En mayo de 2013 ingresó al Senado el proyecto de ley de identidad de género, que busca dar garantías y protección a la población trans. Recién en 2014 se inició la discusión legislativa, que se mantiene hasta hoy.
Así, Chile se abrió a debatir sobre un tema pendiente: la discriminación y violencia que vive la población trans, grupo del que se conocen pocos datos.
Por ello, hoy se presentará la Encuesta T, el primer estudio hecho en el país que caracteriza a las personas trans y género disconformes, y que busca contribuir a la discusión de la ley sobre identidad de género.
El trabajo implicó dos años de investigación y fue realizada por la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile) e investigadores independientes, y contó con el financiamiento de la embajada de EE.UU., como parte del programa Global Equality Fund. El estudio consideró a 315 personas, de las entre 5.000 y 8.500 personas que se calcula que en Chile son trans, sobre la base de estimaciones internacionales, que hablan que la población trans corresponde al entre 0,03% a 0,05% de la población total (considerando la última cifra de población total entregada por el INE y que llega a 17.373.831 personas).
Violencia familiar
"La encuesta visibiliza a una población invisibilizada y estigmatizada, permitiendo relevar la complejidad de un fenómeno poco conocido y comprendido y muy estigmatizado", resalta Jaime Barrientos profesor asociado de Psicología de la U. de Santiago.
Un grupo que no sólo vive violencia en lo social, sino también al interior de sus familias, dice el estudio. Un 97% indica que su familia cuestiona su identidad, un 42% que son ignorados y 36% que sufren agresión verbal. Violencia que es ejercida un 39% por la madre y un 32% por el padre.
Todas esas condiciones sociales hacen que un 84% admita que ha intentado suicidarse antes de los 18 años.
"La cifra permite confirmar un hecho fundamental: la enorme violencia a la que se ven expuestas las personas trans", dice Barrientos.
Dania Linker, trabajadora social y coordinadora del proyecto de Encuesta T, indica que en todos los espacios, como colegio, trabajo o salud, encontraron signos de violencia, negación y discriminación. "Todos ellos reproducen la primera violencia, que es la que hace el Estado al no permitirles cambiar sus datos registrales. Es ahí donde parte. Ya es hora de que el Estado dé una señal, ya que esto debería ser un trámite por vía administrativa no patologizante, en donde no se exija certificado psicológico y psiquiátrico y desde cualquier edad", sostiene Linker.
Entre sus resultados, el informe destaca que un 15,6% declara haber reconocido su identidad de género entre los 12 y los 18 años, el 39,4% lo reconoce entre los seis y 11 años, y el 41,3% entre los 0 y 5 años (ver infografía).
Eso permite mostrar que no es un fenómeno que suceda en la adultez. "Las personas trans comienzan a vivir y percibir la incongruencia entre su identidad y su sexo desde niños", señala Barrientos.
Para Linker, los datos de intentos de suicidio son claros, "la identidad comienza a forjarse desde antes de los 15 años".
Derechos humanos
Un amplio margen desea realizar el cambio de nombre y sexo legal (76,5% y 76,2%, respectivamente), proceso que debería ir acompañado, dice el estudio, "de voluntad de acceder a tratamientos de masculinización y feminización, según corresponda".
Para Franco Fuica, vicepresidente de OTD Chile, "se han visibilizado casos de niños y niñas muy pequeños que muestran quela orientación sexual no tiene que ver con la identidad de género".
Hoy, las personas trans hacen activismo, dice Fuica, y además "se han visibilizado casos de niños y niñas muy pequeños que muestran que la orientación de género no tiene que ver con la identidad sexual".
Además, agrega, se ha comenzado a hablar de derechos humanos. "El derecho humano a vivir la identidad de género como cada persona lo sienta y que en ausencia de ese derecho la persona sufre. Es una vivencia de mucha gente, que sufre la dificultad de esconder su propia esencia para ser respetado en el espacio público".
Es un tema que se debe conversar públicamente y abrir espacios, indica Barrientos: "Que no sigan siendo percibidas como personas extrañas o raras. Debemos avanzar en la despatologización de lo trans, instruyendo en las universidades para que todas las disciplinas que tengan que ver (psicología, psiquiatría, medicina) con esta población avancen en la no patologización".