Más que de velocidad, de triunfos, copas, roces, rivalidades, accidentes o malos ratos, hay uan rama del automovilismo que quiere otra cosa: amor por los coches, respeto, camaradería y, claro, algo de vértigo en pista.
Hoy el Autódromo Leydaring, en San Antonio, recibirá al Campeonato Histórico de Velocidad, una reunión del Club de Automóviles Sport Vitacura (CASV), del ATPA y del BMW 2002 AIC, series que corren ordenadas por años de fabricación y, en el caso de los carros alemanes, una monomarca que rinde homenaje al modelo que, en los años 70, fue furor en el mundo.
No es que lleguen tarde a Chile. La idea es, precisamente, esa: ser una caravana que muestre los autos, la cultura que los rodea y enseñar, cada vez que se pueda y a quien desee escuchar, cuál es el motivo de la fama de un Mustang, un 2002, un Porsche o hasta autos pequeños, como los Fiat 600, que relucen como nuevos.
"Es la idea. Que esto sea como un museo andante, pero también tenemos el bicho de la velocidad, nos gusta y queremos crecer", señala Iván Ortúzar, organizador del evento, que produce React, la empresa ligada al Autódromo Internacional de Codegua (AIC).
Ya se ha corrido en el AIC y, según Ortúzar, todo nació pensando en el entorno de ese circuito de primer nivel, "pero iremos a San Antonio porque teníamos muchas ganas de correr. Ya no aguantábamos más".
Refleja el espíritu: tener en Chile la actividad que hace la búsqueda, restauración y preservación, además de las competencias de velocidad, de autos históricos, lo que ocurre en todo el mundo. Descansa en el concepto del Gentleman Driver, aquel que autofinancia su pasión, que está dispuesto al anonimato de sus logros y a permanecer como aficionado.
En el caso de los autos, los requisitos son tener por lo menos 30 años de antigüedad, estar conservado y mantenido en condición histórica correcta, pertenecer a una persona o institución que lo conserve por su interés técnico o histórico, y no ser usado como vehículo diario.
La serie ha encantado a muchos, entre ellos varias leyendas del automovilismo local, como Martín Ferrer o Alejandro Schmauk.
Ferrer corría un Alfa Romeo, pero este año se centrará en los BMW 2002, "un clásico de los años 68 al 75", dice, apasionado, aunque convaleciente de una operación, sin opciones de rodar hoy en Leydaring.
"Sigo armando autos. Esto es algo que se hace en todas partes del mundo. Los clásicos corren y siguen corriendo. Se ha ido juntando harta gente. El CASV es un club bien conformado, somos todos conocidos, y rivales también", agrega Ferrer, de 57 años.
El volante, que ganó las dos primeras fechas, explica que "los autos se compran, se restauran y, como son antiguos, hay que hacerles los parches de latas, se pintan, los dejamos bonitos".
Otro que tiene éxitos en estas joyas es Alejandro Schmauk. A bordo de un Mustang y rotando en el volante con Elvio Olave, otro fanático tuerca, ganó tres veces los 500 Kilómetros de Buenos Aires. Eso sí, ya no se engrasa las manos tanto como antes. "Casi siempre voy de invitado, a disfrutar. Un gran mecánico, Julio González, ve los motores", señala Schmauk.
Crecer a puertas abiertas
El plan del campeonato es ir creciendo. Muchos de los protagonistas fueron parte de una época del automovilismo de pista que se transmitía por televisión, tenía arraigo y concitaba el interés del público.
"Tal vez eso sea lo más lamentable. Habla mal del automovilismo local, que aficionados seamos el eje de la actividad, que sea lo único que hay", se lamenta Schmauk, miembro del directorio del CASV.
Entre los planes para abrir la serie y acercar al público está el Endurance, que es la opción para que cualquier persona pueda rodar en su auto en el circuito. "Recibe una charla, y puede dar giros a la pista junto a un acompañante, ambos con casco. Es la puerta de entrada a este mundo", invita Ortúzar.