El terremoto pasó, los daños siguen apareciendo y las labores de limpieza en Coquimbo ya comenzaron. Si bien se han escuchado críticas ciudadanas al apoyo de la municipalidad, todos los residentes, en forma generalizada, reconocen la ayuda de cientos de voluntarios, jóvenes y otros no tanto, que han viajado desde diferentes zonas del país para tenderles una mano.

Precisamente, sólo los voluntarios son bienvenidos, pero las selfies, "los mirones", y a quienes los vecinos califican como "turistas de terremoto", son rechazados de forma categórica. "Si usted viene a sapear, mejor bájese y ayude", se lee en un cartel ubicado en la costanera de Coquimbo a la altura de la calle Juan Antonio Ríos. No fue el único.

"Se entiende que estén molestos, porque hay muchos que pasan y sacan fotos, pero no ayudan en nada", advierte Alberto Neira, residente  del sector. La situación ha hecho que algunos incluso hayan sido amenazados por los habitantes que se sienten observados. "Estaba parado acá (costanera) y una señora me dice: '¿Quién es usted, a qué viene?'. Y yo estaba esperando a alguien, entonces ahí me dijo que si andábamos ayudando que tomáramos una pala, pero si no, que nos fuéramos", relata  Mario Cruz, residente.

Constanza Ocaranza, autora de un cartel en contra de este tipo de "turistas", explica que al día siguiente del terremoto pasaban autos con familias enteras y con cámaras grabando sus casas inundadas. "Yo no entiendo cuál es el objetivo, esto no es un circo. Esas imágenes no sirven de nada, sólo para alimentar el morbo", comenta.

El intendente de la Región de Coquimbo, Claudio Ibañez, comparte la opinión. "Me parece una falta de respeto hacia la ciudadanía. Aquí llega ayuda y esos turistas de catástrofe lo único que hacen es entorpecer el libre flujo y la solución a los problemas", señala.

AMIGOS DE TODOS
En tanto, los voluntarios llegaron en masa a la capital de la IV Región. Casi 300 en total, entre universitarios, gente de otras localidades y de regiones, para ayudar en labores de limpieza.

De acuerdo a la presidenta de la Cruz Roja de Coquimbo, Maria Cecilia, "el acopio no  está lento, y conociendo la respuesta en otros desastres, creo que en Coquimbo la gente se ha portado de forma extraordinaria".

"Es algo que le puede ocurrir a cualquiera, por lo que hay que ponerse en el lugar del otro para entender el sufrimiento de perderlo todo. La vida es lo más importante, pero también la dignidad de cómo vivirla", cuenta Luisa Orozco, voluntaria que llegó desde La Serena para ayudar, junto a un grupo de amigos universitarios.

Misioneros de la Iglesia de Jesucristo también llegaron a auxiliar a los afectados de la zona costera. "Es muy triste ver esto, mucha gente perdió su casa, pero entre todos juntos podemos salir adelante", dice Elder Soto, de Perú.