Paul Simon (71) siempre vuelve a la cuna. En 2011 cortó boletos nuevamente hacia Johannesburgo para materializar un documental con los mismos músicos africanos con que 25 años antes, en pleno boicot internacional contra el régimen del apartheid, grabó Graceland (1986), el álbum que lo graduó como estrella global y que puso de moda esa fusión de pop anglo y rítmicas del Tercer Mundo que el negocio discográfico bautizó como world music.
A fines de este año, el hombre nacido en Nueva Jersey mirará incluso más atrás para retornar precisamente al origen de ese ejercicio: el músico ya pactó para la última parte de 2013 una gira por Sudamérica, región que en los 70 lo empujó a versionar el tema peruano El cóndor pasa y que lo motivó a presentarse junto a músicos argentinos y uruguayos.
En el caso de Chile, una productora de alcance regional lanzó las ofertas respectivas y comenzó las negociaciones a principios de año. Por su parte, el equipo de la voz que integró los históricos Simon and Garfunkel estableció que la fecha escogida para Santiago es el sábado 2 de noviembre y en un recinto de capacidad media, por lo que los gestores de su visita reservaron el Teatro Caupolicán para esa misma jornada, bajo el objetivo de reunir a cerca de cinco mil personas. Por estos días, se ajustan detalles y avanzan las negociaciones, por lo que la oficialización del evento vendría en las próximas semanas. De concretarse, será su primera vez en el país, aunque no en el continente: Simon ya se presentó en México, Brasil y Argentina en 1991, y en Uruguay al año siguiente.
Su escala sudamericana será parte de una gira inaugurada en 2011 en Seattle -luego del tour de retorno con Simon and Garfunkel de un año antes- y que, en un promedio de 24 canciones, incluye sus mayores éxitos como solista, como You can call me Al, Diamonds on the soles of her shoes y The obvious child, aparte de sus grandes gemas facturadas en el desaparecido dúo (The sound of silence, The Boxer), y algunos covers ajenos (Here comes the sun, de The Beatles, y Pretty thing, de Bo Diddley).
APLAUSOS DE LA PRENSA
En sus fechas más recientes, durante marzo y abril en Australia y Nueva Zelandia, la prensa destacó la emotividad de su concierto y la integridad escénica de un cantante que ya supera las siete décadas de vida. Todo secundado por una sólida banda, donde lucen su baterista, sus tres guitarristas y sus dos percusionistas. "Simon está en una edad donde puede asumir con tranquilidad las facetas de su música, sin urgencias y dejando que fluyan de modo natural", destacó el periódico The Age.
Pese al afán revisionista de su show, su arribo al sur está antecedido por actualidad pura. En 2011 lanzó su última entrega, So beautiful or so what, considerado entre lo mejor de esa temporada y donde recuperó su amor por sonidos menos convencionales, como las vocalizaciones de inspiración africana y percusiones indias, pero bajo la sobriedad de la adultez.
Además, créditos más recientes, como Dave Matthews o Vampire Weekend, lo han citado como influencia ineludible, extendiendo la estela de un cantautor que posicionó a culturas antes desapercibidas en el rock más tradicional, apertura clave para coetáneos como Sting o Peter Gabriel. Una herencia que alista su primer aterrizaje local.