En 1944, Adolf Hitler sufrió un fallido atentado denominado "Operación Valkiria". Dirigida por el coronel del Estado Mayor Claus Schenk von Stauffenberg y apoyada por un grupo de aristócratas, pretendía acabar con el "führer".
El coronel colocó un maletín con dos bombad activadas bajo la mesa del cuartel general de Prusia Oriental, en Ketrzyns, donde Hitler se reunía con los altos dirigentes de su régimen. Solo una de ellas estalló, asesinando a cuatro de las 24 personas presente y causando solo heridas leves al blanco principal.
Por cosas del azar la Operación Valkiria no tuvo éxito. Según historiadores, diversos historiadores de haber prosperado, podría haber evitado millones de muertes. Tras 70 años Alemania evoca ese 19 de julio.
La jornada comenzará con una ofrenda floral y un discurso del presidente del país, Joachim Gauck, en Bendlerblock, la sede del ministerio de Defensa en Berlín donde está el monumento de la resistencia antihitleriana.
Luego Gauck y la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, se dirigirán al Plötzensee, el museo instalado en lo que fue, durante el nazismo, cárcel y escenario de fusilamientos contra los enemigos del régimen.
Finalmente regresarán al Bendlerblock, donde la ministra presidirá una jura de la bandera, ceremonia que en los años 90 del pasado siglo solía derivar en altercados con manifestantes de izquierda, que lo tachaban de parada militarista propia del Tercer Reich.
TRAS EL ATENTADO
Si bien la operación falló, el grupo de oficiales que lo comandó fue elevado a la categoría de símbolos de la resistencia, como lo fue para los hermanos Sophie y Hans Scholl.
Ambos, estudiantes y miembros del grupo Die Weisse Rose -La Rosa Blanca-, descubiertos y guillotinados en 1943 y se les recuerda como ejemplo de coraje juvenil.
Por otro lado a los que comandaron la operación junto a Staffenberg se les evoca como exponentes de la capacidad de levantarse contra un régimen monstruoso, incluso dentro del ejército.
Antes de ese 19 de julio Stauffenberg, que empezó a fraguar dos años atrás su conspiración con militares como Ludwig Beck y civiles como Carl Friedrich Gordeler, era un oficial de 36 años que había perdido un ojo, la mano derecha y dos dedos de la otra en África.
Además habían asistido inicialmente fascinados a las ofensivas hitlerianas contra Polonia y Rusia y vieron en Hitler un instrumento para que el Reich recuperase la dignidad perdida tras la I Guerra Mundial, pero los campos de concentración y la locura nazi lo hizo cambiar de opinión.
En Berlín y sin saber que la bomba no había acabado con Hitler, esa misma noche Stauffenberg junto a su grupo, fueron detenidos.
A la medianoche el conde y tres de sus acompañantes fueron ejecutados en el patio del Bendlerblock y media hora después Hitler dirigió habló por la radio para informar al país que seguía vivo.
Otros doscientos implicados en la "Operación Valkiria" fueron asesinados o internados en campos nazis en los días siguientes.
Los honores a ese grupo estuvieron durante años rodeados de cierta polémica en Alemania, puesto que implicaba rendir tributo a aristócratas que traicionaron el principio de la jerarquía militar.
Sobre esa controversia prevalece la consciencia de que, de haber materializado el magnicidio, tal vez se habrían ahorrado millones de muertos, en el frente o en el campo de concentración, desde ese julio de 1944 hasta la Capitulación del Reich, en mayo de 1945. EFE