Tras vencer al checo Tomas Berdych (7º ATP), por las semifinales del Masters 1.000 de Madrid, el propio español Rafael Nadal (4º) reconoció que no se tenía fe para avanzar en el evento madrileño.

"Antes de empezar este torneo no sabía si pasaría la primera ronda. Todos los rivales son complicados, y más cuando uno viene en una dinámica irregular. Cambiarla es lo más complicado", admitió.

Es que el tenista ibérico llegaba al certamen con varias dudas, debido a una temporada que lo tenía lejos de ser protagonista en los torneos importantes. De hecho, en su superficie favorita, que es la arcilla, sólo registraba el título en Buenos Aires como mejor resultado, ya que había hecho semifinales en el Masters 1.000 de Montecarlo y en Río, y octavos en Barcelona.

Pero en la Caja Mágica, donde defiende el título, Rafa comenzó a despejar las dudas y sus miedos.

Durante esta semana reencontró el nivel y ayer lo ratificó al vencer al siempre peligroso Berdych por parciales de 7-6 (3) y 6-1.

La victoria, además, le permitió instalarse en una final de esta categoría después de que lo hiciera, hace casi un año, en Roma (caída ante Novak Djokovic).

Pero la tarea por revalidar la corona no será sencilla. El hispano se medirá hoy con un británico Andy Murray (3º) que parece haberle encontrado la mano a la arcilla.

El nacido en Dunblane viene de conseguir su primer festejo sobre tierra batida en Munich y extendió su buen momento a la capital española. En semifinales se impuso al japonés Kei Nishikori, finalista en la edición de 2014, por un cómodo 6-3 y 6-4. Eso sí, la estadística ante Rafa es aplastante: 15 derrotas, y seis de ellas en arcilla.