Cuando no está en una sala de clases del colegio Adolfo Beyzaga Ovando, de Arica, el tiro con arco le presenta muchos blancos a Ricardo Soto. Son los que reciben sus flechazos en campos de entrenamiento y de competencias, y al cual apuntará en el Sambódromo de Río de Janeiro para su debut olímpico, con tan sólo 16 años. En la cancha del Parque Peñalolén, el chileno más joven en la historia de la cita de los anillos y seleccionado nacional desde inicios de este año se ve lejano a la diana, a 70 metros de distancia, y cada vez más próximo de Río, a miles de kilómetros.
Son seis días de entrenamiento a la semana, entre tres y ocho horas diarias, y cientos de flechas disparadas en prácticas técnicas o enfrentamientos entre arqueros con su club Ajayu Thaya o la selección, en Arica o en Santiago. Todo eso conjugado con jornadas de ocho horas de clases.
Soto cuenta que, pese a su corta edad, ya le han echado más años de lo que tiene. "Una vez estaba en el aeropuerto con un compañero de 19 años, y le pidieron carnet por creer que era menor de edad. Y a mí no. Me ven más viejo, de 18 ó 19", relata. Lo cual probablemente ocurre por su contextura física, más gruesa que varios jóvenes de su edad, pues su disciplina tiene un importante detalle: la tensión de la flecha en el arco antes de disparar.
"En cada flechazo tira un peso de 23 kilogramos, y lo repite decenas de veces. Es muy importante la zona abdominal, la espalda y los hombros, porque también trabajamos mucho los brazos y necesitamos protegerlo de lesiones. Todo eso apunta a la fuerza del tiro y la postura correcta para disparar", explica el alemán Martin Frederick, entrenador de la selección nacional. Por eso es tan importante una sólida preparación física. "No se necesitan muchas máquinas, pero se emplean planchas, pesas pequeñas, elásticos y movimientos de rotación para fortalecer articulaciones y músculos", detalla.
Y cuando viaja a competir, hábito creciente en su precoz vida deportiva, lo hace pensando únicamente en flechazos. Los libros y cuadernos del colegio se quedan en casa, y la PSU no está ni en su mente ni en su mochila, sino guardada para el próximo año. "Ni siquiera sé qué quiero estudiar después", dice. "Presto atención en clase y así no tengo que andar estudiando. Y llego a Chile y pido la materia. Tengo buenos compañeros para eso", relata el deportista, que no repasa nada en contexto de competencia. Ni siquiera en el avión.
Con arco y flechas, Soto ya tiene mucho en qué pensar y concentrarse. La suya es una disciplina de muchos detalles, donde un ángulo que tome la flecha y la dirección de unas ráfagas de viento pueden cambiar el rumbo de una competencia.
Cada flecha tensada es un acto calculado como el movimiento de un peón de ajedrez. "El arquero debe apuntar con todo su cuerpo: si tiene una leve diferencia en su postura o expansión de su movimiento, puede apuntar bien pero no disparar al centro del parapeto. Y debe tener la misma repetición de movimiento certero", explica Frederick. Todo eso sin contar el control psicológico y la absoluta concentración en cada tiro, solo o en partidos.
Pero el joven estudiante de tercero medio no ha tenido suficiente ocupación en el tiro con arco sólo por pensar en qué aspectos mejorar o en qué cualidades potenciarse. Pese a su corta edad, también piensa en buenos promedios de puntos, triunfos y marcas.
"Tengo un récord panamericano de 659 puntos en 72 tiros (o sea, el máximo posible es 720), un récord chileno en el extranjero de 662 puntos, en una Copa del Mundo en Medellín, el récord nacional adulto con 664 puntos... Tengo casi todos los récords nacionales. También tengo el de cadetes y el juvenil", sostiene el arquero, número 127 del escalafón mundial.
En cuatro torneos internacionales de este año, su primera temporada en categoría adulta, el más joven de la selección nacional de su disciplina sumó un campeonato panamericano, un bronce panamericano por equipos mixtos, y cuatro oros y un bronce en rankings mundiales. Además, pasó del 17º lugar en el Mundial sub 17 del año pasado a ese puesto en su primera Copa del Mundo adulta.
Soto jamás pudo imaginar que el tiro con arco le brindaría tanto y con tanta rapidez. "No da tiempo ni para ponerse a pensar", plantea el joven, promovido de adolescente a recordista, y cada vez más cercano a un lugar donde muchos adultos jamás llegaron.