Una de las actividades extrafutbolísticas preferidas de Manuel Pellegrini en Málaga, era la habitual comida de camaradería con todos los integrantes del plantel, cuerpo técnico, médicos, kinesiólogos y utileros, en algún restaurante de la ciudad. Por ello, es que aprovechando el final de liga, los futbolistas decidieron invitar lo a lo que denominaron "la última cena", como una forma de darle en el gusto en la hora del adiós al club.
El encuentro, que pagó en su totalidad el francés Toulalan, sirvió para que el entrenador chileno se despidiera formalmente del plantel. No hubo discursos ni menos entrega de algún reconocimiento, pero Pellegrini aprovechó la ocasión para agradecerles a todos por lo realizado a lo largo de la campaña, que fue definido por el propio entrenador como "fantástico".
"Todos sabemos cómo es Manuel. No se lo vio muy emocionado. Si no derramó una lágrima el pasado fin de semana con todos los homenajes que se le hicieron, incluso después del partido con el Deportivo La Coruña, acá tampoco lo iba a hacer. Pero sí tuvo palabras para cada uno en la hora del adiós. Ese momento fue emotivo", cuenta uno de los integrantes del plantel que participó del encuentro en un céntrico restaurante malagueño.
Tanto el técnico como los jugadores sabían desde hace varias semanas que el ciclo ya estaba cumplido. El propio DT fue allanando el camino. Después de la eliminación de la Liga de Campeones a manos de Borussia Dortmund, el chileno comenzó a anticiparles que todo cambiaría al final de la temporada por desavenencias con el jeque Al-Thani.
Por eso no sorprendió a nadie del plantel el anuncio que hizo el 22 de mayo tras recibir la Medalla de Oro y Diploma de Honor por parte de la Diputación de Málaga. No era casualidad que escogiera ese momento para expresar por primera vez públicamente los motivos de su partida.
"De pronto, en las charlas posteriores a ese partido nos decía que la idea de quienes tomaban las decisiones en el club no iban en la misma dirección que la suya. Entonces, cuando ese discurso se empezó a hacer reiterativo, nos dimos cuenta de que era su forma de despedirse. Todos los días pasaba un aviso", reconoce uno de los futbolistas.
A los que sí golpeó la noticia fue a los hinchas. Desde ese mismo instante de su anuncio, decenas de fanáticos se empezaron a congregar a diario a la salida de los entrenamientos. En una semana, Pellegrini firmó más camisetas y banderines que en los casi dos años y medio que estuvo en la ciudad.
Pese a que Pellegrini insistió en que su rutina en esta última semana en la ciudad no varió mucho en comparación a meses anteriores, sus más cercanos y especialmente los jugadores sí han notado cambios. De hecho, después del partido contra Deportivo La Coruña, le dio tres días libres al plantel. Incluso, en las pocas prácticas que hubo antes del duelo en el Camp Nou, le insistió al plantel de que disfrutaran estos días, sin pensar en que debían enfrentar a Barcelona.
"Claramente fue todo más relajado. Más allá de que nos pedía que cumpliéramos los trabajos y que cumplía religiosamente con los horarios, se lo notaba más distendido. Es más, ni siquiera hizo trabajos de balón detenido en el último entrenamiento. Sólo ordenó fútbol reducido. Y eso que a todo el mundo le decía que el objetivo era terminar sextos", confiesa otro jugador, que agrega que en la concentración en Barcelona, antes de ir al estadio, el técnico ni siquiera hizo mención a que era el último partido al mando del equipo: "La charla fue más breve de lo habitual. Dio la formación que iba a jugar y listo".
El "Ingeniero" aprovechó esta semana para retomar algunas cosas pendientes. Lo primero que hizo fue concentrarse entre lunes y martes en la práctica del golf en los campos de Marbella, donde reside. De hecho, la casa que habita es de su propiedad y no son pocos los que le han escuchado decir que ahí se vendrá a vivir cuando se retire del fútbol.
"Ojalá en Inglaterra encuentre un campo de golf cerca, si no se va a desesperar",
confiesa uno de sus cercanos en Málaga, reconociendo la importancia que tiene este deporte para el técnico: "Acá solía irse a jugar solo. Se pasaba tardes enteras. Dice que le servía para pensar en los desafíos que tenía por delante con el equipo".
También se dio tiempo para pasar a saludar a los comensales habituales del restaurante "Calima", del cotizado chef Dani García, en Marbella. Antes del viaje a Barcelona con el plantel, pasó por el local para disfrutar de los pescados y mariscos, de los que se hizo fanático en su etapa en Villarreal, cuando vivía en el balneario de Benicasim. Lo mismo ocurrió con la gente del restaurante "El Dorado", frente al paseo marítimo de Málaga, curiosamente el primer lugar donde disfrutó de las bondades culinarias de la Costa del Sol en noviembre de 2010.
El lobby del Hotel Melía en Barcelona sirvió como último escenario para que los hinchas del Málaga se despidieran del técnico. Después, tomaría el bus rumbo al Nou Camp y posteriormente, con el fin de campaña, se trasladará a Inglaterra. Es el fin de una etapa para un club que con el chileno casi toca el cielo. Para Pellegrini, todavía es una historia con un final abierto.