Como "el campeón mundial chileno menos reconocido de todos". Así se definía a sí mismo, a comienzos de este año, el deportista iquiqueño José Martínez, en conversación con La Tercera, luego de haberse adjudicado con autoridad el Campeonato Mundial de Sandboard en 2015.

Y no le faltaba razón. Ni sus indiscutibles méritos deportivos, ni los de toda una generación de sandboarders criollos -afincados en su mayoría en la Primera Región y responsables de haber convertido a Chile en una auténtica potencia planetaria de la disciplina- tuvieron apenas eco en los medios.

Y todo ello pese a que la práctica del Sandboard (un deporte muy similar al Snowboard, pero ejecutado sobre dunas de arena), ha crecido exponencialmente y ha echado raíces en Chile, un país que cuenta con algunos de los mejores escenarios del mundo para su desarrollo.

Y es precisamente de eso, de su profesionalización y difusión, de la fabricación de tablas y de la organización de talleres, de lo que vive, principalmente, José Martínez, líder del Ranking Mundial en 2014, campeón planetario en 2015 y dominador de las series de 2016 (en slaloom, boardercross y big-air, las tres modalidades que componen la prueba), quien consigue sufragar a duras penas sus viajes dentro del circuito.

Un campeón olvidado que comenzó a surfear olas de arena en el icónico Cerro Dragón de Iquique a la edad de 12 años, y que hoy lleva ya más de 15 entregado en cuerpo y alma a un deporte que se ha convertido en su estilo de vida.