Los dos nuevos monarcas del viejo continente se daban cita en Cardiff para disputar la Supercopa europea. Era el primer partido de la temporada y prometía ser un verdadero espectáculo. Pero no tanto por lo que estaba en juego o lo que podía hacer el Sevilla -que por lo demás venía de realizar una gran campaña que terminó con el título la Europa League-, sino más bien por su rival: un remozado Real Madrid que hacía su estreno en sociedad con un equipo de gala. 

Carlo Ancelotti no se guardó nada. Mandó a la cancha a todas sus figuras, incluídos sus nuevos chiches. Toni Kroos y James Rodríguez, dos que deslumbraron en el Mundial, dejaron en claro que poco importa que sean los recién llegados; su lugar en el once titular ya lo tienen asegurado, pues dotan al campeón de la Champions de nuevas armas que ahora lo hacen aún más imponente.

El alemán y el colombiano le dan una versatilidad al equipo que hasta hace poco no tenía. Se pueden adaptar fácilmente a ese juego de marca registrada dee los merengues, que con trazos largos, explosión y potencia se comían a su rival de turno. Pero la depurada técnica de los millonarios refuerzos también les permite controlar el partido con más criterio y una precisión de ensueño. El nuevo Madrid tiene ahora tanto cerebro como músculo. 

Así transcurrieron los primeros minutos de la Supercopa, con los de Ancelotti agarrando un ritmo amenazante y un Sevilla cada vez más encogido. Kross no erraba un pase, ni aunque fuese de 60 metros, y James, algo más tímido, dejaba algunos destellos de calidad que entusiasmaban a las 30 mil personas que llenaban el Cardiff Stadium.

Pero el rey en la "Casa Blanca" es uno, y así lo quiso dejar en claro. En un equipo lleno de estrellas, Cristiano Ronaldo sigue siendo la que más brilla, y en esta ocasión lo volvió a demostrar con los dos goles que comenzaron a sellar el título. Primero, en los 30', apareciendo con un timing perfecto para empalmar un precioso centro de Gareth Bale al corazón del área. Luego, repitió en el inicio del complemento (50') con un zurdazo cruzado imposible de detener para el portero Beto. 

Con eso, fue suficiente. El segundo gol echó por el suelo cualquier pretensión del Sevilla, o algún plan que hubiese urdido el tecnico Unay Emery en el entretiempo. A partir de ahí, el Madrid se relajó, manejó el partido, y más que otra cosa, buscó afinar su ensamblaje y aceitar piezas. James Rodríguez dejó la cancha en los 72' por Isco, uno de los que sigue perdiendo terreno en el plantel, mientras que Kroos se quedó hasta el final, controlando los tiempos del partido.

Con una verdadera exhibición de todas sus armas y variantes, el Madrid consiguió el primer título de la temporada. No sería de extrañar que le sigan varios más.