Era 2011 y Ricardo Piglia estaba de regreso en Buenos Aires, tras 15 años en Estados Unidos como profesor en la Universidad de Princeton. Mientras organizaba su nueva rutina y esperaba la respuesta a su solicitud de retiro académico, el escritor argentino comenzó a revisar sus diarios.
Entre apuntes vivenciales asomaba un caso policial que lo había sorprendido: el llamado "Unabomber". Así fue denominado, por el FBI y la prensa, el personaje cuyos delitos terroristas tenían estrecha relación con los campus universitarios, el conocimiento, la violencia y la literatura. Entonces, Ricardo Piglia (72) comenzó a escribir su nueva obra fundiendo la realidad con la ficción.
"Me interesa tratar en mis libros los enigmas históricos y esto se une a que no puedo escribir una novela, si no he vivido las experiencias que describo", dice Piglia, al teléfono desde la capital argentina.
Luego de su aplaudido último libro, Blanco nocturno (2010, Premio Rómulo Gallegos), ahora publica El camino de Ida, su nueva novela por editorial Anagrama. En ella, Emilio Renzi, el protagonista y alter ego de Piglia, cuenta en primera persona su llegada a la Universidad de New Jersey, invitado por la bella profesora Ida Brown, para impartir un seminario sobre el escritor W. H. Hudson. Renzi llega a Norteamérica recién divorciado y se verá cautivado por la joven y atractiva Ida.
El camino de Ida no es sólo la historia de Renzi lejos de casa ni el retrato alucinante del "Unabomber"; es también una crítica al sistema y la cultura estadounidense.
"Los campus son pacíficos y elegantes, están pensados para dejar afuera la experiencia y las pasiones pero corren por debajo altas olas de cólera subterránea: la terrible violencia de los hombres educados", se lee en la novela.
Tras varias semanas de oculta relación entre Renzi e Ida, la profesora muere en un accidente de tránsito. Pero algo extraño ocurre en ese choque carretero sin testigos: "La quemadura en la mano derecha era el signo más extraño del caso", anota Renzi y con el paso de los días aparecen las primeras pistas de un posible atentado. Renzi no descansará hasta encontrar a Thomas Munk, el "Unabomber".
Munk está inspirado en Theodore Kaczynski (1942). El brillante filósofo y doctor en matemáticas, que a los 25 años ya hacía clases en la U. de Berkeley y que, entre los 80 y 90, comenzó a enviar "cartas bombas" a diferentes casas de estudios, para alertar a la sociedad sobre los peligros de los avances de la tecnología. Hubo muertos y heridos. El FBI lo buscó por 20 años.
Tolstói y el capitalismo
¿Por qué decidió incluir el caso de "Unabomber" en la novela?
Yo estaba allá cuando se desarrolló el caso. Luego me olvidé, pero cuando decidí escribir sobre mi experiencia en EE.UU. volvió esa historia y la recuperé. Principalmente, lo incluí cuando supe que él se guió por la novela El agente secreto, de Joseph Conrad, para hacer lo que hizo. Es increíble. Era un gran lector de Conrad. Además, en su biblioteca tenía los Cuentos completos, de Horacio Quiroga. Lo otro que me fascinó es que el FBI lo siguió por 20 años, gastando grandes sumas de dinero y que finalmente fue delatado por su hermano. Esos hechos me parecieron muy novelísticos. El quería que lo leyeran y lo dijo: "Voy a matar a un par de personas para que me lean". Es el último lector exasperado.
¿Investigó mucho sobre el personaje?
Hay bastantes libros publicados sobre el caso, pero también hay una gran cuota de invención en mi novela. Es un personaje improvisado a partir de documentos verdaderos. Además, hay experiencias cercanas. Yo conocí en mi juventud a brillantísimos estudiantes de filosofía, que podrían haber realizado una carrera ejemplar, pero que decidieron ingresar a la guerrilla y optaron por la lucha armada.
El caso del "Unabomber" muestra a EE.UU. atacado desde el interior.
Estados Unidos culpa al mundo de la violencia, pero como en el mismo país no hay políticas de negociación para resolver conflictos, luego vemos a una persona subida en una terraza matando gente. La violencia en EE.UU. es una locura muy política. Yo aprendí mucho de mi madre, que se llamaba Ida y tenía una cualidad: nunca juzgaba a nadie. Y creo que eso es una gran lección para un narrador.
En una parte de la novela cita el Tractatus, de Wittgenstein, donde se refiere a la ciencia y la tecnología como "el principio del fin de la humanidad".
Es impresionante, porque son conclusiones de los años 30. El estaba muy influido por Tolstói en el sentido filosófico, del desprendimiento de los bienes materiales. Tolstói fue el primero en darse cuenta de las implicancias de la tecnología y el capitalismo: es el retiro del "Unabomber" a la naturaleza. Una posible discusión sobre la situación actual.
En un momento del libro, Renzi dice: "Incluso a veces imaginaba qué habría pasado con mi vida si me hubiera quedado en Buenos Aires". ¿Le ocurrió eso en EE.UU.?
La sensación de extranjería es muy fuerte, a pesar de que la vida cotidiana se vive igual que el resto. Uno vive la sensación de distancia. Yo no tenía ninguna añoranza de Buenos Aires. No estaba en esa onda argentina de cultivar el recuerdo, sencillamente, yo quería vivir la experiencia de integración lo mejor posible, pero eso no impedía que me sintiera extranjero.
¿Y en la carrera académica le hicieron notar su origen?
Sí, porque nosotros trabajamos nuestra propia cultura y en general, los académicos norteamericanos trabajan sobre culturas que son muy distantes. Tienen una relación más abstracta.
Se aprecia en la novela la influencia de la literatura norteamericana...
He sido construido con esa literatura, como muchos de mi generación, Manuel Puig y Juan José Saer. Somos herederos de Faulkner, Hemingway y Pynchon. El jazz, el cine, la cultura alternativa, la lucha en Vietnam e Irak. Hay una gran tradición que admiro. Ahí está Norman Mailer y Kurt Vonnegut.