CAROLINA AREVALO
La calle San Diego, meca del comercio de la bicicleta en nuestro país, fue la principal proveedora de la diseñadora Carolina Arévalo durante el proceso de creación de su original silla mecedora. "Al principio, me regalaron varias llantas en desuso, pero cuando mi visita a los locales se transformó en algo más frecuente, me las comenzaron a vender a precio por kilo de fierro", cuenta Carolina, egresada de la Escuela de Diseño de la UC.
La genial mecicleta, como se denomina el producto que diseñó, surgió a raíz de la Eco Feria Rediseña, organizada por Raíz Diseño el año pasado en el Parque de las Esculturas. Desde entonces, ha sido tal el éxito que no ha parado de venderlas. Carolina quiso rescatar en este proyecto el tiempo de vida útil de los materiales. "Hay un boom de la bicicleta en Chile, pero la gente no tiene el hábito de repararlas", explica, agregando que "hay una cosa nostálgica de la chatarra vieja y de cercanía con la infancia, junto con el objeto de culto", que en contraste con la colorida superfi cie del asiento, hecho a partir de desecho textil de pre-consumo, logra una entretenida mezcla. "La combinación de géneros y colores varía según el pedido, lo que también lo hace un elemento ultra personal", explica.
Concentrada actualmente en su proyecto de título relacionado con el rescate patrimonial, Carolina tiene enmente continuar experimentando con materiales de desecho y, por el momento, seguir vendiendo por encargo su primer design reciclado.
SOFIA MONTERO
Lo que partió como un experimento para un curso de taller en la carrera de Diseño de la UC, terminó por convertirse en un proyecto de negocio para Sofía Montero. La idea era diseñar un objeto de interior con algún material de desecho. "Empecé a observar cómo se acumulaban las botellas de plástico en los basureros de las distintas casas de mis amigos. En un fin de semana, constaté que de 128 departamentos de un edificio salían más de 200 botellas", cuenta Sofía. Otra información que la diseñadora confirmó, en el proceso de investigación, es que el ciclo de las botellas de PET es cortísimo y van a parar a miles de rellenos sanitarios, donde demoran entre cien y mil años en degradarse.
En un afán por revalorizar el material, sacarlo de contexto y darle otro uso, Sofía comenzó a desarrollar una serie de productos que van desde soportes para mesas de centro, lámparas leds, fruteros y pantallas de distintos tamaños. Diseños que surgieron uniendo las bases y las bocas de las botellas mediante remaches, obteniendo como resultado siempre formas de esfera.
Jugando con los distintos formatos de las botellas y los llamativos colores, como violeta, azulino y verde, que ofrecen las distintas marcas de agua mineral hoy en el mercado, además del transparente incoloro que caracteriza a las bebidas, la joven diseñadora no descansa en innovar con nuevos productos.
DUOTIPOESTUDIO
Fue para un concurso de reciclaje a partir de basura electrónica, organizado por Remade in Chile, que Sebastián Ramirez y Francisco Véliz, ambos diseñadores industriales, crearon unos geniales audífonos reutilizando dos viejosmouse de computador. "A partir de ese producto nos dimos cuenta de la cantidad de desechos con que podíamos contar", dicen.
Fue así como el ingenio se extendió con un segundo experimento con un enfoque más industrial, apostando esta vez por la reutilización de disquetes. Un producto en retirada, que carece de uso masivo y que con la mirada visionaria de estos jóvenes terminó transformándose en originales botones. A modo de anécdota, Sebastián cuenta como una de las formas de conseguir este material fue pedirle a todos sus amigos que le regalaran para su cumpleaños únicamente disquete. Rayados o con virus, todos eran bienvenidos. A esa gran recopilación se suman constantemente donaciones e incluso gente de regiones que los ha contactado por mail y les hacen llegar estas piezas antiguas por correo.
Para esta dupla de diseñadores, el proceso de cada objeto que reinventan es fundamental para lograr productos con posibilidades comerciales reales y que no se traduzca simplemente en algo artístico. "Si son más de 300 la cantidad a producir, por ejemplo, y que los procesos no sean dañinos para el medio ambiente", explican. Las lámparas hechas a partir de cañerías de PVC con aplicaciones gráficas son la última novedad de estos jóvenes y confiesan estar siempre con la inquietud de incorporar nuevos diseños con lo que observan en la basura.