De regreso del aeropuerto a su casa, el ex senador Rafael Moreno recibió la noticia de la muerte de su amigo el embajador en Argentina Adolfo Zaldívar. El aviso no le sorprendió. Había estado con él por última vez el 7 de febrero, antes de viajar a Estados Unidos.
"Prácticamente, no hablamos de política. Me dijo una cosa que me impresionó muy profundamente. 'Podemos tener tranquilidad, mírate las manos y mírame las mías, las tenemos limpias'. Ahí nos abrazamos. Yo llegué a mi casa muy deprimido y le dije a mi esposa: no hay caso, ya no puede recuperarse. Había perdido 15 a 20 kilos. La imagen de él era otra. Conversé con algunos médicos que estaban al tanto de la enfermedad y me dijeron que no había posibilidad de remisión. Yo tenía la esperanza de que durara un poco más".
¿Usted había estado en contacto con él permanentemente?
Sí, esta era una de las tantas visitas que nos habíamos hecho. El año pasado, después de su primera operación, fue a mi casa. Estaba muy interesado en saber cómo había sido mi lucha contra el cáncer el 2005. Y le conté sobre la quimio y la radio y le di algunas pautas de cómo había sido mi comportamiento. Le recomendé, por ejemplo, que fuera a la quimio, pero que tomara un día entero de descanso. No te eches a la cama, pero quédate quieto, le dije. No se quedaba quieto nunca.
Cuando yo estuve enfermo, él se preocupaba como si estuviera enfermo él. Por lo tanto, no tuvimos más que elementos de afecto. Cuando era embajador en Londres, él fue con la Alicia (Larraín) y se quedó en nuestra casa.
¿Hablaban de política?
Ambos fuimos muy delicados. No tocábamos los temas que sabíamos nos dividían. El había sido expulsado, a mi juicio injustamente, de la DC. En esa etapa primó más la pasión que la razón. Había sentimientos muy violentos.
¿En ambas partes?
Más bien en los que instigaron su salida. Adolfo nunca creyó que lo iban a expulsar. Y puedo contarlo ahora. En ese tiempo yo era embajador de Bachelet en Londres, pero estábamos pasando acá las fiestas de fin de año. Fuimos a su casa el día en que se reunió el tribunal y nos quedamos con Alicia y dos personas más hasta las 5 de la madrugada, porque el fallo no llegó. Adolfo no creía que lo iban a expulsar. Y discutimos. Ahí había un hermano de él, Javier, que participaba de la tesis que yo le planteaba. Adolfo, te van a expulsar, el proceso está prácticamente concluido y él que no te haya llegado la notificación no quiere decir nada más que no te haya alcanzado a llegar a esta hora de la madrugada. Me permití recomendarle una cosa: tú eres una víctima, no hagas nada. Las víctimas terminan por ser recompensadas y reconocidas. Pero él estaba con una pasión muy fuerte y lo tomó como el golpe más duro que haya recibido. Pero él, en el fondo, nunca dejó de ser un DC.
¿Después hablaron este tema?
Voy a parecer un poco pretencioso, pero cuando estaba en Estados Unidos y como quedé tan golpeado con nuestra última conversación de verlo como estaba, le dije a mi esposa: a mi regreso voy a comenzar el proceso para que lo reincorporen a la DC, pero primero tengo que hablar con él. Sabía que me iba a decir que no, al principio, por orgullo, por pasión, pero como él es un hombre inteligente, que después recapacitaría. Su foto está junto a las de los demás presidentes de la DC y no saldrá nunca de ahí, es parte de nuestra historia. He conversado muy brevemente con el presidente DC por este tema. El me dijo que con mucho gusto conversaría conmigo el tema.
Hay que dejar atrás las pasiones. No hay diferencias ideológicas, no hay diferencias valóricas en lo que Adolfo y quienes lo acompañaban han pensado y lo que piensa la DC. El comprendió muy bien que yo no iba a abandonar el partido para seguirlo.
¿Usted se lo planteó?
No fue necesario, fue muy delicado, él comprendió inmediatamente. Le dije si esto es tan injusto y tú eres una víctima, los que estamos adentro tenemos que hacer lo posible para reparar el daño causado. La razón de su expulsión no fue su posición respecto al Transantiago. Había pasiones ocultas.
¿Competencias de liderazgo con Soledad Alvear?
Eso era, tal cual, ese es el punto. Adolfo legítimamente creía que podía ser el precandidato a la Presidencia de la República.
Pero a muchos DC les cuesta entender su apoyo al gobierno de Piñera...
El hecho de que él haya aceptado ser embajador no significa, por favor, de modo alguno que él hubiera necesitado una pega, ni que hubiera ido en contra de sus valores o principios por representar al gobierno de Chile. El tenía una opinión política distinta a la que tiene el Presidente Piñera, como la tengo yo.
¿Usted espera que esa gente que se fue de la Democracia Cristiana cuando expulsaron a Adolfo Zaldívar vuelva?
Varios de ellos pueden hacerlo como Pedro Araya o Alejandra Sepúlveda. No veo ni siquiera una coma de diferencia con lo que son las posiciones de la DC: sus valores. Ellos se fueron por una solidaridad con Adolfo. Vamos a ver qué se puede hacer para facilitar eso, porque no hay diferencias políticas sino desavenencias personales.