El rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, hizo un llamado a desalojar la casa central de la casa de estudios e indicó que "puedo entender sus argumentos pero no justifico y rechazo esta acción".
"La Casa Central representa un símbolo de nuestra Casa de Estudios y de la República, es un ícono de la educación pública pluralista, laica, diversa, tolerante e intelectualmente libre. La toma de la Casa Central viola esa condición y violenta a nuestra comunidad. Ella representa, como imagen y por su ubicación en el centro cívico de la capital, las esperanzas de miles de chilenos y chilenas, sobre todo de los más pobres, por tener acceso a una educación pública de calidad, equitativa, en la que se vivan y preserven esos valores republicanos que aspiran a un país más justo, más solidario y más democrático. Nuestra responsabilidad, y la de todos los chilenos y chilenas, es preservar, respetar y cuidar este símbolo republicano", asegura la autoridad universitaria.
Pérez agrega que "lamento profundamente su ocupación, la que afecta severamente las confianzas internas, afecta el cumplimiento de nuestra misión pública y de calidad, interrumpe el diálogo respetuoso propio de nuestra comunidad universitaria y privatiza -para el uso de un solo grupo- un espacio público que es de todo(a)s (...) hago un llamado público a todos los integrantes del Congreso Nacional y a las autoridades políticas a que asuman su responsabilidad para avanzar con mayor celeridad en la tramitación de los proyectos de ley que están siendo estudiados desde hace meses, con el fin de producir las reformas que reflejen efectiva y cabalmente las demandas educacionales de los estudiantes, de las comunidades universitarias y de los distintos sectores nacionales. Asimismo, hago un llamado urgente a establecer instancias de diálogo entre los estudiantes, las comunidades universitarias, el Gobierno y el Parlamento".
El rector detalló que "si aceptamos que cualquier grupo, interno o externo, puede entrar a nuestra Casa Central y hacerla suya impunemente, estaremos, en los hechos, condenados a que su simbolismo se vuelva vacío. Ese sería el triunfo más emblemático de quienes por años han tratado -sin lograrlo- de destruirnos y de terminar con la educación pública. Por más que podamos comprender el contexto y la coyuntura; por más que podamos experimentar también la frustración que genera el que muchas demandas estudiantiles y ciudadanas no sean oídas, nada, absolutamente nada puede justificar ni amparar acciones que violenten la convivencia al interior de nuestra comunidad y que causen erosión en nuestra institucionalidad".