Usted salió a defender su gestión en derechos humanos, a lo que se suman los cuestionamientos que ha habido de cierta parte de la izquierda hacia la obra de la Concertación. ¿Siente esta discusión como parte de este aire revisionista?

Creo que ese fenómeno tiene que ver con un conjunto de factores. El primero, que cuando usted cambia una sociedad, tiene que cambiar la agenda. Y los políticos son más bien conservadores. Cambia la sociedad cuando usted de un 40% de pobres tiene ahora un 11% o 12%, y por eso hay otras demandas. También están, no lo desconozco, los otros temas y vientos que llegan de afuera. Y hay esta clase media emergente que hace otras demandas y tiene razón para exigir. Pero eso no significa reconocer que hay otra realidad, sea no tener la inteligencia suficiente para entender que esa otra realidad es producto del éxito anterior, y que ese éxito anterior, entonces, en lugar de llenarnos de orgullo, nos lleva a decir: ¿Y por qué no lo hizo? Claro, a veces uno se pica. Una vez me pareció oportuno decir que creo que Chile está maduro ahora para discutir el matrimonio homosexual. Un señor me mandó un Twitter y me dijo: "¿Y por qué no lo hizo cuando fue Presidente?". Y ahí sí que me piqué. Le dije: "Porque estaba ocupado... tratando de sacar una ley de divorcio para que cuando haya matrimonio homosexual también se puedan divorciar".

¿Y ahora está picado?

No. Siento una tranquilidad de conciencia enorme, porque sé que el Informe Valech va a quedar en la historia como la verdad de lo que ocurrió en materia de prisión política y tortura. Y esto, que es inédito en el mundo, es signo de orgullo para los chilenos, y lo va a seguir siendo por siempre. Pocos países se atrevieron a crear esto.

Pero sumado al ánimo anti Concertación que hay y a que usted fracasó en su candidatura presidencial, ¿siente que no se le ha hecho justicia a su trayectoria política?

La trayectoria política y la justicia la hace usted con su conciencia, no con el aplauso. Sí, claro, voy a muchos lugares y la gente es muy cariñosa; otros ponen cara de ascensor.

¿Cuál es esa cara?

Tu entras a un ascensor, y ¿qué hace el chileno? Se queda de pie y mira así (mira hacia todos lados). No mira al que está al lado. En otros países se saludan; aquí no. Todos mirando el número del ascensor. Entonces, algunos ponen cara de ascensor, como diciendo no me conocen. Pero me parece natural, es bueno. Ahora usted se refiere a la candidatura presidencial, claro, me pasaron cosas divertidas...

¿Como cuáles?

Voy saliendo con mi señora, en una escalera mecánica frente a un teatro cultural. Viene un señor detrás de nosotros y lo miro como para saludarlo con un gesto, pero pone cara de ascensor. Bueno, seguí conversando con mi señora. Salimos, empezamos a caminar hacia el auto, y de repente veo por el rabillo que el señor se da media vuelta y se dirige a mí. Y me preparé: "Este caballero me va a decir algo". Y me dice: "Señor, vuelva, para que por lo menos ponga orden en este país". Lo que él me estaba diciendo con su gesto, que era de desprecio, hasta podía pensar que él pensaba que yo iba a seguir robando, o subiendo impuestos y esas cosas, "pero por lo menos ponga orden". Esas cosas ocurren, pero en general no me dicen pesadeces, a mí por lo menos no me ha tocado. La cara de ascensor me parece bien.

Porque usted igual da un cierto temor.

Eso puede ser. La gente que después me conoce un poco más me dice: "Yo pensé que era distinto". Lo que sí muchos me dicen que creen que soy más alto, no sé por qué razón.

¿Le da un poco de pena pensar que esta era la última oportunidad quizás de volver a La Moneda?

No. Quiero ser bien franco. Yo goberné seis años, y nunca me fui de La Moneda pensando en volver a La Moneda. Ahora, en este caso, lo reconozco, lo hice porque quería quedarme con mi conciencia tranquila. Muchos me decían: "La coalición que tenemos se va a desintegrar si tú no eres candidato". No existe nunca un ser providencial ni indispensable, obviamente. Pero me daba cuenta de que a lo mejor mi nombre hacía más fácil un entendimiento para que hubiera un candidato único. Bueno, pero si ni los míos pensaron que yo servía para eso… En la mañana me llamó una señora que quería verme, que es "viuda de Lagos", como le dicen a uno. "¿Por qué se bajó?", me dijo. "Mire usted, cómo les voy a pedir al resto de los chilenos que me apoyen si ni los míos estaban dispuestos". Y tienen todo el derecho, ese no es mi problema. Pero sí, sinceramente, lo hice porque si no lo hubiera hecho y hubiéramos llegado a esta situación de hoy, como la que hay, todos me estarían diciendo "es culpa tuya. Si tú hubieras sido candidato, esto no pasa". Mi conciencia está tranquila.

A lo mejor debió esperar que lo fueran a buscar, más que lanzarse a la piscina.

Eso ya es la petit histoire. Yo estas cosas las hago sin calculadora. Me dijeron "no es que usted va a disminuir su capital político si fracasa". El capital político es para usarlo cuando uno cree que es necesario. Punto.

¿Y ha podido recomponer las relaciones con quienes apoyaron a Alejandro Guillier en desmedro de usted?

Las relaciones son normales. No hay nada especial.

Pero con el candidato no tiene relación.

Lo vi hace pocos días, para el 11 de septiembre. Nos saludamos como corresponden, con cordialidad. También igual con la Carolina Goic.

Esa es la pregunta, ¿dónde está el corazón de Lagos? ¿Con Goic o con Guillier? ¿O con Piñera?

No, el corazón mío está con Luisa Durán.

¿Pero su voto?

Paso.R