¿Cuánto tiempo duran la tristeza y el dolor que sufren quienes han perdido a una persona de su familia inmediata o de su círculo social más íntimo? Conocer la respuesta a este interrogante es una de las claves para ayudar a quien sufre una pérdida.

"Entre seis meses y un año". Este es el lapso que los expertos calculan que es necesarios para superar la pérdida física de alguien que ha fallecido y hacerse a la idea de que no se lo verá nunca más con vida.

Superado este tiempo, y si la persona no se ha adaptado a la pérdida, y sigue inmersa en una tristeza que le impide llevar una vida normal, conviene prestar atención y acudir a un profesional, en busca de ayuda, porque puede tratarse de un desorden importante.

PERDIDA
Toda pérdida causa dolor sicológico
. Pero a veces, la muerte de un ser querido puede convertirse en el detonante -"la gota que colma el vaso" - de un episodio de depresión mayor, que ya venía "incubando" la persona que vive el duelo. Es un problema que requiere tratamiento sicológico y, a menudo, la administración de fármacos.

Otra señal de alarma de que existe un desarreglo sicológico, que requiere atención médica, es el otro extremo: la ausencia de tristeza manifiesta ante un deceso.

Si la persona no llora, se desahoga ni da muestras de dolor por la pérdida, o incluso exhibe una llamativa "normalidad", indiferencia o euforia, puede indicar que ha reprimido sus sentimientos y que, en cualquier momento, pueden salir a la luz con consecuencias imprevisibles.

Sea como sea, las heridas del alma se terminan curando, aunque demoran en cicatrizar mucho más tiempo que las del cuerpo.

RECOMENDACIONES
Estas son las recomendaciones de algunos expertos para ejercer como "acompañantes del duelo" y ayudar a quienes han sufrido una pérdida y atravesar las distintas etapas que supone su aceptación de la mejor manera posible.

Explicarle lo que sentirá en los próximos meses. Asumir la muerte de un ser querido requiere atravesar una serie de etapas sucesivas. Cuando se las conoce, se las puede afrontar con mayor tranquilidad y en mejores condiciones. Estas fases son: shock emocional, desorganización mental, negación de la realidad, depresión anímica, sentimiento de culpa por no haber actuado mejor, miedo a no poder sobrevivir sin el fallecido, ira contra las personas del entorno del difunto por no haberle ayudado u otras razones. Finalmente llega la aceptación de la pérdida.

Escuchar de un modo activo. En lugar de "hablar y aconsejar" de entrada, es recomendable prestar la máxima atención al familiar del fallecido con todos los sentidos puestos en lo que dice y siente. Es el primer paso para que el afectado se sienta apoyado y acompañado. En este punto es aconsejable ayudar a la persona a expresar lo que siente, pero sin forzarla.

Expresarle que lo que siente es normal. Explicarle que, inevitablemente, debe pasar por un período de duelo, y que los contradictorios y cambiantes sentimientos que experimenta son lógicos y naturales. Es preciso decirle que su caso es similar al de infinidad de personas y no debe sentirse como un "bicho raro".

Conectarse con la persona en duelo. Es recomendable intentar comprender sus sentimientos y ponerse en su lugar. Así uno puede comprender por qué tambalea su mundo. Por lo que es preciso compartir sentimientos y buenos recuerdos sobre la persona fallecida. Incluso es beneficioso evocar algunos momentos divertidos del desaparecido.