Fue una noche infernal, en un barrio de Quilicura, donde las ráfagas de balas y el ladrido de los perros alteraron el silencio. En un enfrentamiento contra una banda de narcos, el policía Jiménez fue brutalmente herido. Y para rematar, el hocico de un perro mordió su garganta; murió camino al hospital. A unos metros estaba su compañero, Santiago Quiñones.
"Al universo le duele lo mismo la muerte de Jiménez que la de un perro. No puedo quitarme de la cabeza el humo de la pólvora saliendo de la nariz. Qué alma ni que ocho cuartos, el mundo es una gran moledora de carne y tarde o temprano todos nos caeremos dentro de ella", se lee en Perro muerto, la segunda novela del actor y director Boris Quercia (49), que trae de regreso al detective Quiñones.
Publicada el año pasado en francés, Perro muerto obtuvo el Gran Premio de la Literatura Policial en Francia, en la categoría extranjera, superando obras de autores como el noruego Jo Nesbø. Creado en 1948, el premio lo recibieron antes Patricia Highsmith, Elmore Leonard, John Katzenbach y Michael Connelly. "La novela tiene modismos, refleja la calle chilena, y creo que gran parte del éxito en Francia tiene que ver con la traducción", dice Quercia, agradecido de esa labor realizada por Isabel Siklodi.
Hijo de una profesora de castellano, el ex protagonista de la La Negra Ester debutó en la literatura con Santiago Quiñones, tira, en 2010. Cuatro años después el libro se publicó en Francia por el sello Asphalte, que luego editó Perro muerto, novela que ahora sale por Reservoir Books del Grupo Random House, junto a la reedición de la primera.
"Soy un outsider que está empezando en la literatura. Me pasó cuando era un actor de teatro, y de repente salí con una película, Sexo con amor", dice Quercia, lector desde niño de obras policiales. "Leía a los clásicos, de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle a las novelas de Agatha Christie. Y mis lecturas contemporáneas van más por la ciencia ficción que por el policial. Creo que cuando uno busca inspiraciones no debe ir al mismo género que está escribiendo. Se vuelve poco fructífero.
Philip K. Dick me parece un tremendo autor. Y le debo sumar autores del Boom latinoamericano como Julio Cortázar y también la poesía chilena de gran inspiración, desde Raúl Zurita a Jorge Teillier", agrega Quercia, también lector de las historias de Heredia, el detective de Ramón Díaz Eterovic.
La llave misteriosa
El policía Santiago Quiñones quedó sin compañero de ruta tras la muerte de Jiménez. Marina, su mujer, es la única que le da cierta normalidad a sus días agitados.
Pero la partida de Jiménez dejó una serie de sospechas. En un bolsillo de su ropa encuentran una llave con el N° 21. "¿En qué lío me está metiendo mi compadre fallecido? ¿La llave era un seguro de vida?", se pregunta Quiñones, quien después se enterará de que al parecer Jiménez fue muy lejos en una investigación sobre abusos y desapariciones de menores en centros de prevención juveniles.
"La novela policial es un género que llega rápido al lector y a la vez te permite hacer una reflexión sobre la sociedad. Me interesa tomar temas de la fractura social, donde las leyes son sobrepasadas. La novela también habla de la impunidad de quienes cometen grandes delitos", afirma Quercia, quien ya trabaja en la tercera novela con Santiago Quiñones.
Una trilogía policial que quiere convertir en serie televisiva. "Una trilogía está bien. No creo que el personaje aguante mucho más. Ha perdido grandes dosis de inocencia y es muy autodestructivo. En cada historia tiene una herida nueva, física y moral", concluye.