Estados Unidos despidió a las tres últimas víctimas de la masacre perpetrada en la escuela de la localidad de Newtown (Connecticut) en la que murieron 27 personas, incluidos una veintena de niños y el propio asaltante.

Se trata de Josephine Gray, de 7 años; Ana Márquez-Greene y Emilie Parker, ambas de 6 años, alumnas de la escuela primaria Sandy Hook, donde se produjo la matanza el pasado 14 de diciembre.

El funeral de Márquez-Greene, hija de un músico de jazz y que fue definida por un amigo de la familia, Noah Baerman, en declaraciones al West Hartford News como una niña "increíblemente cariñosa", se celebró en la Catedral de  Bloomfield (Connecticut).

Por su parte, el de Gray, que había cumplido 7 años tres días antes del tiroteo, fue oficiado en la iglesia de Santa Rosa de Lima en Newtown y la niña será enterrada en los próximos días en un acto privado.

Mientras que la familia de Parker -"una de esas personas que puede iluminar una habitación", según dijo su padre días antes a los medios-, celebró el funeral en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la localidad de Ogden, en el estado de Utah, desde donde se había trasladado la familia este año.

Durante la noche del viernes unas 2.000 personas se concentraron en el campo de fútbol de Newtwon, según el USA Today, para celebrar una vigilia con velas en honor a los fallecidos, 20 alumnos y 6 docentes de la escuela, que fueron asesinados por Adam Lanza, de 20 años, quien también mató a su madre y se suicidó.

La matanza ha vuelto a reabrir el debate de las armas ante los incidentes periódicos de matanzas que registra el país.

El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha encargado al vicepresidente, Joseph Biden, un grupo de trabajo sobre las armas que deberá presentar en enero "propuestas concretas" para frenar la violencia generada por las armas.

La influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés), que defiende la libertad de usar armas en EE.UU., propuso el viernes el despliegue de agentes armados en escuelas para evitar nuevas masacres, lo que ha suscitado numerosas reacciones de protesta.

La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha abogado por regulaciones más estrictas de las armas de fuego y declararon su apoyo a medidas que controlen la venta y uso de armas de fuego, que restrinjan el acceso a las armas de tipo militar.

El año pasado, Estados Unidos registró unos 11.000 homicidios con armas de fuego y su tasa de homicidio con armas es 30 veces las de Francia o Australia, según la ONU.