En un clima cordial se desarrolló el domingo la audiencia privada en el Vaticano concedida por el Papa Francisco al presidente cubano, Raúl Castro, que se extendió casi una hora. Ambos se dieron un largo apretón de manos al término del encuentro.

La visita está relacionada con el papel fundamental del pontí­fice en el histórico acercamiento entre Washington y La Habana, así­ como con la visita que realizará Francisco a la isla en septiembre en su viaje a Estados Unidos.

Tras la audiencia, el mandatario se declaró tan impresionado del papa que en conferencia de prensa dijo que seguramente "volveré a rezar y a la Iglesia".

"Es un jesuita y yo, de alguna manera, también lo soy, siempre estuve en escuelas de jesuitas y conocí­ muy bien al sacerdote brasileño Frei Betto, teólogo de la teologí­a de la liberación, y yo le decí­a: yo he escuchado más misas que tú", señaló.

"Cuando el Papa vaya a Cuba en septiembre, prometo que iré a todas sus misas y con satisfacción", manifestó en un encuentro junto al primer ministro italiano, Matteo Renzi, al final de una reunión.

Contó que tras la reunión con Francisco quedó "muy impresionado por su sabidurí­a, su modestia, y todas sus virtudes que conocemos que tiene".

"Yo leo todos los discursos del Papa, sus comentarios, y si el Papa sigue así­, yo volveré a rezar y volveré a la Iglesia, y no lo digo por broma", manifestó.

"Yo soy del Partido Comunista Cubano, que no admití­a creyentes, pero ahora lo estamos permitiendo, que es un paso importante", expresó.

En un comunicado, el Vaticano informó que el "muy cordial" encuentro duró más de 50 minutos. Agregó que Castro agradeció al Papa por su papel a favor de una mejor relación entre Cuba y Estados Unidos y manifestó "los sentimientos del pueblo cubano de espera y preparación por su próxima visita a la isla en septiembre".

Castro llegó a Roma procedente de Rusia, donde el sábado asistió a la celebración del 70mo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

El mandatario le regaló al pontí­fice una medalla conmemorativa de la catedral de La Habana y un cuadro que representa una gran cruz hecha con los restos de embarcaciones hundidas, ante la cual hay un migrante orando.

El papa le ofreció su exhortación apostólica Evangelii Gaudium y una gran medalla que representa a San Martí­n, el santo húngaro del siglo IV que cubre al pobre con su capa.

Francisco dijo que le hací­a este regalo con mucho gusto porque recuerda no solo el empeño de ayudar y proteger a los pobres, sino también de promover activamente la dignidad.

En diciembre, Castro y el presidente estadounidense Barack Obama anunciaron la reanudación de las relaciones diplomáticas de sus paí­ses. Los dos elogiaron entonces la mediación del Papa en el proceso de distensión.

La Santa Sede confirmó que, en los meses previos al anuncio, el Papa escribió varias misivas a ambos gobernantes para invitarles a "resolver cuestiones humanitarias de común interés, como la situación de algunos detenidos".

El presidente cubano solicitó después un encuentro informal con Francisco en el Vaticano.

La Santa Sede y Cuba mantienen relaciones diplomáticas desde el 7 de junio de 1935, que han pasado por momentos de tensión.

Según datos del arzobispado de La Habana, un 60% de la población cubana es católica; hay unos 650 templos, 340 sacerdotes y unas 600 religiosas.

Raúl Castro siguió los pasos de su hermano Fidel, quien en noviembre de 1996 visitó al papa Juan Pablo II en el Vaticano.

Fidel Castro aprovechó la oportunidad para invitar al pontí­fice polaco a la isla, un hecho histórico en el marco de una apertura religiosa y social en Cuba y el endurecimiento de la polí­tica estadounidense de la época contra la nación caribeña.

Juan Pablo II llegó a La Habana en 1998 y su gira por la isla causó un fuerte impacto mediático. Allí­ se ganó la admiración de la población por su carisma, una hazaña que no pudo repetir su sucesor, Benedicto XVI, quien estuvo en Cuba en 2012.

La visita de Raúl Castro a Francisco este domingo en el Vaticano tení­a varios propósitos, señaló el profesor de historia de las religiones de la Universidad de La Habana, Enrique López Oliva.

"Agradecer la mediación que hizo la Santa Sede para normalizar las relaciones con Estados Unidos. Luego precisar, analizar la próxima visita a Cuba del papa Francisco, que va a tener un valor igual o mayor que la de Juan Pablo II", comentó.

Es singular la visita de tres pontí­fices a Cuba, una nación donde a pesar de la tradición española, la inmensa mayorí­a de la población profesa la Santerí­a u otras creencias sincréticas de la herencia africana.

López Oliva destacó el conocimiento y valor simbólico que tiene Cuba para América Latina y el papel de "mediador de problemas polí­ticos" que desarrolló el pontí­fice sea entre israelí­es y palestinos, entre grupos islámicos radicales y moderados, o en sus intentos de lograr un diálogo interreligioso y ahora entre la isla y su vecino Estados Unidos.

"El papa Francisco es eminentemente polí­tico, aunque trata de mantenerse como buen jesuita en un discurso eminentemente evangélico", comentó López Oliva. "Es un latinoamericano".

Todaví­a no está claro el programa de actividades de Francisco en Cuba para septiembre, pero sí­ se conoce que la visita se producirá antes de su arribo a Washington.