Los textos escolares cuentan que para la construcción del Palacio de La Moneda se utilizó arena del río Maipo, cal de la hacienda Polpaico, roble y ciprés de los bosques valdivianos, piedras de la cantera colorada del cerro San Cristóbal y ladrillos. De esa estructura solo quedaron los ladrillos. Eso recuerda Hernán Rodríguez, arquitecto que participó en la restauración del palacio, al encontrarse con el edificio, tras el bombardeo ocurrido el 11 de septiembre de 1973, en medio del Golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende.

"Estaba estudiando arquitectura cuando postulamos al concurso Rodrigo Márquez de la Plata, Jorge Swinburn y yo, que era el más chico. Éramos tres arquitectos más un par de dibujantes, debe haber sido el año 1974. Se nos dijo que la idea del proyecto era utilizar La Moneda como palacio de gobierno, pero no había una señal específica de restaurar, de recuperar o de tener un cuidado patrimonial específico. Por eso se presentaron proyectos mucho más libres como demoler, construir torres o un edificio nuevo. Nosotros fuimos bien conservadores y nos apoyamos mucho en los planos originales de Joaquín Toesca", recuerda Rodríguez mientras busca información sobre el tema entre sus libros.

El equipo, liderado por Márquez de la Plata, se dio cuenta de que La Moneda se diseñó con una concepto original muy definido y querían devolverle ese espíritu, tarea difícil y laboriosa porque el incendio arrasó con casi todo, el inmueble quedó desnudo. Rodríguez recuerda que "el estuco se desprendió del ladrillo, dejándolo a la vista, eso reveló cómo era la estructura original. Se veían los arcos, las uniones, todo, como si le hubieran sacado al piel. Pero eso también nos dio la ventaja de estudiar detenidamente la construcción, así descubrimos casi 20 tipos diferentes de ladrillos, unos para las esquinas, otros para muros altos, otros para paredes más bajas, o sea, el pensamiento que hubo detrás de la construcción original fue muy elaborado, nosotros intentamos mantener todo", afirma.

La Junta

La Moneda estuvo alrededor de dos años abandonada, la Junta Militar de Gobierno se trasladó al ex Diego Portales, actual GAM, y no se le realizaron cambios hasta que el Ministerio de Obras Públicas presentó el proyecto.

Rodríguez, que actualmente está a cargo de la administración del Museo Andino, también cuenta que "el ex Diego Portales les resultó muy funcional. Entonces, cuando veían La Moneda, que tiene espacios con cinco metros de altura, no sabían cómo utilizarlos, no era práctico para ellos. Yo tenía la sensación de que nuestro trabajo fue bastante criticado, que encontraba que era una locura dejar el Diego Portales con sus oficinas de dos por dos, pasillos y escritorios seguidos, uno tras otro. En cambio llegar a un recinto tan amplio y solemne, daba la impresión de que se sentían incómodos. Nosotros les decíamos que el palacio es un espacio de gran riqueza, que tenían que atreverse a entrar en ese sistema porque a la larga lo iban a agradecer".

El palacio

La Casa de Moneda se construyó para tener un lugar que albergara las riquezas: la plata, el oro y los minerales nobles que servían para acuñar el dinero de la época. Quienes trabajaban en el lugar, vivían allí. Por las noches, luego del cierre del único acceso y salida que tenía por el frontis, el trabajo continuaba, con la puerta clausurada hasta el día siguiente.

En 1846, en el segundo periodo del presidente Manuel Bulnes, el mandatario decidió dejar el edificio de la Real Audiencia, actual Museo Histórico Nacional, para trasladarse a la Casa de Moneda y transformarla en el Palacio de Gobierno. A partir de ese momento, los jefes de Estado vivieron allí junto a sus familias. En 1906, la esposa de Manuel Montt pidió realizar uno de los cambios más significativos de la historia del inmueble: Morandé 80.

La familia Montt, que quería mayor privacidad para las labores diarias, pidió que crearan un acceso lateral, informal, que les permitiera entrar de manera directa, sin tener que pasar por el acceso principal, evitando el protocolo del palacio. La puerta iba acompañada de una escalera de madera, que en la época de Eduardo Frei Montalva se reemplazó por una escalera de concreto que conectaba con el segundo piso. Nadie esperaba que esa intervención se transformara en un cortafuego que impidió que las llamas avanzaran hasta la otra mitad del edificio en 1973. La misma función cumplió el acceso al estacionamiento subterráneo de calle Teatinos.

"El bombardeo produjo roturas sectorizadas, pero el incendio fue brutal porque cada uno de los pisos, de cinco metros de altura cada uno, con un piso bajo e intermedio de madera, con vigas de roble tremendamente gruesas y con estructura de madera en el techo, actuaron como una chimenea, produciendo un calor tan alto que llegó a fundir los metales", dice el arquitecto.

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Hernán Rodríguez, arquitecto encargado que participó en la restauración, es actualmente el director del Museo Andino. Foto: Luis Sevilla Fajardo / La Tercera

Hernán Rodríguez, arquitecto encargado que participó en la restauración, es actualmente el director del Museo Andino. Foto: Luis Sevilla Fajardo / La Tercera[/caption]

"Cuando se limpió, entre el mar de cenizas y escombros encontré muchas bolas y trozos de mármol en un salón del segundo piso. De repente me di cuenta de que había algo raro. Encontré una oreja y después un ojo. Al rato me di cuenta que estaba parado en la galería de figuras de los presidentes, que había sido devastada en trozos por el calor, el mármol explotó y las esculturas quedaron destruidas", agrega.

Una vez que se adjudicaron el proyecto, se realizó un levantamiento del edificio. Rodríguez relata que "medimos centímetro a centímetro cada muro, tuvimos que ubicar las puertas y ventanas inexistentes, pero eso nos permitió tener un juego de planos reales con la situación exacta del edificio".

Las obras comenzaron en el año 1975 y se reinauguró en 1981. Fue mucho tiempo, pero el mismo Hernán Rodríguez recuerda que en ningún momento los presionaron y que daba la sensación de que no había una persona a cargo.

La restauración unificó el diseño del edificio y contempló nuevos ambientes, como el Salón Montt Varas, pero también hubo exigencias, como cubrir y clausurar la entrada de Morandé 80. Desde el punto de vista arquitectónico, el objetivo era volver al estilo puro y neoclásico de Joaquín Toesca.

la-moneda

Desde el Ministerio de Obras Públicas, en cuyos archivos se guardan los registros de estas transformaciones, señalaron que efectivamente "el trabajo del MOP no sólo es construir infraestructura pública, sino que también resguardar el patrimonio histórico nacional, como lo es el Palacio de Gobierno".

Agregaron que este es uno de los trabajos más simbólicos realizados por la cartera, "si bien La Moneda bombardeada simbolizó el fin de la democracia y un periodo oscuro del país, hoy el edificio representa el orgullo de la vida política y cívica de nuestra nación".

Aunque hoy el Palacio de Gobierno no se puede visitar, el espíritu del equipo de arquitectos era que la gente pudiera circular por La Moneda, permitiendo conocer parte de la historia de Chile. "Es un lujo tener un Palacio de Gobierno como este, yo creo que La Moneda es uno de los mejores de América Latina. Es lamentable que ahora esté cerrada, aunque es difícil juzgar, pero imagino que se podrá controlar de alguna manera. La Moneda es una joya para nuestra historia, absolutamente", cierra Hernán Rodríguez.