El montaje de Los peces no vuelan nació como un susurro que con el tiempo creció hasta transformarse en una realidad ineludible: una desconocida obra creada al interior de una escuela logra, en poco tiempo, triunfar en los escenarios de Europa.
El camino recorrido por este montaje dirigido por el español Miguel Bregante, desde su tímida aparición en 2009, puede resultar sorpresivo para muchos, pero es meritorio por lo difícil que resulta, para una compañía independiente, ganar reconocimiento internacional. Así, esta pieza que combina muñecos, objetos y actores de carne y hueso tendrá, a modo de reconocimiento, dos exclusivas presentaciones el 23 y 24 de julio en el Teatro Nescafé de las Artes, antes de proseguir su gira en Europa: en septiembre estarán en el Festival Internacional de Teatro de Marionetas de Charleville, Francia, considerado el mayor del mundo en su especialidad y donde coincidirán con un maestro del teatro de muñecos, Philippe Genty.
"No nos imaginamos llegar a todo esto", explica Paula Barraza, una de las integrantes del elenco de Los peces no vuelan, junto a Tomás Preuss, Christián Welsch, Isidora Robeson y Christopher Sayago. "Igual es un poco raro, porque nacimos en una escuela, fuimos compañeros casi todos y estuvimos durante un año montando la obra", dice. La actriz se refiere a La Mona Ilustre, el colectivo creado al interior de la Escuela del Gesto y la Imagen La Mancha, que en 2009 estrenó la obra en la sala de la Universidad Finis Terrae, para luego tener temporadas en el Teatro Facetas y en el Festival La Rebelión de los Muñecos, en el Teatro UC (2010).
La obra, que regresa a Chile tras recibir seis premios en el Festival de Teatro Arcipreste de Hita, en Guadalajara (España), narra tres historias unidas por una poderosa imaginería y un mágico uso de objetos que se transforman: dos hermanas sueñan construir una máquina para volar, un escritor sueña con un pez rojo, y un padre y su hijo asisten a la decadencia de su circo.
"Lo que hacemos no se reduce al teatro de marionetas, es más bien el uso de una marioneta del espacio", dice Barraza. "O, más bien, una articulación del espacio teatral donde los objetos se mueven de manera muy lúdica", agrega.
La compañía, que actualmente prepara su nuevo montaje en Zaragoza, cumplirá en el Teatro Nescafé su función número 100. Bastante, para el "poco tiempo que llevamos", como remata la actriz.