Todo estaba preparado en el aeropuerto José María Córdoba, de Medellín, para recibir a la delegación del Atlético Chapecoense. La tenue lluvia que caía afuera no parecía impedimento para que el aterrizaje fuese tranquilo. El bus que trasladaría a la delegación brasileña, que este miércoles debía disputar la primera final de la Copa Sudamericana ante el Atlético Nacional de Medellín, ya estaba estacionado frente a la puerta correspondiente a la salida de vuelos internacionales, junto a dos vehículos más pequeños, dispuestos para los directivos y algunos invitados, y una camioneta, en la que se guardaría la utilería. En el lugar todo era tranquilidad y pocos se percataban de que en pocos minutos desembarcaría el cuadro de Santa Catarina.

La logística, planificada al detalle por Pablo Castro, funcionario de la empresa Off-Side, tenía previsto el traslado del equipo al hotel San Fernando Plaza, ubicado en un exclusivo barrio de la capital antioqueña. Por itinerario, la aeronave de la compañía LaMia, con matrícula CP2933 proveniente desde Santa Cruz de la Sierra, donde el plantel hizo una escala para subirse al chárter de la empresa venezolana con operaciones en Bolivia, debía aterrizar a las 21.33 horas local. Eso consignaba la papeleta oficial que tenía Castro en su bolsillo. Nunca la volvería a revisar, confiado en que todo resultaría normal.

Pero las horas comenzaron a transcurrir sin que se diera una información oficial. El avión perdió contacto con la torre de control cuando volaba entre los municipios de La Ceja y La Unión, según un comunicado emitido más tarde por las autoridades aeroportuarias. La primera alerta la dio el propio aeropuerto de Medellín a través de su cuenta de Twitter. Ahí informaba de una emergencia con una aeronave procedente de Bolivia. "Se adelantan las investigaciones de lo ocurrido", publicaba en la red social la terminal aérea, sin especificar de qué máquina se trataba. El reloj a esa altura marcaba las 23.24 hora local.

Casi una hora después llegaría una ratificación de los hechos, a través del mismo canal: "Confirmado, la aeronave con matrícula CP2933 transportaba al equipo @ChapecoenseReal. Al parecer hay sobrevivientes".

"La información que nos daban en el aeropuerto era confusa. Al comienzo se hablaba de un retraso de rutina, pero después se empezó a conocer la dimensión de lo sucedido. Los rostros de la gente en el aeropuerto, que iban recibiendo información o escuchando reportes, reflejaban que algo grave había sucedido", relata Castro, quien apenas tuvo confirmación oficial del accidente, emprendió viaje al lugar, ubicado a unos 27 kilómetros del aeropuerto. Allí, en plena montaña, el avión que trasladaba a la delegación brasileña, compuesta por 68 personas, además de nueve tripulantes, se había partido en dos, bajo un diluvio que en ese momento afectaba al municipio de Antioquia.

El recuento de víctimas indica que 71 personas fallecieron producto del accidente, entre ellos 21 periodistas deportivos brasileños que iban a cubrir el evento, y seis resultaron heridas de gravedad: tres futbolistas, dos tripulantes del avión y un reportero. Un vuelo que pudo tener otro itinerario, pero que las autoridades aeronáuticas se lo denegaron, porque el chárter tenía licencia boliviana y no podía despegar en suelo brasileño.

En un principio las autoridades locales cifraron el número de muertos en 75, pero luego de un recuento más específico de la lista de pasajeros que subieron en Santa Cruz, se determinó que cuatro pasajeros no fueron parte de la delegación. No partieron ni de Sao Paulo.

"Hasta que no llegué a la zona, tenía la esperanza de que estuvieran todos vivos", cuenta Castro, quien arribó al lugar del fatídico accidente pasada la medianoche. Hacía apenas cinco días había estado junto al plantel tras la clasificación a la final ante San Lorenzo. Fue parte de la fiesta que se vivió en Chapecó. Después de un viaje exprés a Santiago y Río de Janeiro, tomó un vuelo a Medellín para lo que iba a servir de reencuentro. Sin embargo, el destino diría otra cosa.

Apenas llegó al lugar del accidente, la realidad lo golpeó enseguida. La policía, que ya estaba rastreando la zona y el equipo de rescate que se desplegó en la zona donde se encontraban los restos de la nave, daban cuenta de la gravedad del hecho. A esa altura, el frío y la lluvia, y especialmente la oscuridad de la noche, dificultaban la búsqueda de sobreviviente. Al final hubo seis que salvaron con vida, los que fueron trasladados al Hospital San Vicente de Paul de Rionegro, el Hospital San Juan de Dios de la Unión y la Clínica Sommer.

Uno de ellos, Erwin Tumiri, técnico del chárter, relató los últimos instantes que se vivieron en la aeronave antes del impacto con la montaña. "Sobreviví porque seguí los protocolos de seguridad. Ante la situación, muchos se levantaron de sus asientos y comenzaron a gritar. Puse las maletas entre mis piernas para formar posición fetal que se recomienda en los accidentes", contó el boliviano, quien se encuentra fuera de gravedad.

La Cancillería de Colombia trabaja ahora para facilitar la repatriación de los cuerpos con la mayor brevedad posible. Los restos de los 71 fallecidos fueron trasladados primero a una base de la Fuerza Aérea y luego llevados en helicópteros hasta Medellín. Hasta allí se dirigió Castro para reconocer los cuerpos de la delegación brasileña. "Todo esto hizo más doloroso aún lo que viví", relató antes de iniciar la dura labor que le encomendaron.