Hace una pausa, aspira el humo del cigarro, tal vez sonríe, y dice: "Fui muy divertido". Ray Loriga (1967) habla al teléfono desde Madrid y recuerda los días en que era el chico terrible de la narrativa española; un escritor, guionista y cineasta con alma de rockero. "Había mucha fiesta, sí. No teníamos hijos. Con mi mujer de entonces (Christina Rosenvinge) viajábamos mucho, yo viajaba con su banda. Y estaba todo entrelazado: había diversión y mucho trabajo, escribíamos y vendíamos libros".

Pasaron 20 años y hoy Loriga está en gira de nuevo. Pero esta vez como el más reciente ganador del Premio Alfaguara de Novela. El autor de Héroes y Caídos del cielo publica Rendición, una novela que aborda la crisis de los refugiados y que lo traerá a Chile a fin de mes.

Loriga viene en un tour promocional que abarca también Argentina, Colombia, Perú y Uruguay. El mes pasado estuvo en México, donde tuvo de presentadores a Guillermo Arriaga, el guionista de Amores perros y 21 gramos, y Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes. "Sepan todos ustedes que Ray es un hermano del alma y me dio profunda alegría escuchar su nombre como ganador del premio", dijo Gael García Bernal a través de un video.

Algunos han leído Rendición como una respuesta a la política migratoria de Donald Trump. Loriga afirma que comenzó a escribirla mucho antes. "Empecé hace seis, siete años. La fui escribiendo con mucha pausa; estaba buscando una voz narradora, un tono distinto, y se traba de una historia de la diáspora", dice. "Hasta que di con esta familia que ve su vida alterada; han perdido a su hijo en la guerra y recogen a un chico al que cuidan y adoptan. Entonces son expulsados a esta ciudad transparente, que a diferencia de los campos de refugiados es un mundo mejor, una sociedad democrática, que no tiene poderes absolutistas. Poco a poco intentan adaptarse y el hombre se da cuenta de que su proceso no va bien, él no consigue adaptarse", agrega.

En la ciudad de cristal no hay dinero, la cerveza es gratis, la libertad y la transparencia son intransables; de hecho, las casas no tienen paredes. El padre de la novela guarda tal vez las mismas reservas que siente Loriga ante el fenómeno de las redes sociales: "Es una sensación de extrañeza ante un mundo hiperconectado, en que la presencia de los grupos y las redes sociales están afectando nuestro espíritu, y cómo estamos vaciando nuestra intimidad para ser juzgados por los demás. Eso me provoca dudas".

Ud. no usa redes sociales...

No, pero me interesa el fenómeno. No me gusta vivir mi vida de cara a nadie, intento preservar mi intimidad. Veo gente todos los días, tengo 80 ó 100 amigos, pero no me apetece estar recibiendo información de los demás todos los días y no me interesa nada mostrar mi vida. Sí me interesa el fenómeno de la gente que busca exhibirse.

¿Cómo entiende Ud. el fenómeno?

De eso nace la novela. Vivir en una ciudad transparente y no tener secretos puede hacer daño. Entonces me interesa saber qué es lo que se gana y qué se pierde. Al parecer nos fascina dar señas de nosotros mismos, más allá del mensaje concreto; parece que nos hemos enamorado de estar todo el rato en la palestra y curiosear en la vida de los demás.

Mantenerse fuera de las redes no es muy común...

No, son opciones personales. Mi vida es la literatura, veo fútbol, soy un tipo normal, no soy un misántropo. Pero esa parte de la sociedad, acaso la parte más grande hoy, me es ajena.

¿De qué manera se conecta este libro con su obra anterior?

Son 25 años de carrera y cada libro es distinto entre sí. Cada libro tiene que ver con compartir dudas con el lector, nacen de la sensación de extrañeza, de no entender muy bien los grupos y preservar algo o buscar algo en mi identidad personal que no sea compartible, y que lo comparto a la hora de escribir.

Sus referentes cambiaron: si antes era la narrativa anglosajona, este libro dialoga con Juan Rulfo.

Mis intereses literarios se han expandido mucho. Rulfo siempre ha estado ahí; toda la literatura latinoamericana y europea. Cuando empecé a escribir, sentí que formaba parte de una generación, con Rodrigo Fresán, Alberto Fuguet; éramos de lugares distintos y sin conocernos estábamos contando nuestras historias con lenguajes parecidos. Hoy cada uno ha seguido sus propios caminos.