Reino Unido propuso a Argentina una administración compartida de las Islas Malvinas el 11 de junio de 1974, pero la muerte de Juan Domingo Perón frustó la posibilidad de que eso se concretara, reveló al diario La Nación el ex embajador Carlos Ortiz de Rozas.
"Aceptemos. Una vez que pongamos pie en las Malvinas no nos saca nadie y poco tiempo después la soberanía será argentina por completo", confió Perón a su entonces canciller Alberto Vignes, quien se lo contó a Ortiz de Rozas y le entregó el documento en el que figuraba la propuesta.
Pero, tres semanas después, Perón murió. Su esposa y vicepresidenta, María Estela Martínez -Isabelita, como la llamaban-, asumió el cargo.
"Isabelita no habrá querido avanzar porque temía a algunos sectores que pretendían una posición más dura con Gran Bretaña", dijo el diplomático, quien sirvió en Reino Unido, Austria, Francia, Estados Unidos y Naciones Unidas.
La Nación reporta, en su edición de hoy, que el 20 de diciembre de ese año la cancillería da cuenta de que Argentina no había dejado caer el tema del todo. Se trataba de una traducción del documento británico. "Pero los ingleses se dieron cuenta que sin Perón la iniciativa no iba a ningún lado, y retiraron la propuesta", explicó Ortiz de Rozas al diario.
Después de eso no hay más registros de la posibildiad de un condominio. Se presume que la conflictividad del gobierno argentino, seguida del golpe de Estado y la dictadura de siete años (1976-1983), hizo que los británicos congelaran u olvidaran el tema.
Y la dictadura acrecentó su horror con el desembarco en las islas el 2 de abril de 1982, ordenado por Leopoldo Fortunato Galtieri, titular de la junta militar que gobernaba el país. Así se desencadenó la guerra.
Ortiz de Rozas contó que en la madrugada de ese día estaba en la embajada en Londres. "Apenas me enteré, supe que el trabajo de años se venía abajo. Lo único que logró Galtieri fue darle la oportunidad a Margaret Thatcher de no ser eyectada del gobierno británico", manifestó.
"Además de trágico, el de la guerra fue un camino equivocado, porque se habían dado pasos concretos para resolver el problema de la soberanía por la vía pacífica", sostuvo el diplomático.
También contó que "en 1966 Henry Hohler, subsecretario del Foreign Office (Cancillería) para Asuntos de América del Sur, me invitó a un restaurante muy bueno de Londres y en términos confidenciales me informó que las islas ya no tenían el valor estratégico de antaño y que tarde o temprano iban a integrarse con Argentina. Me recomendaron hacer lo posible para conquistar la mente y el corazón de los isleños".
Hasta días antes de la guerra, comentó, se discutía en Naciones Unidas "la posibilidad de un retroarriendo, para que los ingleses se comprometieran a administrar las Malvinas por un determinado número de generaciones y luego cedieran la soberanía".