Reino Unido condenó hoy la "inaceptable" entrada de manifestantes a su embajada en Teherán y los actos de "vandalismo" posteriores, y pidió al Ejecutivo iraní que defienda a sus diplomáticos destacados en ese país.
Un grupo de estudiantes islámicos asaltó hoy la embajada británica en Teherán, donde arrancaron la bandera británica, saquearon documentación y causaron daños, al término de una manifestación convocada contra el gobierno de Londres, con el que Teherán ha decidido reducir el nivel de relaciones diplomáticas.
En un comunicado, el Ministerio británico de Exteriores indicó hoy que no tiene aún todos los detalles sobre la situación en Irán, que sigue en marcha, pero confirmó que se produjo "la incursión de un número significativo de manifestantes en el recinto de nuestra embajada, incluido vandalismo a nuestra propiedad". "Nos sentimos ultrajados. Es totalmente inaceptable y lo condenamos", señaló el Foreign Office.
El Ejecutivo británico manifestó además que según las leyes internacionales, incluida la Convención de Viena, el gobierno iraní está obligado a proteger a los diplomáticos y las embajadas presentes en su territorio.
"Esperamos que actúen de forma urgente para llevar la situación bajo control y para garantizar la seguridad de nuestro personal y la seguridad de nuestras instalaciones", según el comunicado.
Además, el Ministerio británico de Exteriores aconsejó hoy a todos los británicos residentes en Irán que "permanezcan en sus casas, actúen de manera discreta y esperen a próximas recomendaciones".
TENSION EN AUMENTO
La tensión entre Irán y el Reino Unido ha ido aumentando en los últimos días después de que el lunes 21 de noviembre Londres decidiera suspender todas las transacciones financieras con los bancos iraníes, incluido el Banco Central de Irán, por su programa nuclear.
Hace dos días, el Parlamento iraní ratificó por amplia mayoría una ley para rebajar las relaciones con el Reino Unido a nivel de encargado de negocios, lo que supone de hecho la retirada de los embajadores.
La ley paso ayer su último trámite, al ser convalidada como constitucional por el Consejo de Guardianes de la Revolución iraní, y fue seguida por una advertencia del gobierno británico en contra de cualquier decisión que suponga la expulsión de su embajador en Teherán.