La implementación de la Perestroika y de la Glasnost no sólo implicó una liberación económica y política de la Unión Soviética, a fines de la década del 80. También visibilizó el trabajo de movimientos culturales y musicales alternativos a los oficiales. Fue así como -según recuerda la agencia rusa Ria Novosti- bandas de rock como Kinó y Akvarium salieron de la escena clandestina para conquistar el hasta entonces cautivo mercado interno, en cual llegaron a la cima de la mano de discos grabados con el sello estatal Melodiya y la realización de giras nacionales.
Más de dos décadas después, y en coincidencia con el proyecto del Presidente ruso, Vladimir Putin, de que su país recupere el poder y algunos valores de los años de la URSS, aquellas bandas estarían ahora bajo escrutinio. Según consigna la publicación estadounidense The Daily Beast, ex funcionarios de la agencia de inteligencia soviética -conocida como KGB- y miembros del oficialista partido político Rusia Unida creen que detrás de las letras del irreverente Kinó no estaba el mítico músico y vocalista de la banda Viktor Tsoi (fallecido en un accidente automovilístico en 1990), sino que estadounidenses siempre ansiosos "por corromper a la Madre Rusia". Sus fanáticos, comúnmente conocidos como Kinomans, sostienen que estas acusaciones son absurdas, mientras que Alexander Tsoi, hijo del cantante, amenazó con demandar si no se disculpa públicamente el diputado Sergei Fyodorov, quien afirmó que la "CIA tenía a personas trabajando con Tsoi, dándole subvenciones y esas canciones".
Pero Kinó no es el único que ha estado en la mira de las autoridades. En un contexto donde Putin se eleva como un defensor del legado de Rusia ante Occidente, al que ve como una amenaza para su proyecto de reivindicar a su país como una potencia global, nadie se salva. Ni siquiera los ex líderes soviéticos. El pasado mes, un grupo de diputados rusos pidió la apertura de una investigación contra el ex Presidente Mijail Gorbachov (considerado el padre de la Perestroika), a quien responsabilizan de la disolución de la URSS en 1991 y, por ende, de la actual crisis en Ucrania. Según dijo a The Daily Beast Vladimir Ryzhkov, profesor de la Escuela Superior de Economía, con sede en Moscú, "la historia soviética está siendo resucitada como una historia de éxito, (...) mientras que la historia de la Perestroika, aquel período de reformas, es vista como una historia de fracasos, una inclinación humillante ante Occidente y una catástrofe geopolítica.
En la línea de proteger el legado soviético, la semana pasada, la Duma Estatal (Cámara baja) dio su aprobación final a un proyecto de ley que introduce sanciones penales por "difundir mentiras" sobre el rol de la URSS en la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con el periódico de lengua inglesa editado en la capital rusa, The Moscow Times, esta norma ha despertado nuevos alegatos respecto de que el Kremlin está imponiendo ciertos patrones ideológicos.
El medio sostiene que los críticos al proyecto denuncian que, al igual que como sucedía en tiempos de la URSS, actualmente asociaciones de profesionales, como la Sociedad Histórica Rusa y las uniones de escritores y de cineastas, están siendo "secuestradas" como herramientas de la estrategia ideologizante gubernamental. Justamente, la primera organización está detrás de los esfuerzos para unificar los textos de historia, los cuales, según ha dicho el gobierno, promoverán el patriotismo y evitarán la confusión, según consigna el periódico.
Otro cuestionado proyecto de ley, aprobado la semana pasada por los diputados rusos, dice relación con la prohibición de garabatos en películas, obras de teatro y otro tipo de expresiones artísticas. De ser aprobada por la Cámara alta, la norma será firmada por Putin y entrará en vigor el próximo 1 de julio.
Una norma similar restringió el uso de blasfemias en los medios de comunicación en abril de 2013, recordó la cadena británica BBC.