Reggaeton con moral
La banda Moral Distraída, que combina reggaeton, salsa y hip hop, está ganando audiencia. Sus dos vocalistas, los hermanos Camilo y Abel, aseguran que la relación de este último con Camila Vallejo no tiene que ver con su nueva popularidad. Acá los Zicavo cuentan sobre su infancia en Cuba, su adolescencia en Chillán y de cómo es bailar a Maluma si no te gustan sus letras.
Es miércoles en la noche y el Club Subterráneo, en el Paseo Orrego Luco, está lleno de veinteañeros y sobre todo veinteañeras. Pasadas las 12, ocho de los diez integrantes de Moral Distraída tocan los primeros acordes de la canción "Pégate". Unos instantes después saltan –literalmente- al escenario Abel (31) y Camilo Zicavo (27), que son hermanos, cantantes y fundadores del grupo. Abel viste una sudadera negra, jeans rasgados y un jockey al revés, como el Chino Ríos cuando jugaba tenis, mientras Camilo usa una polera roja y collares, un look que parece inspirado en algún rapero de los noventa. "Y no te dejes llevar por el ritmo que no te provoca…", dice la primera línea de este reggaeton con rumba, pero apenas se escuchan por el griterío de las fanáticas.
Moral Distraída tiene ocho años y combina ritmos como el reggaeton, la salsa, la rumba y el hip hop. Aunque se les asocia con el movimiento de la nueva cumbia, donde destacan bandas como Chico Trujillo, Villa Cariño o la Combo Tortuga, ellos no tocan cumbias. Lo hicieron al principio, pero sólo porque así costaba menos encontrar dónde presentarse. En esta etapa ya no necesitan ese tipo de estrategias. En los últimos meses hicieron un concierto masivo en el Teatro Cariola, estuvieron en el festival Frontera y consiguieron tres nominaciones al premio Pulsar 2017 en las categorías Artista del año, Mejor artista música urbana y Álbum del año (Probarlo todo).
"La banda empezó a crecer, a sonar en las radios y a tener más seguidores en las redes sociales, pero nuestra identidad y la manera de entender el medio la aprendimos cuando nosotros mismos cargábamos los instrumentos antes y después de tocar y en las giras éramos 10 metidos en una van sin calefacción a las cinco de la mañana, cagados de frío", cuenta Camilo. Como en casi en toda la entrevista, cuando habla uno luego complementa el otro. Dice Abel: "Una de las cosas bacanes de ese período es que los que estábamos desde el principio entendimos que esto se trata de trabajo y de una estrategia que es proyectarse: si hoy vas a componer una canción, te preguntas qué va a significar esta canción en cinco años, dónde la vas a meter y qué va a pasar si ocurre esto o esto otro. Cuando las apuestas funcionan es la raja".
¿Y qué han aprendido de este otro período, el de la popularidad?
Camilo: Creo que somos populares, pero no a nivel masivo como el reggaeton. J Balvin es popular, Daddy Yankee y Noche de Brujas son populares o La Combo Tortuga, que mueve miles y miles de personas y van a lugares donde nosotros queremos llegar. Sí tenemos un nicho más grande de gente, pero que no se acerca a lo que estamos apostando.
¿A qué están apostando?
Camilo: Yo me quiero ganar un Grammy.
Abel lo mira y dice: Yo no sé, a mí me dan lo mismo los premios.
¿Cómo conviven esas dos miradas?
Camilo: Bacán, poh.
Abel: Si Camilo está feliz con ganarse un Grammy, yo pienso "qué buena" nomás.
Aunque es el hermano mayor, Abel es más tímido o tal vez más desconfiado. Cuando se supo que es pareja de la diputada Camila Vallejo la prensa de farándula lo buscó intensamente y él lo conversó con la banda. No quería que ese tema afectara el proyecto. "Cuando empezó mi relación me pregunté qué iba a pasar con esto, o sea, qué lata que se vaya a relacionar esta cuestión. No queríamos que se vincularan las cosas porque hemos hecho un trabajo super firme, entonces que uno se ponga a pololear con Keka o Kika... qué importa", dice.
¿Crees que la banda es más conocida por tu relación?
Abel: Nosotros miramos los números y no ha cambiado nada, la gente no nos conoce por este tema. Además, como eso es farándula no lo asociamos a nuestro crecimiento.
Camilo: Por lo menos en la gran masa, no. Ahora, hubo un momento en que igual la banda se pegó una pequeña crecida porque claro, si está saliendo la foto del Abel con el nombre de Moral Distraída en la tele, evidentemente hay gente que lo busca y va a conocer a la banda. Es muy raro para nosotros prender la tele y ver que están hablando de nosotros porque no estamos acostumbrados.
No hablas de tu relación en los medios pero te muestras abiertamente en redes sociales. ¿Cuál es la diferencia?
Camilo: ¿Puedo responder por ti?
Abel: Puedes responder por mí.
Camilo: En las redes sociales tú decides cuánto exponer de tu intimidad y puedes controlar tus discursos. En cambio, la tele y la prensa maquinan harto con lo que uno puede decir o no. Tenemos profundas problemáticas con los periodistas y cuidamos nuestra intimidad.
¿Confían más en las redes sociales que en los medios?
A dúo: Confiamos en lo que nosotros podemos manejar.
En esta etapa de mayor fama, Abel también ha tenido que lidiar con el acoso de las fans. La semana pasada, luego de tocar en un local de Bellavista, protestó en su cuenta de Twitter por algo que a veces ocurre en locales pequeños entre los camerinos y el escenario, donde especialmente mujeres "intentan y logran manosearme". "Yo no les he dado el consentimiento. Me emputece. No me parece gracioso. No me parece halagador (...) Desde lo racional ya había entendido el acoso al que están sometidas las mujeres. Hoy, desde la experiencia, lo tengo más que claro. Paren", escribió.
Por su parte, aunque La Cuarta publicó hace unos días que Camilo está saliendo con Denise Rosenthal, él prefiere no comentar su vida privada.
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Abel y Camilo Zicavo.
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Del ballet a cantar
Los hermanos Zicavo son hijos de un uruguayo y una chilena que se conocieron en La Habana, adonde llegaron exiliados. La familia materna es de Chillán y su abuelo, Enrique San Martín, fue una influencia artística y política para sus nietos, porque es cantante de boleros, militante socialista y ocupaba un cargo cultural en el gobierno de Allende. La familia volvió a Chile en 1989 y se trasladó a Chillán (donde nació Camilo), pero a mediados de los 90 regresaron a La Habana, donde su papá y mamá querían hacer sus especializaciones en sicología y medicina, respectivamente. A finales de esa década volvieron a la Octava Región.
¿Cómo fue llegar de Cuba a Chillán?
Abel: Estrepitoso. Chillán es muy representativo de la provincia y la zona centro sur es muy conservadora.
Camilo: Chillán es parecida a la mayoría de las ciudades del país donde, salvo Santiago, el acceso a la cultura es mínimo. Entonces, si tienes una ciudad con 170 mil habitantes donde no hay una librería...
¿No hay librerías en Chillán?
Camilo: Desde el año pasado hay una Qué Leo, pero cuando nosotros vivíamos ahí había un par de librerías que vendían los libros que te pasaban en el colegio, onda la edición más barata de Ana Frank. Si el libro original tenía 150 páginas, allá podías acceder al resumen de 30, ¿cachái?
Abel: El Teatro Municipal de Chillán, que es maravilloso, se está reconstruyendo desde que se cayó en el terremoto de 1939. Lo terminaron recién este año.
¿Pudieron ser los mismos que eran en Cuba?
Camilo: A nosotros, que nos gustaba el arte desde chicos, nos dieron super duro. Nos discriminaron. A mí, por ejemplo, me gustaba practicar ballet cuando era cabro chico.
¿Como a Billy Elliot?
Camilo: Sí poh, la misma volá de Billy Elliot. En Cuba mi viejo tenía un amigo que era productor del ballet nacional y nos pasaba el dato de las obras que venían. Fuimos a ver Giselle, Cascanueces, El Lago de los cisnes ¡en el ballet nacional cubano! Cuando llegamos a Chillán yo me puse a bailar ballet en el colegio, me hicieron bullying y me costó entender que no tenía ver conmigo, algo que entiendo ahora, y tampoco con mis compañeros, si no eran malos. Tenía que ver con la ciudad y su cultura, con que no existen las herramientas ni el acceso al arte y a todo eso que te abre la cabeza.
¿Qué te decían en el colegio?
Camilo: En el colegio había un taller donde yo era el único niño y estuve bailando como cinco años. En la casa me apoyaban, me trataban de explicar que no tenía que ver conmigo y que el goce de hacer algo que yo disfrutaba era maravilloso. Porque además era chico y me decían fleto o gay porque bailaba ballet, pero cuando grande entiendes que no es un insulto.
Cuando Abel terminó el colegio se fue a Santiago y estudió Teatro en la UC. Camilo siguió sus pasos, pero no terminó y se cambió a Música. "Abel era bueno actuando", dice Camilo. Lo hizo, por ejemplo, en la obra Cerca de Moscú, dirigida por Paulina García, y en la coreografía dirigida por Paulina Mellado llamada Lugar del deseo.
Abel también dirigió la obra El Gran Bang, que Camilo y Amaru, el actual baterista de Moral Distraída, musicalizaron. Ahí aparecía en escena una banda pachanguera y a Camilo se le ocurrió que la banda siguiera tocando "como un spin off de la obra. Para mí era un hobby bacán, pero Camilo le dio el carácter más profesional", dice Abel. "Me pasó también que me di cuenta de que no era tan bueno en teatro, pero ya estaba metido en la música", cuenta Camilo.
¿Y tú, Abel, te veías como galán de teleseries?
Abel: Jamás.
Bailar Maluma
¿Cómo hacen reggaetón, un ritmo criticado por machista, si tienen un discurso progresista?
Camilo: A nosotros nos gusta el reggeaton porque el ritmo es bueno. Soy de la generación de la "Gasolina" y el "Shh shh nadie lo sabrá", pero empezamos a tener conflictos con el discurso machista del reggaetón, con la heteronormatividad, con lo aspiracional. Nos dimos cuenta de que había gente que hacía reggaeton que no pertenecía al mainstream, como Gilberto Santa Rosa con Vico C, que estaban mezclando otras formas discursivas con la base del reggaeton y nos empezó a gustar. Vino una búsqueda y nos encontramos por ejemplo con el reggaeton cubano, el cubatón, y dijimos: "Esto está muy bueno, nadie lo está haciendo acá, hagámoslo". Y hoy como Moral hacemos reggaeton porque nos gusta, porque nos pasan cosas en el cuerpo y porque es un acto político.
¿Por qué es un acto político?
Camilo: Porque tiene toda esta carga que te produce conflicto y atenta contra tus construcciones políticas, pero pones a Maluma y te dan ganas de bailar, entonces podemos hacer reggaeton, discursear y darle en el gusto a gente como nosotros. Sobre todo como chilenos, a los que este ritmo que nos abrió las puertas a descubrir una corporalidad y a encontrarnos con el otro de manera super horizontal porque pones un reggaeton sepas o no bailar lo vas a bailar igual.
¿Pero bailas Maluma?
Camilo: Bailo igual, pero con rollo, profundos rollos con lo que dice.
¿Cómo es bailar con rollo?
Camilo: Difícil.
Abel: Nosotros entendimos que es tan difícil disociar la letra del ritmo que en vez de mirar para otro lado nos metimos ahí y nos hicimos cargo. Como el ritmo es tan bueno y tan masivo, qué mejor que disputar la hegemonía desde dentro, no como cuando te molestan los contenidos de la tele y la apagai. Teniendo las herramientas das la pelea. Si eres cineasta, periodista o audiovisual y crees que la tele está cuática, métete en la tele y disputa la hegemonía. Haz algo distinto. Es lo que estamos haciendo nosotros.
¿Las bandas tienen que tener un discurso político?
Camilo: Es necesario y es algo que les critico a los colegas, sean del medio que sean. Creo que desde todos los lugares y profesiones debes tener un discurso político en pos de construir una sociedad mejor.
Abel: No sé si un discurso, pero al menos una opinión política.
¿Cuál es el de ustedes?
Abel: Nuestra historia familiar nos sitúa en la izquierda, pero ni Camilo ni yo ni la banda tenemos una visión común. A mí me sorprende este país porque lo considero progresista en ciertos márgenes, pero cada cierto tiempo aparece gente con ideas bastante conservadoras y muchas de ellas represivas, que tienen mucho apoyo ciudadano. Es extraño. También creo que hay una visión muy de derecha, situando a la economía y la competencia por sobre el progreso social en materias como la cultura.
¿Están de acuerdo con el "si no votas, no te quejes"?
Camilo: No. Creo que es importante votar, pero no es el único lugar para expresarse. Está la calle, el arte, las discusiones, el encuentro entre las personas.
Abel: No. De hecho los cambios más interesantes últimamente no han surgido de candidatos, sino de la ciudadanía y de la expresión de la gente en las calles.
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