El 18 de octubre el diálogo de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), y el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos que se sigue en La Habana cumplió dos años. En esta nueva tratativa para poner fin a un conflicto de más de medio siglo, Chile y Venezuela participan en calidad de acompañantes, mientras Cuba y Noruega como garantes.

En el marco del seminario La Paz en Colombia, desarrollado el lunes en Santiago y que fue organizado por la Fundación Chile 21, el representante del gobierno chileno en el diálogo y ex embajador en Argentina (está en la bajada), Luis Maira, comentó a La Tercera el rol que el país juega en estas negociaciones, que se espera concluyan con un acuerdo de paz. Asimismo, recalcó que concluir el conflicto colombiano es una prioridad en la política exterior chilena, y describió parte de las tareas que junto a él ha realizado en terreno el ex subsecretario de la Fuerza Aérea Raúl Vergara, designado representante alterno. Según contó Maira, en esta etapa del proceso, dirigida a la reparación de las víctimas, el embajador chileno en Bogotá, Ricardo Navarrete, también participó en algunas de las reuniones realizadas en Colombia.

En estos dos años, ¿cuál ha sido el rol de Chile?

Chile entró en este proceso desde el inicio. Hubo una solicitud directa del Presidente Santos al Presidente Piñera, (quien) dio su visto bueno y designó representante de Chile al embajador en Argentina, Milenko Skoknic. Siempre el embajador en Buenos Aires tiene un trabajo muy intenso y él venía cumpliendo este encargo para mostrar la presencia chilena y recoger información que se traducía en muy buenos informes entregados a la Cancillería. Pero, no estaba en el ánimo del gobierno participar de un modo muy activo. Cuando la Presidenta Bachelet subraya que América Latina será un centro básico de su estrategia internacional y va buscando temas, uno que sale rápidamente es la contribución que Chile puede hacer con una política más activa en el proceso de paz. La Presidenta me nombra a mí como representante de Chile y cuando veo que el otro país acompañante tenía una representación con dos embajadores, le pido que nombre un embajador alterno y ella designa a Raúl Vergara. (Esto) nos ha permitido ir a todo lo relacionado con el diálogo en Colombia. Este año hubo tres reuniones regionales (con las víctimas) en lugares donde ha habido un mayor número de enfrentamientos. Después hubo una cita final nacional en Cali. (Entonces) se acordó que cinco delegaciones asistieran a La Habana. Estamos en ese proceso. Naturalmente, hemos estado acompañando este diálogo (en Cuba) y seguiremos hasta el final. Después, por petición de la Cancillería, hubo reuniones en Bogotá con académicos, expertos en la política exterior y los procesos de paz de Colombia, y con muchos representantes políticos y de organismos internacionales.

¿Cómo son los diálogos con las víctimas en La Habana?

Se usa la franqueza y muchas declaraciones que hacen víctimas de una y otra parte son duras. Pero, entre ellas, hay una convivencia que impresiona mucho. Se reúnen en Bogotá, dialogan con la Conferencia Episcopal, con Naciones Unidas y la Universidad Nacional, que son los organizadores de este ciclo de comparecencia de las víctimas. Luego viajan juntas a La Habana, donde son alojados en un mismo hotel y los delegados de Cuba se ocupan de que tengan actividades que ayuden a tener un mejor clima entre ellos. Aquí (en el seminario) hubo una víctima que declaró que había crecido después de esa experiencia y que miraba con otros ojos el proceso de paz. Creo que eso le ha pasado a todos.

Durante el seminario usted dijo que es necesaria una homologación entre las discusiones con las Farc y las que se prevé haya con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)…

La situación es la siguiente. El ELN firmó en junio una declaración conjunta con el gobierno anunciando su disposición a iniciar conversaciones tras un largo ciclo de exploración secreto. Colombia tiene una guerra en dos frentes con dos organizaciones guerrilleras con contingentes armados importantes. Las Farc son más grandes. (El ELN) es una organización nacional, tiene peso en muchas regiones, y no se resolvería el tema si las dos no suscriben un acuerdo de paz. Hubo una reunión inicial en Ecuador (pero) no se pusieron de acuerdo sobre la conceptualización del proceso. Entonces, quedó en punto suspensivo. Y por cierto, los garantes, que tienen un papel más activo, han estado hablando con ellos. En algún momento nos pueden avisar. Estas siempre son citaciones con 48 horas, cuanto más 72 horas (de antelación). Algún día vamos a despertar con una comunicación urgente, que las hace habitualmente nuestro embajador en La Habana, Gonzalo Mendoza, y nos avisa de inmediato qué pasa y cuándo tenemos que viajar. Esto podría ser en un momento próximo y se espera que sea así.

¿Cuál será el papel chileno en ese diálogo?

Está acordado que los cuatro países que están en el diálogo (con las Farc) participen también en el proceso del ELN. Lo nuevo es que hay dos países que se incorporan, Brasil y Ecuador, por la cercanía física.

Pareciera que hay más optimismo entre los negociadores y no en la ciudadanía. Algunos sondeos así lo señalan…

Hay muchas encuestas. Lo único cierto es que los colombianos votaron en la segunda vuelta (presidencial) por la paz y por seguir el proceso; fue por mayoría absoluta y en una votación más concurrida de lo habitual, que le dio un mandato al Presidente Santos de avanzar y cerrar las conversaciones de paz. Eso es lo único que tiene como dato duro. Siempre ha habido una doble opinión. Pero, lo que se ha dicho desde el comienzo, y así tendrá que ser, es que si se cierra el proceso de paz en La Habana –y ese es nuestro compromiso país–, el gobierno colombiano convocará a un referéndum a todos los ciudadanos colombianos para que aprueben o no los acuerdos; no podría haber sido de otra manera. Es algo demasiado importante en la vida de Colombia para que con la mera firma del gobierno se sancione.

De los acuerdos hasta ahora alcanzados se dice que no hay mucho en concreto y algunos sostienen que en Cuba se está discutiendo la agenda nacional. ¿Tiene el gobierno las herramientas para sacar adelante en el Congreso un eventual acuerdo?

El proceso de paz tiene sus enemigos. Todas las iniciativas gubernamentales los tienen, basta ver aquí lo que pasó con la reforma tributaria y el debate en torno a la reforma educativa. Son temas polémicos. En este caso, hay un grupo importante de la actividad pública colombiana que se opone al proceso de paz, y eso se planteó claramente en la última elección. Las objeciones que se hagan son asuntos de política interna en un país, y quienes participamos en el proceso de paz en La Habana no opinamos.

¿Qué pasa si un eventual acuerdo es rechazado en el referendo o no pasa el debate en el Congreso?

Tenemos que terminar el proceso de paz, hacer un acuerdo que sea satisfactorio y honorable para ambas partes. Lo firmaremos los acompañantes y los garantes. Luego eso pasará a los únicos que pueden decir si se aplica o no, que son los colombianos. Nuestra tarea es terminar un acuerdo y trabajaremos intensamente en eso porque estamos convencidos de que A. Latina sería mucho mejor si fuera una zona de paz, (dado) que el único conflicto interno de carácter civil que existe hoy en día es el colombiano.