Cuando Benedicto XVI renunció a su pontificado "por falta de fuerzas", su frágil salud fue tema obligado. Su historia médica considera difteria, dos accidentes cerebrovasculares, hipertensión, artrosis en la cadera, rodilla y tobillos, dos caídas y antecedentes familiares de males cardíacos.
Pero ayer un nuevo dato soprendió incluso a los vaticanistas: el Papa lleva una década usando marcapasos y hace tres meses tuvo quesometerse a una cirugía para cambiar la batería del dispositivo.
Así lo confirmó ayer el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, luego que el periódico italiano Il Sole 24 Ore publicara la noticia.
El procedimiento, que se mantuvo en secreto hasta ahora, se habría realizado en la clínica Pío XI en Roma, en noviembre de 2012, en una intervención de rutina. Es la primera vez que el Vaticano menciona un marcapasos papal.
Y aunque el padre y la hermana de Ratzinger murieron por infartos al corazón, los expertos aclaran que eso no se relaciona con el implante del marcapasos, ya que el dispositivo se instala para suplir la falla en la frecuencia cardíaca, que se da generalmente con la edad.
FRECUENCIA CARDIACA
Los tejidos necesitan recibir oxígeno para funcionar. Pero esta necesidad varía de acuerdo al esfuerzo que el organismo realice: si está en reposo requiere de menos, si hace ejercicio necesita más. El ritmo con que el corazón bombea la sangre y provee de oxígeno a los tejidos de acuerdo a los requerimiento es lo que se conoce como frecuencia cardíaca y está regulada por un pequeño nódulo que se ubica en la aurícula derecha. Esta es una pequeña zona de tejido cardíaco que envía una señal eléctrica para comenzar la contracción del músculo cardíaco. Este nódulo es el 'marcapasos' natural del corazón, porque fija la frecuencia de los latidos y hace que el resto del corazón se contraiga a su ritmo.
Cuando este marcapasos natural falla, puede que el ritmo se ponga lento (bradicardia), demasiado rápido (taquicardia) o irregular (arritmia) y es preciso recurrir al implante de un dispositivo artificial.
Los marcapasos más modernos actúan a demanda; es decir, sólo cuando la frecuencia disminuye y se apagan cuando está normal. También pueden ser monitoreados por un computador, que controla su funcionamiento y registra si su batería está pronta a agotarse.
"La mayoría de las veces, por causas de la edad ese sistema eléctrico se va echando a perder progresivamente y falla. Eso obliga a reemplazar este sistema con un marcapasos", dice Luis Sepúlveda, cardiólogo de Clínica Alemana y del Hospital Clínico de la U. de Chile.
Que tenga hace de una década un marcapaso no es sinónimo de infarto cardíaco, aclara Víctor Rossel, cardiólogo de Clínica Indisa. "La instalación de un marcapaso se relaciona con un trastorno del sistema eléctrico del corazón. El músculo puede estar funcionando bien y sin embargo presentar problemas en el impulso eléctrico", destaca.
Christian Karmelic, cardiólogo de Clínica LasCondes dice que "el Papa tiene alguna enfermedad por la cual se le indicó un marcapasos, y esas enfermedades no tienen relación con problemas como ataques o su hipertensión. Se trata de males diferentes", aclara. Roseel dice que la causa más común es la enfermedad degenerativa del sistema eléctrico del corazón, que es parte del envejecimiento natural de este órgano.
El cambio de la batería que se le realizó hace tres meses es un procedimiento normal. "Es una cirugía menor, con anestesia local y un poco de sedación. Se realiza bajo la clavícula, al lado izquierdo, generalmente bajo la piel y sobre los músculos. Cuando se agota basta una pequeña incisión y se saca la batería", indica el especialista de Clínica Alemana. Es una intervención ambulatoria de entre 40 minutos a una hora.
Los marcapasos actuales tienen una duración de 10 años, por lo que si Ratzinger vive hasta los 95 años, lo más probable es que se vuelva a cambiar. "No existen medicamentos que permitan mantener el corazón latiendo rápido. Cuando eso ocurre, la única solución es marcapaso", dice Karmelic.