Clave para postular y acceder a toda ayuda social financiada por el Estado. Desde lo más básico, como es el subsidio para renovar la cédula de identidad, pasando por la atención gratuita en consultorios y hospitales, hasta lo más costoso, como es, por ejemplo, la gratuidad a la educación superior. El Registro Social de Hogares (RSH) se ha vuelto fuente de información clave para asignar los distintos beneficios y transferencias de cargo fiscal y, por lo mismo, también identificar con mayor precisión a quienes no califican para ello. Hoy, el sistema maneja datos de casi 4,9 millones de hogares, que representan a algo más del tercer quintil de ingresos del país, y que a la fecha suma unos 12,9 millones de personas, de las cuales el 55% son mujeres.
¿Qué revela la información recabada por los 345 municipios que tienen a cargo la elaboración de los registros y también la tramitación de los beneficios más importantes que entrega el Estado? Lo primero es que del total de la población inscrita, si bien el 75% o un equivalente a 9,6 millones son adultos en edad de trabajar, sólo el 44,8% de ellos, o 4,3 millones de personas, afirma tener empleo.
Este grupo creció un 1,4% frente a lo reportado en 2016 y en un 13,1% en los cuatro años que lleva el registro, agregando a 498.972 personas a la categoría de ocupados en el período. Y si eso se lleva a salarios, las cifras muestran que el ingreso laboral promedio de quienes están en el registro llega a $ 370.108, un 2,3% menos que el del año pasado.
Los restantes 5,3 millones de personas que están en edad de trabajar, un 55,2% del total de adultos que no lo hacen son un 2,6% más que un año atrás, revelan los datos que consolida el Ministerio de Desarrollo Social (MDS), aunque sin especificar las razones para esa situación. Sí evidencian, en todo caso, que entre 2014 y octubre último la categoría de los adultos que no trabajan aumentó un 6,6% o en 329.825 personas.
De acuerdo a la base histórica del RSH -a la que accedió La Tercera mediante solicitud al portal de Transparencia-, del total de adultos con empleo- el 64%, o 2,7 millones de personas, lo hace de manera dependiente o asalariada, reportando un ingreso promedio de $ 385.022, monto apenas un 0,5% mayor al de 2016. Los adultos con empleo dependiente o asalariado anotaron una subida anual de 1,5% y de 13% en los cuatro años del registro.
Otro grupo de 1.191.200 personas o 28% del total reporta estar trabajando como independiente y otro grupo más reducido, de 29.663 personas, que califican como ocupadas, equivalente a 0,7% del total, se considera como empleadores. En ambos casos, los ingresos promedio alcanzan $ 189.990 y $ 405.112, respectivamente, con una caída de 0,2% y un alza de 1,1% en cada categoría respecto del ejercicio anterior.
En ambos casos, el número de adultos con ese perfil de empleo subió respecto del año pasado en un 1,9% y 0,9%, respectivamente. En el período 2014-octubre 2017, en tanto, el incremento fue aún mayor: 9,8% y 35,2%, respectivamente. Este desempeño podría estar vinculado al fuerte aumento anotado por el empleo por cuenta propia en los últimos años, en respuesta a la caída que anota la generación de puestos de trabajo por efecto del ciclo de desaceleración de la economía chilena durante el período.
Los datos del registro también dan cuenta de que las regiones vinculadas a la minería y las de la zona sur del país, además de la Metropolitana, evidencian los ingresos laborales promedio por hogar más altos.
Por ejemplo, la Región de Antofagasta lidera con $ 545.007 en ingreso laboral promedio, aunque éste cayó 6,4% respecto de 2016. Le siguen las regiones de Magallanes, con un monto promedio de $ 465.467 y un alza de 0,1% en 12 meses, y la de Coyhaique, con un monto de $ 428.323 y un aumento de 0,6%. La Región de Atacama arroja un ingreso laboral promedio de $ 410.552, pero se trata de una cifra que es un 6,2% menor a la que registraba en 2016.
La Región Metropolitana, en tanto, es la quinta con el ingreso promedio más alto, $ 397.239, pero bajó un 2,1% respecto del año pasado.
En el extremo opuesto, Arica y Parinacota tiene el menor ingreso promedio laboral, $ 295.012, un 1,9% menos que en 2016. Las regiones de La Araucanía y Los Ríos registran ingresos laborales promedio de $ 304.588 y $ 306.228, respectivamente. En el primer caso, la cifra cayó un 1,1%, y en el segundo, subió 0,9% anualizado.
* Dominan las mujeres
El RSH es el instrumento que reemplazó a la Ficha de Protección Social (FPS) o la conocida ex Ficha CAS (Comités de Asistencia Social). A la fecha, el sistema cuenta con información del 74,2% de la población del país, según datos preliminares obtenidos del Censo 2017, de los cuales unos tres millones de hogares ya fueron calificados en el 50% más vulnerable.
Según la información reportada a la fecha, de los casi 4,9 millones de hogares registrados en el sistema, en el 53% el jefe de hogar es una mujer y, de hecho, en nueve de las 15 regiones informadas -no se considera la recién creada Región de Ñuble- más de la mitad de sus hogares tiene liderazgo femenino. Los datos revelan que la Región de Arica y Parinacota lidera en este ámbito, pues ahí, el 59% de los hogares está en manos de una mujer, mientras que en la Región Metropolitana llega al 58% y en la de Tarapacá alcanza a 56%.
Las regiones de Valparaíso y Antofagasta siguen en la lista, con jefaturas femeninas en el 55% de los hogares en cada caso.
En tanto, en los hogares de la Región del Maule domina la jefatura de hogar masculina, con el 54% bajo esa estructura. Le siguen las regiones de La Araucanía y Biobío, en las que un 53% de los hogares es conducido por un hombre.
Las estadísticas con que cuenta el RSH también arrojan que en el 37% de los hogares registrados el jefe de hogar tiene entre 46 y 64 años, mientras que otro 30% se trata de personas cuya edad fluctúa entre los 30 y 45 años. Pero también que en un 24% de la población registrada el o la jefa de hogar tiene más de 65 años, así como en un 9% de los casos quien lidera está entre los 18 y 29 años.
* Cabeza de familia e ingresos
La base solicitada al MDS aporta al perfil laboral de los jefes de hogar que han entregado información al sistema y precisa que, de ellos, el 62%, tres millones de personas, reporta tener un empleo. Esto implica un aumento de 3,4% frente a 2016 y de 15% para el período 2014-octubre 2017.
Por categoría ocupacional, el RSH ubica a un 62,4% de los jefes de hogar -1,9 millones de personas- bajo la modalidad de dependiente, lo que implica un incremento de 3,7% en un año y de 15,4% en cuatro.
Otro 29,2% de los jefes de hogar tiene empleo como independiente y se han incrementado en 3,3% en 12 meses y en 12% en el cuatrienio analizado. Un restante 0,7% se declara como empleador, categoría que subió 0,7% y 28%, respectivamente.
* Siete tramos económicos
El RSH distribuye a los hogares en siete tramos de calificación socioeconómica para medir los ingresos efectivos del hogar y nivel de vulnerabilidad, mediante un índice de necesidades. Este índice se construye según el número de integrantes y sus características, priorizando a quienes tienen mayor grado de dependencia: adultos mayores, menores de 18 años y personas con movilidad reducida.
Los grados de dependencia son 10 y se ponderan según la condición de cada persona. Por ejemplo, un adulto de 60 años o más, con inmovilidad severa, tiene 100% de ponderación; una persona de entre seis y 59 años con igual daño o limitación, una ponderación de 55%. Así también, un adulto de 60 años o más, con movilidad moderada, pondera 77%, y una persona entre seis y 59 años e igual dependencia, lo hace en 42%.
Tras ponderar a cada integrante se obtiene el índice de necesidad del hogar. La calificación socioeconómica se establece a partir del ingreso efectivo promedio de los últimos 12 meses de los miembros del hogar, lo que se divide por el índice de necesidades. Según al valor o monto que se obtiene de este proceso, el registro distribuye a las familias en los siete tramos socioeconómicos.
El primero, de 0% a 40% de menores ingresos o mayor vulnerabilidad; el segundo, de 41% a 50%; el tercero, de 51% a 60%, y el cuarto, de 61% a 70%. Luego están los más acomodados: el quinto, de 71% a 80% de mayores ingresos o menor vulnerabilidad; el sexto, de 81% a 90%, y el séptimo, de 91% a 100%.