En la última década, el tenis ha sido monopolizado por tres jugadores: Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, un trío que, por sus números, ya se ganó un lugar entre las más grandes leyendas de este deporte.

En 2003 comenzó la era de Federer, quien es el jugador con más semanas como número uno en la historia de la ATP (302). Sin embargo, con la irrupción de Nadal y Djokovic esta supremacía se fue equiparando.

Desde mediados de la temporada pasada, el serbio es claro dominador del circuito, a tal punto que logró establecer una diferencia de 5.460 puntos con el veterano Federer, quien es su más cercano perseguidor. Una diferencia sólo comparable con la que tuvo el suizo con Nadal en 2006, cuando estuvo muy cerca de duplicarlo en puntaje, bajo el antiguo sistema, que otorgaba una menor cantidad de unidades.

Su arranque es comparable con el de 2011, el mejor año de su carrera. Durante el primer semestre, ganó los títulos de Australia, Dubai, Indian Wells, Miami, Belgrado, Madrid y Roma, y sólo perdió en las semifinales de Roland Garros, ante un Roger Federer que puso fin a su racha de 42 partidos invicto, que comenzó a finales de 2010.

Ganador de todos los torneos importantes de 2015, Nole aparece como el máximo candidato, que le podría permitir cerrar una temporada histórica. Apenas ha perdido dos encuentros en el año y ganó con contundencia el Masters 1.000 de Montecarlo, un torneo en el que Nadal estaba acostumbrado a ser dominador.

Coincidiendo con la baja en el rendimiento de Rafa, las casas de apuestas le otorgan todo el favoritismo al número del mundo para ganar Roland Garros, a pesar de que el mallorquín haya ganado nueve veces el grand slam parisino, precisamente el único que Djokovic no tiene en su exitoso palmarés.

"Como jugador de tenis, quiero ganar Roland Garros, luego completar el Grand Slam (obtener los cuatro majors) y obviamente ganar tantos grand slams como sea posible. Lo más importante es mantener la llama, la pasión y el amor por el tenis", dijo  recientemente el balcánico, quien  tiene cinco coronas del Abierto de Australia, dos de Wimbledon y otra del Abierto de Estados Unidos.

Hasta el momento el único jugador que ha completado el Grand Slam en un mismo año es el australiano Rod Laver, quien en 1969 ganó los cuatro majors.

Desde esa época, contados jugadores han estado cerca de alcanzar este hito. Federer estuvo a punto en tres ocasiones, cuando en 2004, 2006 y 2007 conquistó tres de los cuatro torneos. En la misma situación estuvieron Nadal (2010) y el propio Djokovic (2011).

El físico y Becker

La condición física de Djokovic es una de sus principales ventajas. A lo largo de su carrera, no ha presentado grandes problemas en cuanto a lesiones, a diferencia de Nadal, cuyas rodillas han pagado caro la exigencia del circuito, obligándolo a estar marginado por varios meses en las últimas temporadas.

Muy parecido al caso de Nole es el de Federer, quien a los 33 años sigue moviéndose como en sus primeras épocas. Sin embargo, la edad aparece como el principal condicionante para poder amagar el reinado de Djokovic, próximo a cumplir 28 años, y quien pareciera tener mucho tiempo para alcanzar nuevos hitos.

Pero más allá de estos factores,  hay otro que ha sido muy decisivo para el éxito de Novak Djokovic: Boris Becker.

El alemán, ex número uno del mundo, se sumó al equipo técnico del serbio en diciembre de 2013. Y desde ahí, todo ha marchado a la perfección para el nacido en Belgrado.

Becker le ha dado un nuevo brío a su carrera, aprovechando su experiencia en lo más alto de la cima. Un valor agregado que pocos entrenadores pueden aportar, sobre todo cuando el pupilo necesita sentirse identificado con quien le ordena táctica y técnicamente en momentos clave y en altas instancias.

"Él (Becker) ha contribuido a mi mejora mental en los grandes partidos. Hablamos un montón de la manera que tengo de controlar las emociones en la pista y cómo tengo que manejar los pensamientos y enfocarlos para pelear y batallar para ganar estos títulos. Estoy seguro de que él tiene gran culpa en mis éxitos", señaló Djokovic después de ganar en Miami.

En Francia, Djokovic espera escribir un nuevo capítulo de una historia que promete ampliarse. Por ahora, el horizonte se ve limpio, sin enemigos que puedan acecharle en su objetivo.