Las fuerzas opositoras al líder libio Muammar Gaddafi enterraron hoy en uno de los cementerios musulmanes de Bengasi, a cinco insurgentes muertos tras los ataques aéreos errados de la OTAN, en una ceremonia cargada de dolor y disgusto contra la Alianza por lo sucedido ayer.
Los funerales previos se realizaron en la Plaza de los Juzgados al que concurrieron cerca de 5.000 personas. Los cinco féretros llevaban a los cuatro militares -dos de ellos de alto rango- y el de un médico que viajaba en una ambulancia el día del bombardeo.
"No creemos en la OTAN", dijo Mohamed El Embi, amigo del médico fallecido, que se destrozó la mano al golpearla contra una ventana al enterarse de su fallecimiento.
Miles de disparos al aire de fusiles kalashnikov e incluso de las baterías antiaéreas de los rebeldes se sucedieron mientras se daba sepultura a los cadáveres.
Con estas cinco víctimas suman ya 18 los muertos provocados de forma involuntaria por los ataques de la OTAN desde que los aliados comenzaron sus operaciones en Libia.
Los rebeldes anunciaron que mejorarán sus comunicaciones con las fuerzas aliadas para evitar más "errores" de este tipo y establecieron que a partir de ahora sea una sola persona la que centralice la información en cada parte para transmitirla al instante a la otra.
Entretanto, hoy prosiguieron los duros combates entre rebeldes y gaddafistas por el control de la ciudad de Ajdabiya, nudo estratégico de comunicaciones a 160 kilómetros de Bengasi.
El vicepresidente del Consejo Nacional Transitorio (CNT) libio, Abdelhafid Ghoga, aseguró que las tropas del coronel "no entrarán jamás" de nuevo en Bengasi como sucedió horas antes del comienzo de la intervención aliada en Libia, cuando llegaron a las afueras del bastión insurgente.
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, lamentó hoy "profundamente" la muerte de los rebeldes en el ataque.
"Este es un incidente muy desafortunado. Lamento profundamente la pérdida de vidas", dijo Rasmussen.
El vicepresidente del CNT aseguró que al menos 10.000 personas han muerto en Libia desde el inicio de la rebelión popular el pasado 16 de febrero, de ellas 2.500 sólo en la ciudad occidental de Zauiya, cerca de Trípoli, que al comienzo del conflicto permaneció más de dos semanas asediada por los gaddafistas.