Buscar información de Rayid Ghani es un ejercicio curioso, porque durante un tiempo él fue quien tuvo ese rol para obtener datos, no de una persona, sino de millones de estadounidenses. En 2012, el experto en ciencias de la computación y análisis de datos asumió como chief scientist de la campaña a la reelección de Barack Obama. Una carrera que fue más fácil de lo pensada, en gran parte gracias a las innovaciones de su equipo.

Entre las ideas más comentadas estuvo una que apuntó al corazón de las redes sociales: pedirles a quienes eran seguidores de Obama en Facebook que le compartieran a la campaña su lista de amigos. Mediante un algoritmo, con ese dato se podía saber quiénes tenían mayores chances de ir a votar y qué métodos usar para persuadirlos.

El éxito tras la campaña lo hizo llegar a la Universidad de Chicago, y luego conseguir el apoyo de Eric Schmidt, el emblemático CEO de Google, para abrir el programa Data Science for Social Good, que, en simple, busca solucionar problemas de la vida cotidiana y de las políticas públicas utilizando datos y programas computacionales.

Ghani estará este lunes 23 en la U. Adolfo Ibáñez como el expositor principal del seminario "Big Data: creando valor público", organizado por el GobLab UAI y el Laboratorio de Gobierno. Y, además, firmará un convenio con la casa de estudios para replicar el programa en Latinoamérica. Esta es su mirada de las campañas, el polémico uso de las redes sociales y el rol de los datos en el mundo moderno.

En 2013, usted dijo en una entrevista que Facebook iba a tener un gran futuro en las campañas políticas. Viendo lo ocurrido con Trump, parece ser que acertó. ¿Cuáles son los límites para usar las redes?

Para las campañas, cada país tiene que definir las reglas que correspondan a sus realidades. En Estados Unidos hay muchas reglas sobre las campañas. Muchas de esas reglas son sobre financiamiento, porque tradicionalmente es donde las cosas han ido mal: personas recibiendo y gastando dinero sin ser transparentes. Pero las regulaciones son para un estilo de campaña muy anticuado: sobre gasto, sobre avisos en televisión, en medios impresos, pero no hay nada sobre las nuevas formas para llegar a la gente. Creo que ahí es donde muchas de las regulaciones han sido sobrepasadas por la forma en que se hace campaña hoy.

¿A qué se refiere con que fueron sobrepasadas?

Te fuerzan a que desclasifiques todos los avisos que pusiste en televisión...

Pero no en Facebook, Twitter o YouTube.

Exacto. Entonces, cuando, por ejemplo, las campañas hacen tests A/B en estas redes -es decir, diferentes versiones de una publicidad-, y se dan cuenta de que un aviso funciona mejor que otro, no tienen que desclasificar todas las versiones. Eso es un desafío: necesitas regulaciones sobre la manera en que la gente hace campaña hoy.

Pero, por ejemplo, las noticias falsas pueden alcanzar a más gente que las verdaderas.

¿Hay responsabilidad ahí de firmas como Facebook, Twitter o YouTube?

Pienso que ahí hay un problema. Personalmente, sí: creo que Facebook y Twitter tienen una responsabilidad. Si están proveyendo una plataforma, deben asegurarse de que esa plataforma no sea usada para abusos. Y esto vale para cualquier plataforma que entregue información que pueda afectar la conducta de las personas, no sólo respecto de las elecciones.

Campañas, datos y ética

¿Cómo llega alguien del mundo científico a una campaña política como la de Obama?

Muchas campañas tradicionalmente han usado datos a lo largo de los años. A veces, eran usados para conseguir donantes, o para saber qué estados estaban ganando o perdiendo. Cuando fue la campaña de 2012, a la que yo me uní, el equipo de Obama tenía una buena infraestructura para hacer análisis de datos para la campaña, pero lo que necesitaban era ver cómo se podían aplicar prácticas nuevas, trayendo prácticas del sector privado.

¿Cuán parecidas eran las estrategias?

Hay bastantes diferencias. Yo hablaría de tres mundos: el sector privado, el mundo político y el gobierno. Los tres tienen objetivos muy diferentes. El sector privado, su objetivo es incrementar el valor de la compañía. Es tu único objetivo: todo lo demás es secundario. En las campañas políticas, el objetivo es ganar. Es un objetivo a muy corto plazo, no estás tratando de mejorar algo para los próximos cinco o 10 años. Puedes estar más enfocado: además, el resultado es claro. Ganas o pierdes. En una corporación, tú puedes decir: "Lo hicimos bien, pero lo podemos hacer mejor la próxima"; en una elección, pierdes igual, sea por poco o por mucho. Y en el gobierno, tu rol es ayudar a los ciudadanos y hacer sus vidas mejores. Ahora, el análisis que haces es similar.

¿Cómo surgió la idea de enfocarse en un programa que busca usar los datos para soluciones de políticas públicas?

Me encontré con que personas con el tipo de experiencia que tenía yo no estaban muy claras de cómo se pueden usar esas habilidades para lograr un impacto social. La mayoría tenía una idea clara de cómo usarlas para avisaje, para vender cosas, para marketing y finanzas, pero si le preguntabas sobre cómo se podían usar para salud, educación o desempleo, no sabían. No porque no les importara, sino porque de verdad no sabían: el mundo tecnológico no está expuesto a estos temas y cómo pueden ser resueltos, en cierto margen, usando data y tecnología. Ese fue mi punto de partida.

¿Cómo se aplica el Big Data a la gente?

Por ejemplo, puedes crear trabajos para personas que no lo tienen, vincular personas a trabajos existentes, o preparar a gente para trabajos que van a existir. Puedes ver qué personas están mejor preparadas para una determinada tarea, y cómo las vinculas.

¿Pero cuál es el límite ético para influenciar a alguien a tomar decisiones, incluso si pueden ser buenas para ellos?

Es una pregunta que tenemos que responder como sociedad. Pero es algo que hacemos hoy sin los datos. Hacemos estas decisiones sin tener la información, pensando qué es lo que corresponde hacer resolver a las personas. Hacemos que la gente vaya al colegio, que no se mate uno a otro, y eso no cambia cuando usamos los datos. Son casi independientes de ellos. Nuestra habilidad para convencer a la gente es mayor ahora con los datos, y tenemos que ser más responsables, pero no es nada nuevo: es sólo algo más importante.