero también ella aporta frescura y elegancia.
¿Y cuál fue la diferencia del trabajo con Eva Gómez, su compañera en los años anteriores?
Son diferentes personas. Es distinto, la Eva tomó una decisión de partir del Festival por un tema personal que siempre he respetado y ante una decisión así, uno tiene que dar el apoyo a quien llega.
¿Pero fue extraño cambiar en el último año y terminar el ciclo con una compañera nueva?
Fue sorpresivo la forma en que me enteré de que Eva no estaría, porque estaba justamente grabando con Carola el Salta si puedes y en la noche viajaba a EE.UU. en la gira promocional del Festival. E iba con la Eva, incluso tuvimos una reunión. Y me enteré dos horas antes de subir al avión que no viajaba. Eso fue sorpresivo.
A veces uno encaja mejor con una persona que con otra...
Quizás con Carola hemos tenido la fortuna de compartir intereses y tener amigos en común que te hacen más cercano.
¿Entonces existe mayor complicidad con ella?
Claro. Pero las complicidades en la vida existen en la vida. Con ella nos llevamos muy bien, ella ha compartido con mi familia, yo con la de ella. Pero todo eso podría suceder y que en pantalla no se viera. Y siento que acá se ve la complicidad al aire.
¿Cuál es su evaluación de estos cuatro años en el Festival, qué ganó como animador?
He ganado mucha experiencia, porque es un escenario difícil, que te tiene a prueba permanente con un público participativo que te está haciendo el juego constantemente. Como no tienes todas las variables controladas, las cosas a veces no van a funcionar como tú quieres, entonces el Festival es una lección de humildad importante. No es la TV que se hace en un estudio, donde tienes todo bajo control, acá es al revés: las cosas a veces no las controla ni el director ni el animador ni los productores, y en ese sentido, es bueno y sano vivir esa lección de humildad.
En lo personal, ¿cuál es su mejor recuerdo?
Una imagen inolvidable fue ver a mi madre parada en la platea mientras Calle 13 tenía la escoba. Es inolvidable, porque yo veía que en cualquier minuto le pasaban por arriba los guardias, y ella con 84 años estaba inmutable. Le importó un rábano, ella miraba a mi esquinita para ver qué pasaba conmigo.
¿Cuáles han sido los costos que ha tenido?
Son más bien personales. Por ejemplo, yo no tengo la capacidad de que no me afecte cuando una persona fracasa. Me duele, y no sé si ese lado del Festival me gusta.
¿Le gustaría volver a animar Viña?
(Largo silencio) Creo que hay que ver qué pasa primero.
Su contrato termina, quedan las posibilidades abiertas...
Me gustaría, claro, pero no tiene por qué ser el próximo Festival, podría ser más adelante. Creo que Viña nunca hay que tomarlo como una rutina, uno nunca puede decir ´ya lo hice y ya´. Si el día de mañana se da la posibilidad, tendría que evaluarlo.
¿Se imagina hacerlo como Antonio Vodanovic, que se cambiaba de canal con el certamen?
No es un tema que me he sentado a analizar. Me da vergüenza juzgar o comprometerme a algo que de verdad tengo que ver qué pasa. Para hacer Viña tiene que estar todo dado. Por eso la respuesta no es sí o no.