El 5 de septiembre de 1924, un grupo de oficiales conformó el Comité Militar que puso fin al gobierno de Arturo Alessandri Palma. Eran días tensos para la República Parlamentaria. Con un inminente Golpe de Estado anunciado para el 11 de septiembre, el Congreso Nacional aprobó en las sesiones del 8 y 9 sus propias iniciativas de corte social: jornada laboral de ocho horas, supresión del trabajo infantil, reglamentación del contrato colectivo, la ley de accidentes del trabajo y seguro obrero, legalización de los sindicatos, la ley de cooperativas y la creación de los tribunales de conciliación y arbitraje laboral.
Acorralado por la intransigencia militar, Alessandri decidió autoexiliarse en Europa el 9 de septiembre, poniendo fin a su mandato y a la vigencia de la Constitución de 1833. El 19 de diciembre del mismo año, su antiguo contendor electoral, ex diputado por Antofagasta, dirigente sindical y figura fundacional del Partido Obrero Socialista y el Partido Comunista, Luis Emilio Recabarren, apareció muerto en su habitación. Tenía 48 años.
Dicen que padecía una depresión sin vuelta, que acababa de separarse de su mujer, y que los constantes asedios, exilios y encarcelamientos políticos lo llevaron a ponerse una pistola en la sien. Tipógrafo autodidacta, ateo irrevocable, abstemio y no fumador, su muerte levantó un manto de dudas que hasta hoy divide a la historiografía.
Su amigo y fundador de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el dirigente Clotario Blest, le habría revelado al historiador Víctor Farías: "Cuando vinieron a contarme que había muerto, corrí hasta su casa y alcancé a ver su cadáver. Dijeron que se había suicidado, pero en las murallas y muebles conté más de veinte huellas de bala. Hubo lucha. Como estaban las cosas, estoy seguro que lo mataron los comunistas. Ningún suicida tiene tan mala puntería".
Ese mismo año, Recabarren, quien había depuesto su releeción, acababa de retornar a Chile tras un largo viaje a la Unión Soviética. Allí radican las principales diferencias al interior de la izquierda en torno a su muerte: algunos dicen que volvió defraudado y que eso lo enemistó con sus compañeros de partido. Otros, que tuvo sus propias razones para quitarse la vida. Como haya sido, sus restos fueron velados en grande en la capilla del local de la Unión de Obreros Ferroviarios, en la calle Bascuñán Guerrero. Y hoy, a 90 años de su deceso, revivirá sobre las tablas en Recabarren, dirigida por el actor y director Cristián Keim, que debutará esta tarde en el Parque Cultural de Valparaíso.
El montaje escrito por Cristián Figueroa cerrará la trilogía Tiernos y feroces, Fondart de Excelencia 2014 centrada en el imaginario de tres chilenos suicidas: Pablo de Rokha, Violeta Parra y el propio Recabarren. Tras una breve temporada en su natal Valparaíso, Recabarren y el resto de la trilogía llegarán a fines de abril a Matucana 100.
"Nunca se ve al dirigente en el escenario", advierte Keim. En lugar de ello, sus ideas habitarán el alma inquieta de cuatro trabajadores sindicados de una empresa de retail en el Chile actual. Encarnados por Verónica García-Huidobro, Rafael Contreras, Gonzalo Durán y Juan Esteban Meza, "integran una compañía de teatro que va de gira al norte. Así reviven aspectos biográficos del personaje: su trabajo en prensa (creó 11 periódicos y escribió en 50), su visión educativa del teatro y otros pasajes de su vida", agrega.
De su muerte, en tanto, no tomarán parte. "Sí está presente, pero no es lo trascendental. Son sus ideas visionarias las que le sobrevivieron, sobre todo en el país donde vivimos hoy".