Santiago duerme. En sus calles se escucha el canto de los grillos y el ruido del motor de uno que otro auto. Son las 3.26 de la madrugada y una suave brisa envuelve el ambiente en Las Condes. A esa hora, una figura muy alta y delgada emerge del ascensor del edificio ubicado en la calle Juan Montalvo. Es Tomás Barrios, la nueva promesa del tenis chileno y uno de los mejores jugadores juveniles del mundo en 2015, quien sale a la calle, ataviado con ropa deportiva y su inseparable bolso raquetero. Está listo para ir a entrenar.

El horario no es una casualidad, por muy inusual que parezca. Tiene un objetivo: hacer que se adapte a las 11 horas de diferencia que hay con Chengdu, la ciudad china en donde se disputará la próxima semana la segunda versión del ITF Junior Masters, que al igual que en el circuito profesional, reúne a los ocho exponentes más destacados de la temporada anterior, y tiene los mismos protocolos. De hecho, la organización ya le solicitó las medidas anatómicas al chileno para la confección del traje que lucirá en la gala oficial del certamen, entre el 8 y el 10 de abril.

"No tengo nada de sueño, estoy súper bien. Dormí bastante", cuenta el tenista de 18 años, antes de iniciar con La Tercera el recorrido hasta el Club Providencia. También cuenta que, en vez de desayunar, almorzó a las 2 de la mañana. "Comí algo liviano: pollo con arroz", dice.

En los nueve minutos que dura el viaje hasta el lugar de entrenamiento, el chillanejo del Team Chile confiesa que no imaginó estar en una instancia así. "No me lo esperaba al principio del año pasado, porque no venía jugando bien. Tenía como meta sólo jugar los grand slams. Ahí fui subiendo y terminé entrando al Masters".

Tomás desciende del auto. Desde afuera del recinto, sólo se observa un rectángulo de luz en medio de las oscuridad. Al borde de la cancha hay tres personas esperando el ingreso del deportista. Son el entrenador Guillermo Gómez, el preparador físico Marcelo Clavero y la psicóloga deportiva Anita Yávar.

"Era necesario que estuviéramos todos, porque había que ver cómo llegaba. No sabemos cómo está su cuerpo, por eso vamos a ir haciendo un entrenamiento progresivo. Esto es nuevo para nosotros", adelanta el técnico, cuando el reloj marca las 3.58. Y agrega: "Pensé que podía llegar algo mal genio, le hicimos cambiar un poco la comida y sus horarios. Él está ahora como si fueran las 4 de la tarde. La idea es que no duerma hasta las 10 de la mañana".

Anita, por otro lado, expone sobre la importancia de que los profesionales acompañen en todos los procesos a los atletas. "El compromiso con el deportista de alto rendimiento es de 7 por 24; tienes que estar para los eventos que para él son importantes, tienes que estar en su día a día. Yo creo que es parte del trabajo el involucrarse con la vida que tiene el tenista. Que esté entrenándose a las 3 de la mañana, significa que hay que hacer una autorregulación biológica, mental y nuticional, y estar dispuesto a cambiar el switch. Al final, si te pones a pensar, si esto es lo que él eligió, lo va a tener que hacer toda su vida", sostiene.

"¡Intensidad!"

Son las 4.02, y Tomás consume un plátano antes de ponerse a las órdenes de Clavero, conocido en el medio por la intensidad que le imprime a la preparación física. "Tiene que aguantar más de 169 pulsaciones por minuto. Sobre esa cantidad su cuerpo ya está trabajando. Lo ideal es que se mantenga en 174 o un poco más, porque a ese ritmo se entrena, por lo menos, a nivel de challenger. También hay que trabajar en la recuperación, ya que mientras más rápido baje las pulsaciones, es mejor", afirma el PF sobre su pupilo, que actualmente ocupa el puesto 719 del ranking ATP.

El termómetro marca 13,8 grados, una temperatura algo más agradable que la de los últimos días en ese mismo horario. Clavero y Yávar se alternan para tomar el reloj polar, que entrega la información sobre el desempeño físico de Tomás.

"¡169! ¡172! ¡177! ¡Dale, comienza a respirar, mantente ahí! ¡Eso es! ¡Perfeeeecto! ¡Un esfuerzo más!", alienta la psicóloga.

A las 4.25, se inicia el entrenamiento con la raqueta. Al otro lado, Guille Gómez lanza los primeros raquetazos en la pista de cemento y Tomás responde con gran movilidad para su metro y 90 centímetros. El intercambio se vuelve muy intenso, despertando la satisfacción del equipo.

"Nosotros como equipo estamos convencidos de que Tomás va a ser una buena carta en el tenis. Tiene cosas distintas, vive la competencia de manera diferente, enfrenta los torneos de otra forma", explica el coach, quien no irá a China, ya que esa función la cumplirá Gonzalo González, el técnico que acompañó a Tomás en los torneos ITF en 2015.

Siete minutos más tarde, transita a baja velocidad un furgón policial por la calle Jorge Matte Gormaz, justo frente a la cancha y a los edificios que rodean el recinto. El pensamiento es inmediato: algún vecino pudo quejarse por el ruido de los golpes. Sin embargo, los efectivos siguen su ronda sin detenerse.

Los punteros indican las 4.40. La derecha invertida y el revés son los tiros a ejercitar, mientras que a las 5.07, se retoma el trabajo físico. Un balón medicinal de dos kilos es el protagonista de la exigente rutina, que combina velocidad, peso y nuevamente golpes con la raqueta. Anita alienta a Tomás, lo aplaude. La efusividad es tal que los decibeles suben bastante. Gómez se da cuenta. Al igual que un niño que hace una travesura, Anita se tapa la boca con las dos manos.

Son las 5.10 y la temperatura disminuye. Tomás lo siente, pero no importa. Once minutos después mastica una barra energética, y luego se prepara a cerrar la práctica con nuevos derechazos y algunos servicios.

5.36. Termina el entrenamiento, y las conclusiones son muy positivas: el tenista quemó 924 calorías y el resto de las mediciones otorgó información valiosa, que será compartida con ADO y el Team Chile. “Es importante tener estos indicadores para las pautas futuras”, apunta el coach.

Aparece un cuidador y comenta que Seguridad Ciudadana visitó el club preguntando qué sucedía. Algunos vecinos quizás despertaron; otros, tal vez, creían que estaban soñando con la aparición de un nuevo crack del tenis chileno. Pero no era un sueño, era Tomás Barrios.