Las regiones de Antofagasta, Tarapacá y Atacama son las zonas del país donde es más habitual que nuevas familias lleguen a los campamentos que ahí existen, dificultando aún más el proceso de erradicación impulsado por el Minvu.

Así lo estableció un informe realizado por el Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica, que analizó la realidad de los 657 asentamientos catastrados por la oficina Aldeas y Campamentos de ese ministerio en 2011.

El estudio, que se efectuó entre agosto y octubre de 2013, asegura que de los 657 catastrados, 87 ya han sido cerrados, 23 estaban en vías de serlo y 118 contaban con mejoras en la calidad de vida de los habitantes. En tanto, 414 permanecían abiertos. Según una actualización realizada por Aldeas y Campamentos, a diciembre de 2013 los cierres de campamentos llegarían a 119 (ver infografía).

"Para el 11 de marzo, cuando termine el gobierno del Presidente Sebastián Piñera, creo que debiéramos estar en la cifra de 125 campamentos cerrados. Estamos cerrando uno a la semana", detalla Ana Claudia Amar, secretaria ejecutiva de Aldeas y Campamentos.

Según el reporte, cerca del 50% de las personas que habitan en campamentos de la Región de Antofagasta asegura que es "habitual" o "excepcional" la llegada de nuevas familias, casi el doble que el promedio nacional.  En el caso de Tarapacá, un 40% cree que es "habitual".

"En la metodología aplicada, visitamos todos los campamentos y utilizamos una encuesta con las personas que ahí viven,  donde la percepción de ellos era clave", comenta Rodrigo Tapia, profesor de Arquitectura de la U. Católica y encargado del estudio. "En Tarapacá, Atacama y O'Higgins es donde la llegada de nuevos residentes es más habitual. En Antofagasta se suma con los excepcionales", agrega.

Según  Amar,  la situación económica -relacionada con el boom minero- y las condiciones climáticas de la zona desértica del país son algunos de los factores que fomentan este escenario. En el caso de O'Higgins, la condición está dada por los trabajos temporales relacionados con el rubro agrícola.

"En el sector norte pueden existir incentivos para que esto ocurra: se requiere más mano de obra para trabajar en el rubro minero, los arriendos son caros, llegan hombres solos sin contrato de trabajo asociado a una vivienda. Debido a esto, y considerando que no hace tanto frío, es fácil instalarse", detalla Amar.

Un ejemplo de lo anterior es una toma de terreno que comenzó en marzo pasado en el sector de Alonso de Ercilla, en Calama, en la Región de Antofagasta. En el lugar, de 3,7 hectáreas, viven cerca de 500 personas y es el más grande de los 10 asentamientos nuevos que han aparecido después del catastro de 2011, según  Aldeas y Campamentos. "Es una realidad de la región y de otras del norte. Hay muchos sitios eriazos desocupados y debido a que el desierto es amplio, se generan nuevos asentamientos", dice el director del Serviu de Antofagasta, César Faúndez.